Al caer la noche Medellín se convierte en una especie de pista de baile. Al ruido de siempre en los barrios se sumó un particular juego de luces que puede verse incluso de una comuna a otra. A lo lejos se ve hasta lindo, asemeja un alumbrado navideño o un pesebre gigante.
El responsable de este curioso fenómeno es un problema en miles de luminarias que hacen parte de la modernización del alumbrado público que emprendió la Alcaldía de Medellín.
Como parte de sus proyectos estratégicos, el Distrito adelantó desde 2020 el proceso de transformación de las lámparas en la ciudad reemplazando las tradicionales bombillas de sodio (las amarillas) por tecnología LED, un cambio favorable y que la ciudad estaba en mora de consolidar pues esta tecnología tiene mejor iluminación y calidad visual que las bombillas de sodio, es más eficiente y su mantenimiento más favorable. Según EPM, las nuevas lámparas generan un ahorro de energía del 44%.
El objetivo del Plan de Desarrollo es tener 142.175 luminarias LED a diciembre de este año y la meta avanza sobre ruedas, con cerca del 80% de esa cifra instalada en las 16 comunas y el 82% de la totalidad de los barrios, con una inversión cercana a los $100.000 millones.
El gran problema es que miles de luminarias no aguantaron ni el estreno y empezaron a tener fallas. Unas comenzaron a titilar como un strober discotequero y otras simplemente se apagaron.
El reciente corte de cuentas de la Secretaría de Gestión Territorial en abril señaló que habían tenido que reemplazar poco menos de 3.000, que de ser así representaría apenas el 2,6% de todas las bombillas instaladas. Aún así no deja de ser anómalo que unas luminarias, cuya vida útil teórica es de 20 a 23 años, hayan sacado la mano en días o semanas.
La Secretaría de Gestión Territorial y EPM, contratista del alumbrado público de la ciudad, reconocieron el problema y lo asociaron a un lote defectuoso entregado por el proveedor y cuyo reemplazo está cobijado por la garantía, descartando sobrecostos o un eventual detrimento patrimonial. No está claro, eso sí, cuántas luminarias conforman el mencionado lote defectuoso.
De cualquier modo, el daño de estas luminarias se ha traducido en una percepción de inseguridad en varios barrios, justo lo que pretendía combatir.
Emilse Ospina, administradora de una unidad residencial en el sector San Cayetano, en Aranjuez, una de las comunas más afectadas, asegura que el cambio de alumbrado público en el sector dejó a oscuras algunas cuadras donde han aumentado los hurtos y los incidentes de tránsito. “Ha sido tan jodida la cosa que aunque varios edificios y negocios tienen cámaras, cuando las hemos revisado para verificar algunos hurtos no han sido útiles por la falta de iluminación. Hay puntos oscuros y el problema es que es una zona donde transitan estudiantes y adultos mayores”, señala.
EPM dispuso de una línea para que la ciudadanía reporte estas fallas en el alumbrado público (604 4444115). Pero según testimonios de residentes en Santa Gema, Francisco Antonio Zea, Manrique y Acevedo a pesar de haberse comunicado en repetidas ocasiones, la discoteca sigue más activa que nunca y la oscuridad continúa como aliada de la inseguridad.
Julio Giraldo, ingeniero eléctrico y residente en barrio Zea, tiene una hipótesis diferente sobre los fallos. Señala que el problema es que un gran porcentaje de las redes del alumbrado público están obsoletas o hay circuitos enteros en barrios que carecen de cableado neutro y por eso es presumible que muchas más luminarias nuevas fallen en poco tiempo.
Bien sea un lote defectuoso o algún problema de obsolescencia en la red, es prioritario que el Distrito y EPM garanticen la eficacia del nuevo alumbrado público, no solo por la importante inversión de recursos públicos que se destinaron sino porque la modernización trae consigo un sistema de telegestión que ayuda a reducir consumos de energía y costos. Y claro, tiene que garantizar una mejora real en la percepción de seguridad que, por ahora, brilla por su ausencia en muchos barrios.