En el 57% del territorio que habitan los ciudadanos del Valle de Aburrá el agua sube pidiendo jugo y baja rezando el rosario. Ese es el porcentaje de territorio en el área metropolitana que tiene pendientes altas y muy altas, superiores a los 15 grados. Pero el porcentaje es todavía más alto si se tienen en cuenta las pendientes moderadas, que también acarrean todo tipo de problemas y esfuerzos. El 62% del territorio metropolitano se encuentra en pendientes moderadas y muy altas, es decir, entre el 5% y el 45%.
Por supuesto que habitar lomas con pendientes tan pronunciadas es un exabrupto. En el mundo ideal no debería ocurrir y deberían ser lomas solo para los amantes al ciclismo o para tránsito poco frecuente. Pero la expansión urbanística se dio así. Por acción, por omisión o por ambas por parte de los gobernantes y desarrolladores inmobiliarios. Es, por ejemplo, el problema de fondo detrás de la loma de San José, que en los últimos días se volvió viral por cuenta de los videos de Tiktok y el famoso “sube o no sube”. Allí, una zona que debió ser de reserva y frontera rural ante la expansión urbana, terminó colonizada por proyectos inmobiliarios que desataron un caos total: malas condiciones de vida, camiones que se despencan, accidentes, en fin.
En las laderas de Medellín también está la problemática. Trepar en algunas zonas es casi un deporte extremo. En redes sociales se hicieron comunes videos de motociclistas y ciclistas que graban los difíciles ascensos y hacen retos y se lo toman con gracia. Pero para quienes viven allí, subir y bajar todos los días para llegar a sus casas o ir a sus sitios de destino no tiene nada de gracioso. En cualquier caso, ahora que la famosa loma sabaneteña puso de moda el tema, estas son algunas de las lomas más empinadas y peligrosas en Medellín.
La interminable loma de Castilla
El ascenso por la 68 tiene además el ingrediente adicional del alto flujo vehicular y comercial. Es decir, no solo la dificultad de esa pronunciada loma que a la que se puede llegar a la parte alta del Doce de Octubre, sino que si el tránsito es en un horario concurrido hay que rezar para que el taco no obligue a parar el carro o la moto en pleno ascenso. A lado y lado hay cientos de establecimientos comerciales y los niños van y vienen de los colegios y de las casas. Es un ascenso de paciencia y buen pulso.
La siempre agotadora loma del Escobero
El Escobero, que es la subida de mayor pendiente media y con las rampas más inclinadas de todo el país. Tiene el mérito de hacer ahogar los carros hasta andando en primerita, tiene pendientes que oscilan entre el 13% y 18%.
Es una subida 9.4 kilómetros de longitud. Se empieza a trepar en los 1.660 metros de altitud y llega a los 2.571 metros en la cima, es, aunque no lo parezca, un esfuerzo físico importante. La vía que lleva a El Escobero se convirtió en una tradición para los ciclistas. En el tramo final, la inclinación puede llegar al 16%.
La temida loma del diablo
En la loma del diablo, en la 84 en Manrique, los camiones terminan encabritados, como cuando los caballos se ponen en dos patas. Aunque es un espectáculo peligroso, a los habitantes del sector de la parte alta de la comuna 3 se les volvió una escena frecuente ver camiones enormes suspendidos en las llantas traseras como si estuvieran haciendo piques, porque entre la inclinación, el terreno inadecuado de la vía y la impericia de los conductores que sobrecargan los vehículos es apenas normal que se presenten estos incidentes.
La poco querida loma del diablo conecta a la parte baja de la zona nororiental con la parte alta de Manrique, por el ahora famoso sector de la UVA Armonía, aledaña a los barrios San José de la Cima y Brisas del Jardín, donde está ubicado el macromural Constelaciones, uno de los atractivos turísticos con mayor auge en Medellín.
Sin embargo, para los habitantes del sector no es una experiencia tan agradable como lo es para los turistas. En hora pico, trepar la 84 puede tardar hasta hora y media, por lo que la vía, según los residentes y conductores, se ha convertido en una “asesina” de repuestos, porque entre el esfuerzo que debe hacer el carro trepando y el pare son frecuentes las averías y daños.
La loma quiebra patas
La famosa loma quiebra patas queda en el barrio 13 de Noviembre, es la vía que conecta diariamente a cerca de 12.000 personas con el resto de la ciudad. El barrio, donde hace menos de una década llegó la electricidad, es uno de los de más difícil acceso, a pesar de que queda relativamente cerca del Centro de Medellín.
La inclinación de la vía alcanza por tramos los 40 grados. Es un ascenso brutal que apenas medio se mitiga con unas estrías que le pusieron a la vía pavimentada para intentar mejorar el agarre de los vehículos.
La famosa loma que atraviesa el barrio Enciso aparece hasta en los relatos de los tiempos de la conquista, cuando se habla del origen del sector Mazo, en Santa Elena, pues este era el camino que conectaba a los valles de Medellín y Rionegro, el camino a Piedras Blancas, que exigía trepar por la difícil montaña de lo que hoy es el barrio Enciso, hasta llegar al alto donde se hace el empalme con la vía actual. En dichos relatos se narra que la loma enfermaba y menguaba el ímpetu hasta de los más avezados exploradores. Y el terreno no ha cambiado.
La de Enciso es considerada una loma de alta peligrosidad, no solo por lo estrecha, sino por la cantidad de buses y camiones que la trepan, al mismo tiempo en que cientos de niños transitan hacia sus colegios. Hay al menos dos colegios en inmediaciones de la vía principal, la 58. La población se mantiene en constante riesgo porque no hay andenes y los conductores suben y bajan rezando todo lo que se sepa para no tener que parar con el riesgo de que el vehículo se desengrane en movimiento.