Han transcurrido 50 días desde que los familiares de Héctor Alexánder Jaramillo Villada, de 47 años, no saben nada de su paradero, cuando en la madrugada del 16 de junio su cuerpo desapareció en las turbias aguas del río Medellín. Sin importar el trabajo de los organismos de socorro, ni los esfuerzos de sus parientes, el misterio ha logrado resolverse, contrario a lo que sí ha sucedido con otros 22 cuerpos que han reflotado en lo corrido de este año en este afluente.
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La angustia para esta familia está lejos de terminar, puesto que no todos los cuerpos que caen allí vuelven a flotar, al menos en los municipios cercanos. Todo por una conjunción de múltiples factores físicos, biológicos y ambientales que hacen parecer que el afloramiento de un cuerpo ya caído al río es una mera cuestión del azar.
Este azar tampoco pareciera haber permitido que tras más de una década se pudiera encontrar el cadáver de Lina Marcela Henao Dávila, una joven que a sus 28 años también desapareció tras caer al río durante la madrugada del 26 de diciembre de 2010. Después de 13 años y medio, sus familiares nunca tuvieron respuestas sobre lo ocurrido con su cuerpo.
Además de la coincidencia de que no hayan aparecido, los casos también comparten el hecho de que la última vez que se supo de las víctimas estas se estaban movilizando en vehículos por la autopista Sur, entre las calles 30 y 33. En dicho tramo vial, en medio de noches lluviosas, se presentaron los accidentes en los que sus vehículos terminaron súbitamente en el agua.
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Para el caso de Héctor, el amigo con el que iba en el automotor y el conductor del mismo, el cual solicitó por aplicación, aparecieron con vida, mientras que en el caso de Lina Marcela lograron sobrevivir tres policías que iban en el vehículo, mientras que su amiga, Eliana María Cárdenas Cardona la encontraron ocho días después a 94 kilómetros de Medellín, en una de las orillas del río a la altura del municipio de Yolombó, subregión del Nordeste antioqueño.
Beatriz Jaramillo, hermana de Héctor Alexánder, señala que su familia siente que el caso ya no es prioridad para los organismos de rescate. “En estos momentos nos sentimos solos en nuestra búsqueda y nadie nos da información sobre el paradero de mi hermano. Hemos hecho hasta pruebas de ADN con algunos cuerpos aparecidos, pero no sabemos nada de él”, cuenta.
La situación de la desaparición de este hombre se hizo crítica porque sus familiares solo se enteraron de la misma 17 horas después del accidente, situación que, aseguraron, impidió agilizar su búsqueda.
¿Por qué unos sí aparecen?
Para que un cuerpo vuelva a flotar o que ocurra lo contrario influyen varios factores, que comienzan por la forma en la que mueren las personas y que pasan por si el río está muy crecido o no y las condiciones en las que se presenta su descomposición.
El docente Germán Antía Montoya, biólogo de la Universidad de Antioquia y experto en temas forenses, explica que si una persona murió, por ejemplo, luego de ser atacada con arma de fuego o con arma blanca, es más complejo que vuelva a flotar, debido a que estas perforaciones pueden llevar a que se escapen los gases que se concentran dentro de los cuerpos durante los cinco días siguientes a la muerte y que permiten precisamente el afloramiento.
“Los cuerpos flotan, dependiendo de si tienen lesiones o no. Si esto ocurre en estanques es muy factible que floten rápido por esta condición, pero en un río también influyen otros factores para que un cuerpo aparezca o no”, explicó el experto forense.
Entre esos factores, por ejemplo, se destaca el nivel del caudal al momento de la caída del cuerpo, ya que este incide directamente tanto en la fuerza con la que discurre el agua, como en el tamaño de los remolinos presentes en varios puntos del río.
“Dentro de los ríos hay muchas variables, como la presencia de piedras, palos y otros elementos que van golpeando al cuerpo, provocándole fracturas y lesiones. De hecho, en muchos de los hallazgos de los cuerpos se encuentran muchas lesiones y fracturas, producto de los fuertes golpes que sufren en el recorrido por el río”, señaló el profesor Antía.
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La canalización hace lo suyo
El río Medellín, entre La Estrella y Bello, lleva 90 años de canalizado, quitándole las desviaciones para facilitar la urbanización de las zonas aledañas a su corriente. Esto ha hecho que en este tramo, principalmente cuando la corriente está crecida, los cuerpos puedan correr a mayor velocidad, dificultando su hallazgo.
El capitán Luis Bernardo Morales Llano, delegado departamental de Bomberos de Antioquia, explicó que “hay zonas que cuentan con niveles freáticos muy altos, es decir, que les sale agua más rápido. Y con esa canalización, hasta Bello, todo lo que corre lo hace a mayor velocidad, mientras que si se pasa por Copacabana, Girardota y Barbosa, como ya tienen meandros, el agua circula más lento y es más fácil que aparezcan los cadáveres”.
Esta situación queda en evidencia en la hidroeléctrica Carlos Lleras Restrepo, ubicada en Barbosa, donde es uno de los puntos en los que más aparecen despojos mortales arrastrados por el río, donde en los últimos dos años se han encontrado más de una decena de cuerpos.
“El río va sacando con su fuerza hacia los meandros, hacia las orillas, los cuerpos más pesados y ya sigue su dinámica de ir rodando, eliminando a lado y lado de los meandros todos esos objetos”, añadió el comandante bomberil.
Pero hay ocasiones en las que durante el recorrido los cuerpos se van llenando de tierra que va entrando por sus concavidades, haciendo que estos se hagan cada vez más pesados y dificultando que estos puedan flotar durante los cinco días siguientes a su caída en la corriente.
Descomposición de cuerpos
Otro de los factores que influye en que los cadáveres no vuelvan a aparecer tiene que ver con el proceso natural de descomposición, el cual se ve afectado por el tiempo de permanencia en el agua.
“Después del sexto día, cuando el cuerpo está en la descomposición cadavérica, empieza un proceso que se llama necrosis tisular, que ocurre cuando los tejidos están muertos y empiezan a licuarse. A partir del mes, esos tejidos se convierten en gelatina y entonces se va desprendiendo la carne”, explicó el docente forense del Tecnológico de Antioquia.
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Cuando esto ocurre, muchas veces no solo el cuerpo empieza a desintegrarse, apoyado por los palos, las piedras y demás elementos que lo van despiezando, sino también que algunos peces y aves de rapiña van comenzando a comerse los restos, tanto dentro del agua como en las orillas, en caso de que queden en una zona donde se dificulte su ubicación.
“Lo que ocurre muchas veces es que también están los peces en el río que van comiendo parte de todo ese tejido, y entonces ya el tejido ya desaparece del cuerpo y al mucho tiempo van a aparecer algunos huesos flotando en el resto del recorrido”, añadió el experto forense.
De hecho, se han presentado casos en los que no han aparecido los despojos mortales de las personas completas, sino que han encontrado algunas extremidades, como cuando ocurrió la tragedia en Salgar, Suroeste antioqueño, el 18 de mayo de 2015, que dejó 104 muertos y 10 desaparecidos, siendo esta la tragedia invernal más grande de este siglo en Antioquia.
Esta emergencia se registró por una creciente súbita de la quebrada La Liboriana, que afectó principalmente el corregimiento La Margarita, de este municipio, arrastrando las viviendas que había a su alrededor. Muchos de los cuerpos fueron arrastrados por esta corriente, que primero desembocó en el río San Juan y luego en el río Cauca.
Durante las labores de búsqueda de los desaparecidos, en toda la cuenca del río Cauca, los días siguientes a esta tragedia se reportaron hallazgos de extremidades en Santa Fe de Antioquia y Caucasia, pero no cuerpos completos después del tercer día de rastreo a este río.
Los que alcanzan a pasar, pueden aparecer en el municipio de Sabanalarga, en la subregión del Occidente antioqueño. “Muchas veces en este municipio se registran hallazgos de restos que van llegando por el río y que los bomberos del municipio van encontrando, todos en su mayoría en un muy avanzado estado de descomposición o incluso cadavéricos”, explicó el capitán Morales.
Situaciones similares se han presentado en la zona en la que el río se convierte en el Porce, a la altura del relleno sanitario La Pradera, donde en las rejas de contención de las basuras quedan represados huesos, cráneos y extremidades.
Puntos donde más caen
Aunque las autoridades no tienen precisión de cuántos cuerpos caen al río en las distintas modalidades, se tiene establecido, según el punto de hallazgo, donde pueden caer y ser arrastrados.
“La mayoría de los casos se dan desde el Puente de Guayaquil hacia el norte, cuando ocurren en Medellín. Pero el resto se presentan casi siempre en el norte y por eso muchos cuerpos flotan en los municipios de Bello, Girardota y Barbosa”, explicó Morales, agregando que por ejemplo en Envigado, La Estrella y Caldas es excepcional que se presente un hallazgo de este tipo. “En Envigado, por ejemplo, una situación de esas ocurre una vez cada tres años”.
Sin embargo, la estadística de desapariciones relacionadas con el río nunca es exacta, puesto que no se tiene precisión del momento en el que caen las personas al agua, sea por una acción propia, por temas delincuenciales o por circunstancias accidentales.
Esto teniendo en cuenta que las estructuras criminales tienen una preferencia por usar esta corriente de agua para abandonar cuerpos de las personas que asesinan, con el fin de intentar eliminar cualquier evidencia relacionada con este crimen.
“En muchos de estos casos, los criminales usan el río como un cementerio, pero para evitar que estos cuerpos floten, les hacen muchas perforaciones o los lanzan con objetos muy pesados, para que al momento que los gases lo quieran sacar a la superficie, esto no ocurra”, explicó el representante de los bomberos en Antioquia.
De acuerdo con los registros de Medicina Legal, hasta mayo de este año, de las 196 personas que hay desaparecidas en Antioquia, 14 aparecieron muertas, entre las que encuentran en el río e identifican o quienes hallan con otras modalidades violentas, como aquellas que aparecen embolsadas en corredores viales.
La cifra dista de los hallazgos totales que se presentan en el río Medellín, pero esto se debe a que varias de las personas que se encuentran en esta corriente de agua no tienen registro de desaparición ante las autoridades competentes por diversas razones.
¿Si se ven, quién los recupera?
Cuando se avistan los cuerpos en las corrientes, muchas veces porque el agua los tira a la orilla o quedan atrapados en palizadas, los primeros que proceden a reportar el caso son los agentes de la Policía, quienes piden apoyo de los bomberos, aunque por situaciones legales no deberían intervenir en estos procesos.
“Si nos regimos a la norma, literal, quienes deberían entrar al agua y sacar los cuerpos son los investigadores judiciales para evitar la alteración de la escena del crimen, pero debido a que ellos no cuentan con los equipos que sí tienen los bomberos, por eso les solicitan el apoyo para que, al menos, saquen el cuerpo hasta la orilla y ya ellos procedan con su labor judicial”, explicó el capitán Morales sobre por qué los bomberos intervienen en los casos judiciales.
Con el paso de los días, los familiares de Héctor Alexánder se muestran cada vez más preocupados porque no saben si algún día van a volverlo a ver, así sea para darle el último adiós, si el río lo permite.
“Hemos llamado constantemente a los bomberos y a las autoridades, pero ninguno nos da respuesta. Incluso, en algunos municipios, de la insistencia hasta nos tiran el teléfono, pero nosotros no perdemos la esperanza”, relató la hermana de este hombre.