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Proyecto universitario le puso energía gratuita a 90 casas en los barrios más pobres de Medellín

La Universidad Nacional instaló sistemas de paneles solares y capacitó a los beneficiarios en Altos de Oriente y Villatina. Buscan patrocinio para extender la iniciativa a más hogares necesitados.

  • Las mismas familias aprendieron a armar y a instalar los kits de energía entregados por la Universidad Nacional. FOTO: JULIO CÉSAR HERRERA
    Las mismas familias aprendieron a armar y a instalar los kits de energía entregados por la Universidad Nacional. FOTO: JULIO CÉSAR HERRERA
  • En algunos hogares beneficiados no hay red de electricidad. FOTO: JULIO CÉSAR HERRERA
    En algunos hogares beneficiados no hay red de electricidad. FOTO: JULIO CÉSAR HERRERA
14 de enero de 2025
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Yohana vive en una casa de piso y paredes de tabla y techo de lata, como tantas otras en la ladera nororiental de Medellín. En su casa casi nunca hay plata para pagar el recibo de la luz y aún así nunca está del todo a oscuras. Desde septiembre del año pasado tiene un bombillo que alumbra sin falta todas las noches en la habitación donde duerme con sus dos hijos de 13 y 15 años.

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En su casa y en la de 89 familias más, muy parecidas entre sí (pisos de tabla, tejas de lata, madres solteras, niños pequeños, poca plata y muchas bocas que alimentar), estudiantes y profesores de la Universidad Nacional sede Medellín llevaron e instalaron páneles solares para que en estas casas, donde tantas cosas suelen faltar, haya siempre alguna luz disponible.

Pero los estudiantes y profesores no llegaron, instalaron y se fueron. Antes, hicieron reuniones, talleres y conversatorios en el salón de la Junta de Acción Comunal del barrio Villatina para que fueran las mismas personas las que supieran cómo funcionaba la luz a través de los páneles solares y las pudieran poner ellas mismas en sus casas. En parte por eso es que meses después de entregarles los equipos, las luces siguen ahí puestas y sus dueñas hablan maravillas de los beneficios que les han traído y no ha pasado, como ocurre tantas veces, que las donaciones terminan rematadas para suplir otras urgencias.

El proyecto de la Universidad Nacional se llama Incluminación (la mezcla entre inclusión e iluminación) y nació en 2018 como una iniciativa de la facultad de Arquitectura donde hacen proyectos sociales de extensión con los excedentes de algunos proyectos que sí cobran. Ha tenido tres etapas, dos en el barrio Altos de Oriente, en la periferia más alta de los límites entre Bello y Medellín, y la más reciente en Villatina, a donde también hay que subir y bajar en primera. En cada una de las etapas han entregado entre 28 y 30 equipos de iluminación y la inversión ha sido de unos $50 millones por etapa.

El enlace entre la Universidad y los habitantes de los barrios suelen ser las organizaciones sociales. Por ejemplo, en el caso de Villatina, el puente fue la Fundación Abrazando Historias, que trabaja por eliminar dependencias: de las mujeres a sus maridos, de los muchachos a las drogas, de los niños a sus padres violentos, de las familias a la factura de servicios públicos.

Cada equipo incluye un pánel solar, un controlador eléctrico, una batería, el cableado requerido, una bombilla y una caja resistente al polvo y al agua (similar al contador que se ubica en las fachadas de las viviendas, pero este se instala por dentro). Las instrucciones para ponerlo en marcha se dieron en los talleres previos, donde buena parte de los asistentes no sabían (saben) ni leer ni escribir.

Juan Enrique Torres Madrigal, el profesor que ha liderado el proyecto, explica que más que una donación el objetivo del proyecto es fortalecer el tejido social de las comunidades a través de la tecnología. “El gancho para que la comunidad haga tejido social es un desarrollo tecnológico y a partir de ahí se trabaja en la apropiación, participación, solidaridad, liderazgo, entre otras cosas”, agrega.

Pero no son solo las familias del barrio las que hacen trabajo social. Lo hacen, quizás más, los estudiantes que salen de las aulas a las calles para enfrentar y conocer de cerca la realidad de miles de personas que viven a unos cuantos kilómetros de sus casas, y ponen en práctica lo que aprenden para alumbrar hogares, que no es poco.

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Como proyecto, Incluminación se desarrolló en cinco fases: la primera, “Imaginarios”, con talleres de experimentación creativa e innovación para conocer las expectativas y activar las habilidades blandas de quienes participaban; la segunda, “Resignificación”, una propuesta para indagar en la comunidad por los significados de conceptos como iluminación e identificar cómo a partir de ella pueden resignificar sus viviendas; la tercera, “Cocreación del dispositivo”; la cuarta, “Cocreación en la instalación”, que fue guiada por tutoriales, y la quinta, “Conservación” a partir del seguimiento remoto.

Hasta hace dos años, en buena parte de estas casas no había ni energía ni alcantarillado, al menos no de manera oficial. Son barrios, cuadras, calles, casas, ranchos, que han brotado de la tierra casi siempre como resultado de la violencia, el desplazamiento y la pobreza. Los riesgos de un derrumbe, de una avalancha, de que el techo, con panel fotovoltaico incluido, se venga encima parecen inminentes, pero no tanto como las condiciones que las llevaron allí.

En 2023, cuando tuvieron la segunda cohorte de instalaciones en Altos de Oriente, en las casas no había ni contador de energía ni alcantarillado. Cuenta el profesor que en el barrio primero tuvieron energía solar que un tanque de agua potable cercano.

En algunos hogares beneficiados no hay red de electricidad. FOTO: JULIO CÉSAR HERRERA
En algunos hogares beneficiados no hay red de electricidad. FOTO: JULIO CÉSAR HERRERA

90 casas parecen poco, pero en la de Natalia, en Villatina, viven en este momento 15. Ocho en una sola habitación. Y a las 10 de la mañana no hay platos sucios del desayuno ni aroma de almuerzo. En la Universidad pescan recursos para seguir expandiendo el proyecto y aparecer en las noticias a ver si algún lector conoce a otro que pueda y quiera sumarse y expandirlo y hacer que en los techos de las casas más frágiles de Medellín haya tantos páneles solares como ladrillos sosteniendo tejas.

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