Fiel a la política anunciada por su actual gobierno, el Servicio Nacional de Migración de Panamá materializó una nueva deportación masiva de colombianos que fueron expulsados vía aérea y aterrizaron en Medellín. Las deportaciones marca el inicio de lo que el gobierno panameño anunció que será una constante ese 2025. En total 43 personas regresaron a Colombia señalados de delitos e infracciones como evasión en controles migratorios, en total 29 personas retornaron bajo ese estatus. En tanto que otras catorce personas fueron expulsadas. El grupo de repatriados lo conforman 35 hombres ocho mujeres.
Las autoridades del país canalero señalaron además que entre el grupo de personas que arribaron a la capital antioqueña hay cinco con antecedentes criminales en Colombia por delitos como tráfico de estupefacientes, posesión agravada de estupefacientes y otros crímenes relacionados con organizaciones criminales. Por ello fueron expulsados de manera expedita al considerarlas como una amenaza para la seguridad de dicho país.
De acuerdo con los datos del Servicio Nacional de Migración, hasta el pasado 21 de enero, se reportó el ingreso irregular de 1.540 personas en suelo panameño. Representa una disminución del 92% comparado con el mismo periodo de 2024, cuando alcanzaron a entrar 17.73 personas.
Panamá anunció que las deportaciones seguirán llegando a destinos como Medellín, siendo Antioquia una importante zona de tránsito en esa ruta migratoria, tal como lo dicta el Memorándum de Entendimiento entre Estados Unidos y Panamá.
Ya en noviembre de 2024 se había efectuado un primer vuelo de deportaciones y expulsiones de colombianos señalados por delitos como narcotráfico, homicidio agravado, porte ilegal de armas y delitos contra el medio ambiente. Desde agosto de 2024 el país fronterizo ha devuelto a Colombia a 724 personas en 20 vuelos desde el aeropuerto Internacional Marcos A. Gelabert de Albrook.
Estas acciones se suman a los anuncios del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien reiteró tras su posesión que el plan es deportar un millón de migrantes al año implicará un desafío mayúsculo tanto para su administración como para la mexicana. El plan es tan ambicioso que supera lo hecho en 2012, cuando se registraron cifras históricas de repatriaciones, y no se superaron los 300.000. Estos movimientos podrían dar un giro drástico a los movimientos migratorios de los últimos años en América Latina.
