Muchos comensales en Medellín todavía desconocen que por primera vez en 63 años de historia el mítico Café Versalles –ubicado toda su vida en la carrera Junín– dejó de abrir hace unos meses los domingos, día típico para las familias que todavía visitaban el Parque de Bolívar los fines de semana, en una especie de apego nostálgico.
Según explicó Marcela Nieto, vocera del establecimiento tras la muerte de su padre don Leonardo Nieto, la decisión de no subir las rejas en Versalles los domingos es un tema netamente administrativo toda vez que la afluencia de público los domingos no era tan amplia como sí lo es durante el resto de la semana.
“Vimos que no nos llegaban tantas personas al establecimiento, entonces decidimos mejor desde hace unos meses no abrir y darle ese día de descanso a los trabajadores. Aún así es bueno que la gente sepa que seguimos abriendo en los períodos especiales como las vacaciones de mitad de año o en diciembre”, explicó Nieto.
Sin embargo, la decisión de algunos comercios de la zona también tiene que ver con lo que pasa en Junín, entre el Parque de Bolívar y la calle 54 Maracaibo.
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Según le contaron algunos visitantes y trabajadores de la zona a EL COLOMBIANO, el complicado orden público del sector, así como la desbordada situación de prostitución, venteros informales, artistas callejeros con volumen exagerado y de proliferación de habitantes de calle –sobre todo en el Parque de Bolívar– ha hecho que muchos comerciantes de la zona decidan reducir su jornada laboral los domingos o simplemente no abrir sus locales ese día.
El hecho se convierte en una especie de círculo vicioso en el que a raíz de la inseguridad y descuido de la zona dejan de ir clientes, por lo que los establecimientos prefieren no abrir, dejando sin excusa para aventurarse a ir a la zona a los pocos que aún desean hacerlo.
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“Acá los domingos mucha gente venía, sobre todo las familias con los abuelitos, que luego de misa salían a comer el almuerzo o el algo, o a comprar alguna cosa. Pero con esta situación tan dura, muchos dejaron de venir, cuando uno los veía entre semana decían que no arrimaban por la inseguridad. Y tienen razón, esto de Maracaibo hasta el parque es complicado”, narró el dependiente de un negocio.
“Acá los habitantes de calle se meten a la brava y si usted se descuida le cogen lo que tenga a la mano. Por eso tocó hasta poner un vigilante en la entrada. Pero ni así. Nosotros antes trabajábamos los domingos de 9:00 a.m. a 6:00 p.m., luego el patrón dijo que mejor hasta las 5:00 p.m., y ya luego mejor dijo que no viniéramos los domingos, que pa’ qué si la gente no estaba viniendo”, narró otra trabajadora de la zona.
Durante estos tres meses de la nueva administración, según comentan los lugareños, la situación ha cambiado más bien poco. Sí, es cierto que ya por lo menos se ve personal de Policía y de las diferentes secretarías de la administración local intentando realizar algún control sobre el caótico Parque de Bolívar, pero los resultados de las acciones aún no se ven.
Todavía se ven focos de basuras y prostitución en pleno parque, mientras que drogadictos, alcohólicos y pedigüeños asedian a los turistas que cruzan en grupo la enorme plazoleta. En casi todas las bancas hay o habitantes de calle durmiendo y algunos hombres de acento extranjero vigilan como halcones quien entra y quien sale del espacio. Todo bajo el “omnipresente” olor a heces humanas que hace arrugar la nariz a quien no esté acostumbrado a las vicisitudes de esa zona.
El administrador de un almacén definió el accionar actual de la administración en la zona con una palabra bastante coloquial: “Por ahora es la misma marrana pero con diferente lazo”.
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“El tema de habitantes de calle que se da en Los Puentes se irradia hasta acá. Hemos visto como nos dañan los candados y hasta nos toca traer al vigilante o a un policía para que nos retire los 'gamines' que se duermen en el alero del negocio porque ellos son muy agresivos. No sé qué papel juega el CAI del Parque de Bolívar porque a nosotros no es que nos ayude mucho”, añadió otro vendedor.
Un líder de la zona también hizo el “mea culpa” del gremio comercial del que señaló que le falta unión, como sí ocurre con sus colegas que ocupan la carrera Junín desde la Playa hasta Maracaibo. Según dijo, tan solo unos pocos locales se arrendaron con la responsabilidad de contratar vigilancia privada, pero esta resulta insuficiente para un sector en apariencia pequeño pero con demasiados comercios de por medio.
Para Jorge Mario Puerta Soto, director de Corpocentro, pese a la remodelación del Parque de Bolívar durante la primera administración de Federico Gutiérrez, en la alcaldía de Quintero no se hizo el trabajo social que permitiera atajar los problemas sociales que retornaron al recuperado espacio público.
“El parque y sus zonas aledañas son un sitio privilegiado para otros actores problemáticos de la zona porque no ha habido acción contundente de las autoridades. Por ejemplo, lamentablemente a la fecha no se ha reactivado el contrato entre Emvarias y la Secretaría de Infraestructura para el lavado de parques y aceras en la zona. Además, acá se requiere presencia permanente de Espacio Público, Inclusión Social y otras dependencias para que haya un cambio, pero todavía esto no se ve”, añadió.
Aún así, el directivo destacó el cambio de actitud de la administración local e indicó que durante estos tres meses se ha destacado la articulación entre el gremio, la Gerencia del Centro y las diferentes secretarías de la Alcaldía para buscar soluciones a los problemas del Centro.
“La administración tiene nuestro diagnóstico y las propuestas que hemos hecho ya las han empezado a aplicar para tratar de darle soluciones a algunas problemáticas puntuales. Ya hay unos territorios donde se ha actuado y se ve la mejoría”, apuntó.
Frente al tema de Junín, Soto indicó que Corpocentro acompañó la semana pasada una reunión entre la Gerencia del Centro y algunos comerciantes en los que la entidad pública se comprometió a llevar a cabo acciones con las que se pueda garantizar una apertura segura los domingos de los negocios de la zona.
Aún así, en algunos establecimientos como el café Versalles –que espera abrir en los próximos festivos de Semana Santa– todavía están planteándose la reapertura los domingos.