En plena calle 10 de El Poblado, Manuel Rodulfo lleva encaramadas en el hombro derecho dos camisetas azules con el escudo de la Selección Colombia; cuando sospecha que puede haber “moros en la costa”, las recoge entre sus manos y se sienta en una banca para disimular su condición de ventero informal.
Son las 7:30 p.m. y trata de pasar de agache para que no le ocurra lo de hace cerca de cinco meses, cuando, según cuenta, la Policía le decomisó mercancía por valor cercano a los $500.000 —todo lo que poseía— y se quedó sin plante hasta que un colega le dio $20.000 para que recomenzara vendiendo dulces. Desde entonces, no ubica su puesto en la acera de este concurrido corredor turístico, sino que camina con pocas piezas y va surtiendo a medida que los requiere, como estrategia para burlar los controles oficiales.
“Ellos dicen que yo vendo droga, pero nunca me la han conseguido (encontrado); me revisan y nunca tengo, en cambio, yo trabajo es para mis tres hijos que están estudiando. ¿Cómo los mantengo si no salgo a trabajar?”, dice este migrante de Valencia (Venezuela) que paga $30.000 por noche en un inquilinato.
En esta zona permanecen constantemente 21 artesanos y vendedores que se han ubicado principalmente en la acera derecha subiendo en dirección al centro comercial Vizcaya, pero eventualmente son más en virtud de un código universal que lleva a los artesanos a acoger a colegas extranjeros que llegan. En especial disponen sus ventorrillos en las inmediaciones de Dommino’s Pizza, el restaurante KFC y Flores Medellín.
Carlos Villena, vocero de los venteros y artesanos de ese sector, defiende que ahora que la ciudad está potenciando su vocación turística debería seguir el ejemplo de otras partes, donde consideran a los artesanos como representantes de la cultura y parte del engranaje que atrae a los visitantes extranjeros y por tanto los dejan trabajar.
“Yo he vivido en el exterior y además he tenido la oportunidad de hablar con los clientes europeos y norteamericanos, y un turista siempre piensa es en artesanías; un italiano no se va a llevar una nevera ni un inglés un televisor, el recuerdo siempre son unos aretes, una manilla o un collar, que son más representativos y son arte”, dice.
Se queja de que en la administración anterior los dejaban laborar y hasta comenzaron un proceso para tratar de formalizarlos y regularlos, pero desde que se posesionó Federico Gutiérrez los operativos se intensificaron y han arreciado más ahora que se avecina la Feria de las Flores.
Lubin Torres, uno de los vocero de La Familia de la Calle, que agremia a 17 organizaciones de asociación de trabajadores de la llamada economía popular, resalta que al principio les empezaron a reducir la jornada de trabajo, que primero les dijeron que apenas podían estar hasta las diez de la noche y luego que hasta las seis de la tarde, y cada vez fue más sistemática la que consideran una vulneración a sus derechos, hasta que llegaron a un punto, hace algunas semanas, que les dijeron que se tenían que ir de ahí.
Villena relata que un viernes, hace dos semanas, los funcionarios de Espacio Público y la Policía desalojaron a tres comerciantes que tenían sus puestos en el andén y les sentenciaron que no los querían volver a ver. A los ocho días, como dicta la normatividad, pudieron rescatar sus productos, pero como se trata de una población que vive al día y si no trabaja no come, tuvieron un gran tropiezo económico.
Los líderes se extrañan de este comportamiento porque los representantes de los trabajadores informales habían tenido reuniones con la Subsecretaría de Espacio Público donde supuestamente se veía que la Alcaldía era consciente de la necesidad que tienen de llevar el sustento a sus casas.
Buena parte de los comerciantes informales han seguido la misma estrategia de Rodulfo: mantienen sus cosas en un morral y caminan por el bulevar de la 10. Antes simplemente aguardaban a que llegara la noche, pero eso les dejó de funcionar debido a que la subsecretaría de Espacio Público ya trabaja también en horarios nocturnos y hasta de madrugada.
“Yo pude recoger mi mercancía y me fui, ahora estoy en la 70”, apuntó Rodulfo.
Una propuesta que han hecho, si de evitar que bloqueen el paso se trata, es adaptar una especie de feria artesanal, aprovechando un andén algo más ancho que hay a la altura de Flores Medellín, con mesas que se adapten al espacio, y prometen que ellos mismos recogerían con qué hacer la ornamentación.
En un recorrido de EL COLOMBIANO, dos comerciantes aseguraron que los venteros no representan para ellos un problema porque la calle 10 tiene una acera ancha y es fácil que transiten los turistas y lugareños, y que su dificultad mayor es con quienes ejercen la mendicidad o la prostitución.
Sin embargo, el subsecretario de Espacio Público, David Ramírez, asegura que los operativos para controlar la ocupación del espacio público no son solo por la Feria y se han originado en PQRS realizadas por la ciudadanía. Fuera de eso, de manera previa se hacen sensibilizaciones con los afectados.
También el secretario de Seguridad, Manuel Villa, apuntó que en este asunto se han mezclado intereses políticos, pero además han comprobado que no todos los venteros son personas en estado de vulnerabilidad económica y social.
“Lo que estamos es tratando de poner orden en la casa, sabemos que es incómodo, sabemos que tiene retos, pero es lo que nos dicta la ley”, aseveró el funcionario.
Según Torres, la sensibilización de la que habla Rodríguez en la que les acercan la oferta institucional ha sido solo un formalismo para luego legalizar las incautaciones, pues en el Plan de Desarrollo figura el indicador de realizar 60.000 intervenciones de este tipo.
Por eso, dice, demandarán la inconstitucionalidad del artículo que plantea ese indicador porque la Alcaldía les debería ofrecer alguna opción viable antes de desalojarlos.
“La única manera en que eso sea positivo es que se convierta en 60.000 empleos dignos para los trabajadores de la calle, con remuneración adecuada y prestaciones”, afirma.
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Los venteros buscan formar un sindicato, algo que no han podido materializar como consecuencia del paro en el Ministerio de Trabajo.
También tienen planeada una tutelatón y programaron una toma de la 10 para los primeros días de agosto en la que los acompañarían venteros de otras partes de la ciudad.
Con las gradas colmadas de venteros ambulantes se realizó ayer el debate de control político al desarrollo de la política pública de venteros en el Concejo de Medellín, que fue citado por los concejales de la oposición. En este se criticó los pocos recursos que le han dedicado al tema las distintas administraciones desde 2014: $10.035 millones.
El subsecretario de Espacio Público, David Ramírez, informó que están haciendo la caracterización de esa población que estaría lista al final de año, para saber cuántos son y cuáles son sus necesidades en materia de oferta institucional. El secretario de Seguridad, Manuel Villa, enfatizó que esta administración no es enemiga de los venteros pero toca “poner la casa en orden”, pues en lo que va de 2024 les han llegado cerca de 500 PQRS de gente que solicita que intervengan por la indebida apropiación del espacio público. Habló además del cobro de extorsiones.
