En el hospital La María aún permanece una persona con una historia algo rara. Se trata de un privado de la libertad que estaba recluido en la estación La Candelaria, en el centro de Medellín, un día se acostó y despertó parapléjico. Su nombre no fue revelado por razones de seguridad.
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Quien realizó la denuncia pública al respecto fue Jorge Carmona, vocero de la Veeduría Penitenciaria Nacional, en un video que hizo circular entre los medios de comunicación, en donde este abogado entrevista al interno, quien en la imagen aparece de espaldas y sentado en una silla de ruedas.
Según esta persona, cuando le sucedió el hecho que hoy lo tiene postrado llevaba veinte días de haber ingresado a la estación de La Candelaria y de acuerdo con lo que pudo establecer EL COLOMBIANO a través de una hermana suya, el motivo habría sido el señalamiento por haber participado en el hurto de una motocicleta.
Tanto Carmona como la familiar confirmaron que el hombre, de 46 años de edad, ha tenido varias entradas a la cárcel.
“Lo que uno como familia dice no es que lo eximan de lo que cometió; pero es muy triste saber que mi hermano entró allá sano y caminando y en este momento está en una silla de ruedas, ¿dónde están las garantías legales?”, expresó la hermana.
Las circunstancias de lo sucedido son algo bizarras, porque, por un lado, está el relato del afectado, quien dice que fue víctima de un ataque por parte de otras personas que estaban con él encerradas, y por la otra, la versión de que, previo al hecho, no hubo ningún aspaviento como indicio de una riña.
“A mí me dan intramural, me ingresan a esos calabozos y me toman una foto los mismos internos, que porque tenían que enviarla, no sé a dónde para verificar yo de qué combo era.
Tan pronto pasa eso, me envían para una de las celdas y tuve que comprar el espacio para poder vivir allá; empecé a ver un poco de anomalías, de maltratos físicos”, apunta el paciente de La María.
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Luego añade que esa foto lo preocupó porque en su vida ha acumulado enemigos y de pronto la imagen llegaba a “donde no debía”.
El día trágico para él habría sido a las tres semanas de estar encerrado, en diciembre pasado, en una fecha que ni el abogado ni la hermana precisan. Ese día, según anota, estaba tirado sobre una de esas hamacas improvisadas que habilitan con cobijas los presos, cuando sintió un chuzón en la cabeza, y hasta ahí supo, según él, porque cuando despertó estaba caído y sin poder mover las piernas.
La versión suya es que en la caída se lesionó la columna y, para completar, lo habrían golpeado posteriormente, pero como estaba oscuro, él no vio quién lo hizo. El diagnóstico sería paraplejia y la posibilidad de una recuperación y, por tanto, de que se pueda volver a parar de la silla de ruedas está en veremos.
Hasta ahora la Policía Metropolitana, de la que depende la estación La Candelaria, no se ha pronunciado al respecto.
No obstante, una fuente cercana a la institución le dijo a este diario que la explicación que dio el afectado desde un principio había sido simplemente de una caída que le producía un dolor de espalda y que no había en su cuerpo marcas de lesiones mayores.
“Después de que habló el abogado (Carmona) es que dicen que los internos lo lesionaron, pero no ha colocado denuncia e hizo un oficio solicitando que lo saquen de ahí (de La Candelaria)”, apuntó la fuente, cuya hipótesis es que querrían aprovechar para solicitar un traslado.
Ante esto, la hermana del interno afirmó: “Tan pronto pasaba por el rastrillo (un punto de control) le gritaban que dijera que se había caído”.
Por su parte, el abogado Carmona señaló que en el país hay más de 8.000 demandas administrativas por cosas parecidas, y las condenas, cuando se dan, las tiene que pagar el Estado con los recursos de todos los ciudadanos.
Y sobre este caso concreto, dejó en claro que no está culpando a la Policía de lo acaecido, aunque sí criticó que esa entidad no ha sido contundente en pronunciarse con relación a la falta de acciones de la administración de Medellín que debe velar por la integridad de los internos y de los organismos del Ministerio Público (Personería, Defensoría del Pueblo y Procuraduría) para garantizar el cumplimiento de sus derechos humanos.
No es la primera vez que Carmona y otros defensores de derechos humanos hablan de las presuntas irregularidades en los calabozos de La Candelaria, que está habilitada para tener a 80 internos de manera transitoria, pero ha llegado a albergar hasta 400 y por periodos largos.
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