El reclamo a un inquilino porque le tiró la puerta de su casa le terminó costando la vida a Jorge Luis Caro Carvajal, de 25 años, en el corregimiento San Cristóbal de Medellín. Es absurda una causa así para cometer un homicidio, pero casos como este se registran frecuentemente en Antioquia, donde se han presentado ataques que dejan muertos y heridos por exceso de ruido, malos parqueos y hasta por deudas que se pagan con monedas. Todo esto en medio de una crisis de tolerancia entre las comunidades.
El caso de Jorge Luis ocurrió el pasado martes en la calle 50C con la carrera 123A, cuando tuvo un problema con la persona a la que le había alquilado una habitación hace un mes y este le tiró la puerta. Jorge Luis le reclamó y la reacción del inquilino fue tomar un cuchillo y propinarle una herida en el cuello.
La víctima alcanzó a ser trasladada a la Unidad Intermedia de San Javier, pero se desangró antes de recibir atención médica, lo que le ocasionó la muerte. El agresor, a quien le rentaron la habitación luego de establecer contacto por Facebook, escapó de la propiedad y ya es buscado por las autoridades.
Esto ocurrió a muy pocos días de que a Jorge Rafael Cueto Ávila, de 35 años, lo asesinaran con un cuchillo en Rionegro después de discutir con sus vecinos por pedirles que le bajaran a la bulla de la fiesta que estaban realizando.
Y así se siguen contando historias de intolerancia que se presentan por las situaciones más insólitas en Medellín y Antioquia, lo que el año pasado dejó a 368 personas asesinadas en el departamento, de acuerdo con los registros de la Policía Antioquia. Y en Medellín se han presentado 58 homicidios por esta clase de situaciones este 2024, una cifra que está a la par de los asesinatos por temas de bandas criminales, que este año llega a los 61 casos, según el Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (Sisc).
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Esta situación genera preocupación entre las autoridades, teniendo en cuenta la gravedad de los casos de intolerancia en su esencia y que estos generan un incremento en las estadísticas criminales. Por ello, desde la Alcaldía de Medellín se trabaja en una serie de intervenciones para tratar de evitar que los más pequeños conflictos se conviertan en grandes tragedias.
“Desde todas las secretarías estamos trabajando de manera articulada para que proricemos el componente de convivencia, desde el tema de salud mental, cuidado del medioambiente y en el componente de justicia cercana al ciudadano, pero también desde la operatividad de la mano de la Policía”, explicó el secretario de Seguridad de Medellín, Manuel Villa Mejía.
Faltan concertación y diálogo
Estas situaciones en las que ya no hay tolerancia ante los mínimos conflictos están relacionadas, de acuerdo con los profesionales, con que nos encontramos en un mundo más acelerado, en el que no hay tiempo de buscar otras alternativas para resolverlos.
“Estamos en una sociedad supremamente afanada, estresada y obsesionada por el control. Entonces, todo el tiempo está esta presión de hacer las cosas lo más rápido posible, de tomar la solución a las cosas en tus propias manos. Y eso nos va llevando a una pérdida del sentido de compasión tan importante en la humanidad”, dijo Estefanía Hurtado Jiménez, psicóloga de la Universidad Eafit y con seis años de trayectoria profesional.
También el deterioro social, intensificado después del periodo de aislamiento por cuenta de la pandemia de covid-19, ha hecho perder el sentido de comunidad, llevando a que las personas piensen más en sus propios intereses, dejando de lado el respeto hacia el otro y provocando a que las personas sean más iracibles.
“Medellín ha ido subiendo o escalando en una resolución violenta de los conflictos. Antes el conflicto se solucionaba a través de la palabra y la mediación. Creo que ha fallado la sociedad actual en temas de formación en la convivencia, porque lo que tenemos es un problema de urbanidad, de convivencia, de claridad de mis derechos y los derechos del otro. Es como si en el ambiente existiera una especie de virus de la ira, de epidemia de la rabia que explota con cualquier cosa”, explicó el antropólogo José Gregorio Henríquez.
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Para cerrar esas brechas sociales es necesario no solo un trabajo articulado entre las autoridades, desde la parte pedagógica y operativa, sino también la labor que se pueda hacer desde las viviendas, desde la educación familiar para enseñar el respeto y el significado por el otro, por encima de lo material, que dé pie a los conflictos menores.
“Necesitamos en nuestras comunidades crianzas más amorosas, colegios y entornos más amorosos, familias más amorosas, una relación con nosotros mismos más amorosa que nos permita ir a mirar qué está pasando con toda esa ira y esas emociones desatendidas”, concluyó la psicóloga Hurtado.
Los casos de violencia por intolerancia más insólitos
- Le dijo ‘veneco’ a su agresor: al ecuatoriano Fabián Guamán Ingullay, de 59 años, lo asesinaron el 5 de septiembre en medio de una riña que sostuvo con otra persona, de nacionalidad venezolana, porque en medio de la discusión lo habría llamado despectivamente ‘veneco’. El agresor lo apuñaló con un cuchillo.
- Por el arreglo de un televisor: Javier Camilo Ossa Castrillón, de 35 años, fue asesinado el 23 de agosto, en San Vicente Ferrer, Oriente antioqueño, luego de discutir con dos hermanos por el arreglo de un televisor. La víctima, quien era un técnico, les dijo que aún no estaba listo. Los victimarios fueron capturados.
- Casi lo matan por deber $1.000: a un hombre lo dejaron entre la vida y la muerte el pasado 22 de mayo en el barrio San Martín, comuna 2 (Santa Cruz), luego de que se iniciara una discusión con dos hombres porque el agredido debía $1.000, producto del lavado de vehículos en este sector de la ciudad.
