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Canelés e historias de Medellín se mezclan en la Puerta Rosa de San Cayetano

Lo que comenzó con la venta de pequeños postres durante la pandemia, terminó convirtiéndose en uno de los puntos de paso obligados en el barrio San Cayetano.

  • Julio Mayo y Paula Sánchez sosteniendo en sus manos uno de los productos estrella de la Puerta Rosa: los canelés de burdeos. FOTOS JULIO CÉSAR HERRERA
    Julio Mayo y Paula Sánchez sosteniendo en sus manos uno de los productos estrella de la Puerta Rosa: los canelés de burdeos.
    FOTOS JULIO CÉSAR HERRERA
  • Canelés e historias de Medellín se mezclan en la Puerta Rosa de San Cayetano
30 de septiembre de 2023
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A una cuadra de la iglesia de San Cayetano, una tradicional casa de familia, de baldosas amarillas y un portón rosado, terminó convirtiéndose en uno de los centros culturales más vibrantes del nororiente de Medellín.

En un espacio en el que se mezclan la repostería, el café, la pasión por la fotografía, el cine y la historia de Medellín, una pareja de esposos le ha venido dando forma durante los últimos años a un rincón que han bautizado como una “embajada de experiencias creativas”, que, en realidad, es muy difícil resumir en pocas palabras.

Julio Adolfo Mayo Bermúdez, quien creó el lugar en dupla con su esposa Paula Andrea Sánchez Arboleda, cuenta que todo comenzó hace tres años, cuando por culpa de la pandemia tuvieron que idearse nuevas alternativas para ganarse la vida.

Tanto Julio como Paula trabajaban como docentes de secundaria de Artes Plásticas y Lengua Castellana, respectivamente, pero los confinamientos ordenados en 2020 los dejaron sin su fuente principal de ingresos.

En medio de esa búsqueda, Julio cuenta que la idea que vieron más viable fue la de empezar a hacer productos de repostería, un arte dominado por Paula y con el que comenzaron a vender productos como canelés de Burdeos, aromatizados con vainilla y ron añejo, y torta mágica.

Si bien los primeros clientes fueron familiares y amigos, los productos gustaron tanto que su fama empezó a crecerse cómo una bola de nieve, al punto que empezaron a pensar en habilitar el garaje de su casa para poner una vitrina y vender allí los productos.

Pese a que tuvieron que esperar varios meses para poder dar ese paso, finalmente lograron abrir sus puertas al público y la gente empezó a llegar, obligándolos después a ampliarse. “La gente venía y quería estar más tiempo en el espacio con nosotros y compartir la repostería con los amigos. Eso nos llevó a crear dentro de la casa un espacio para que la gente pudiera estar”, recuerda Julio.

A medida que la repostería empezó a florecer y las personas de todos los rincones de la ciudad empezaron a llegar, Julio cuenta que el lugar también empezó a transformarse.

“Un día llegaron unos estudiantes a preguntarnos que qué era San Cayetano. Yo les devolví la pregunta, y me dijeron que era un barrio, pero a partir de esa pregunta empezamos a reflexionar”, cuenta Julio, rememorando que aquel interrogante los llevó a empezar a investigar sobre la historia del barrio, sus personajes y sus significados.

En medio de ese proceso, también aplicaron y ganaron un proyecto de presupuesto participativo en el que tuvieron la oportunidad de estudiar la vida del presbítero Hernando Barrientos, una de las figuras claves en la historia del barrio San Cayetano.

Luego de empezar a empaparse de esa historia, Julio decidió investigar a más personajes vinculados de alguna forma con la historia de San Cayetano y la Comuna 4 (Aranjuez), como el maestro Pedro Nel Gómez, María Cano, entre muchísimos otros, que también empezaron a servir de inspiración para hacer productos de repostería.

Este es el caso, por ejemplo, de Manuel J. Álvarez, uno de los fundadores de la Sociedad de Mejoras Públicas y clave en la conformación del barrio Aranjuez durante la primera mitad del siglo pasado, en cuyo honor Julio y Paula bautizaron uno de los productos favoritos de la casa: la quesada Manuel J. Álvarez, que trae queso mascarpone, cuajada, canela y limón.

Sin embargo, la apertura cultural y el crecimiento del espacio no solo se quedaron ahí. Luego de habilitar el garaje de su casa, los compradores empezaron a quedarse más tiempo a compartir, y en respuesta Paula y Julio abrieron las puertas de su casa y adaptaron varias salas y habitaciones, volviéndolas un lugar de encuentro.

Si un curioso camina por los pasillos del lugar, verá por ejemplo una mezcla de imágenes que rinden homenaje no solo a la historia de la casa, sino al cine, la fotografía, entre otros. En esta combinación, añade Julio, hay desde imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen María, como si se tratara de la casa de cualquier abuela, junto a imágenes de The Beatles, Charlie Chaplin, Marilyn Monroe o la famosa fotografía Almuerzo sobre un rascacielos, del fotógrafo Charles Clyde Ebbets, en donde se ve a un grupo de obreros comiendo su almuerzo mientras están sentados en una de las vigas del edificio RCA en Nueva York en la década de 1930.

El lugar también hay múltiples murales, como uno central encabezado por una mujer montando en bicicleta y debajo un mosaico en el que se unen el edificio Coltejer, la iglesia de La Candelaria, la de San Cayetano, el metrocable, entre otros.

Junto a las baldosas amarillas, se distribuyen por toda la casa sofás abullonados, macetas con plantas tupidas, bicicletas a manera de decoración y múltiples mesas y sillas para que todos puedan sentarse a tomar un café.

Además del trabajo de divulgación sobre la historia de Medellín y del barrio, el espacio también se ha convertido en una oportunidad para proyectar cine, en un programa bautizado “Cine a mordiscos”, y dar todo tipo de talleres sobre fotografía, alimentación consciente, arte, entre muchos otros, impartidos por Paula, Julio y otros invitados.

Con orgullo, dice Julio, en medio del vuelo cultural que ha tomado su casa, los han visitado escritores y cronistas como Juan José Hoyos, Gilmer Mesa o el cineasta Víctor Gaviria.

Coincidiendo en que en pocas palabras es difícil resumir el universo en el que se ha convertido su hogar, Julio finalmente lo reseña como un rincón para compartir, disfrutar de un café, un postre y llegar al encuentro de un barrio lleno de historias y de cultura, que puede encontrarse a una cuadra de la iglesia de San Cayetano, buscando una puerta color rosa.

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