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Muerte sobre ruedas: motos se duplicaron en la última década y dejaron 1.300 muertos en Medellín

Desde 2013, el número de motos en el Aburrá se duplicó, generando un repunte en los siniestros viales. ¿Qué hacer?

  • Durante la última década, el parque automotor de motos se ha duplicado en el Valle de Aburrá. FOTO: CAMILO SUÁREZ ECHEVERRY
    Durante la última década, el parque automotor de motos se ha duplicado en el Valle de Aburrá. FOTO: CAMILO SUÁREZ ECHEVERRY
16 de marzo de 2024
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Medellín vive una catástrofe silenciosa. Durante la última década por lo menos 1.379 motociclistas han perdido su vida en accidentes de tránsito desde 2013, siendo de lejos el medio de transporte más peligroso para moverse por la ciudad.

Sin importar ese balance, el parque automotor de estos vehículos en el Valle de Aburrá se duplicó en ese mismo periodo, pasando de 517.755 en 2013 a 1.089.418 a finales de 2022.

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Mientras desde las salas de urgencias médicos alertan que el tema hace mucho tiempo se volvió un problema de salud pública, expertos de movilidad advierten que el camino para revertir al auge de esos vehículos se proyecta cuesta arriba, en una ciudad con un sistema de transporte público aún lejos de competir con ese medio de transporte y que, por el contrario, está lleno de incentivos para que ese parque automotor continúe engrosándose en los próximos años.

Y es que mientras las tarifas para viajar en el transporte público siguen encareciéndose y tomar el metro o un bus cada vez es una odisea más compleja en las horas pico, los precios para comprar una moto en cualquier concesionario son cada vez más asequibles, esto sin dejar de lado incentivos como un valor del Soat ostensiblemente menor en comparación con los carros o la exención de pagar peajes.

Heridos por montones

La urgentóloga Natalia Suárez Ospina, quien desde hace seis años atiende este tipo de accidentes, hoy desde la sala de urgencias del hospital San Vicente Fundación en Medellín, advierte que en un día normal pueden llegar en promedio entre 12 y 15 motociclistas heridos solo a ese lugar, siendo por mucho los más afectados en comparación con peatones, ciclistas y otros conductores.

El momento del día más crítico, señala, suele ser el comienzo de la mañana, cuando la ciudad se desplaza a sus lugares de trabajo en medio de la congestión vehicular.

Pese a que la mayoría de los casos suelen consistir en lesiones menores, en tobillos, rodillas y manos, todos los días llega como mínimo un herido de gravedad, muchas veces con cuadros tan críticos en los que médicamente poco puede hacerse.

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“La mayoría llega de forma espontánea; es decir, ellos sufren su accidente y como son traumas menores buscan el servicio médico por sí mismos. Los pacientes que llegan de choques más aparatosos, en los que pierden el estado de conciencia o sufren fracturas, los traen habitualmente las ambulancias del 123. Unos poquitos los trae la comunidad o un taxi que vio el accidente, pero es más poco frecuente, porque a la gente ya le da miedo mover a las personas que ven con muchas heridas”, explica la urgentóloga.

“Llegan mucho más los pacientes de moto, la cantidad de peatones es mucho menor, al igual que de conductores de carro. En estos últimos casos, por lo general, los cuadros suelen ser más graves”, añade Suárez, advirtiendo que en los casos más complejos de motociclistas lo más probable es que queden con secuelas por el resto de su vida.

“A veces llegan con traumas muy complejos en las extremidades inferiores, entonces pierden tejidos y queda el hueso expuesto. Esas son lesiones muy complejas, ya que requieren de amputación. También son complejos los casos de peatones arrollados por motos, muchos de ellos habitantes de calle que llegan con traumas muy complejos en la cabeza”, agrega.

Pese a que por temor la mayoría de las víctimas prefiere no entrar en detalles al reconstruir la historia de su accidente, Suárez señala que en la mayoría de los casos las mismas lesiones dan cuenta de imprudencias y falta de uso de elementos de protección como el casco.

Si bien bajo esa óptica la médica considera que deben adelantarse acciones para que se acaten las normas de tránsito en la ciudad, también cree que la accidentalidad de motos debe ser tratado como un problema de salud pública, no solo por las secuelas que dejan en sus víctimas, sino por suponer una presión importante para los hospitales.

Ciudad para motos

En medio de ese panorama, aunque reforzar dichas campañas de cultura vial se muestra como uno de los pasos cruciales para revertir esa siniestralidad, para otros expertos el tema también saca a flote las deficiencias de movilidad que arrastra Medellín y los demás municipios de su área metropolitana, en una ciudad que empuja a sus habitantes a subirse a las motos ante la falta de alternativas.

Así lo advierte por ejemplo el experto en movilidad Andrés Pava Restrepo, docente de la Universidad EIA y director del Site (Grupo de Investigación en Sostenibilidad, Infraestructura y Territorio) quien advierte que hay dos variables de oro para abordar el tema: cuánto cuesta moverse y cuánto tiempo se consume en los trayectos.

En esa sencilla ecuación, señala el profesor, la moto va holgada ganando la carrera en comparación con otros medios de transporte, ya que su compra puede implicar menos dinero mensual que el de moverse en bus o en metro, y sus tiempos de desplazamiento son mucho más cortos que el de los demás medios de transporte.

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“La moto, frente a todos los otros modos de transporte existentes, siempre ha presentado mayores beneficios, no solo en tiempo, sino en costo. Vos podés comprar una moto donde el valor de la cuota diaria es mucho menos que lo que vale diariamente pagar para moverse en transporte público”, advierte Pava, añadiendo que las motos cuentan con muchas otras exenciones, como pagar menos Soat (Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito) , no pagar peaje y hasta tener tarifas en los parqueaderos mucho más económicas en comparación con los carros, todos estos incentivos ponen en desventaja a los demás modos.

Además de esa brecha de costos, Pava también señala que la moto es de lejos uno de los medios más versátiles, permitiendo hacer trayectos largos de forma significativamente más rápida al resto de modos, tal vez con la excepción del metro, al menos considerando solamente un recorrido en línea recta desde La Estrella hasta Niquía. No obstante, en el caso del metro, al sumar a la ecuación las frecuencias de las rutas integradas y los tiempos de integración, la moto vuelve a alzarse como la vencedora.

Junto a esta variable expresada por Pava, otro problema urbano que se suma al lío son las dinámicas de poblamiento del Valle de Aburrá, que durante las últimas décadas han hecho que el grueso de la población se haya asentado en sus extremos y en las laderas, haciendo todavía más largos los tiempos de desplazamiento.

Tan solo en el caso de Medellín, que tiene uno de los sistemas de planeación urbana más robustos del país, pese a que en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) ya está planteado como prioridad desde la década de 1990 que la ciudad debe densificarse en su centro y en el corredor del río, la mayoría de los 10 macroproyectos y 69 planes parciales que han sido formulados desde entonces siguen siendo no más que diseños atrapados en el papel.

En busca de soluciones

Bajo este panorama, enfrentar el problema de la mortalidad de los motociclistas y además impulsar otros medios de transporte más seguros y económicos, ponen a la ciudad en un lío de varios frentes.

Por el lado de migrar a otros medios, Pava señala por ejemplo que el paso más lógico sería reducir los incentivos económicos que tiene la moto, siendo el más evidente el del Soat, ya que, a su juicio, también implica una contradicción en materia de aseguramiento, dado que no tiene lógica que los vehículos con mayor riesgo de accidentes y que le implican más costos al sistema sean precisamente los que paguen menos.

No obstante, el experto advierte que también es apresurado simplemente desincentivar desde lo económico el viajar en moto, dado que el vehículo también es una importante fuente de trabajo para todo tipo de oficios, que entre los más frecuentes tienen a los servicios de mensajería y entrega de productos a domicilio.

Según señala, la búsqueda de soluciones también debe pasar por pensar en alternativas para que los precios de las tarifas de metro y transporte público puedan bajar, en una tarea igualmente compleja debido a la estrechez presupuestal por la que atraviesa la ciudad y en la que ya hay líos como el de la desfinanciación del FET (Fondo de Estabilización Tarifaria).

Es muy difícil poder competir a la misma velocidad con los beneficios que la moto ofrece. Aumentar la accesibilidad al sistema de transporte público puede ser una estrategia, pero sigue siendo muy complejo. Yo creo que el usuario debe empezar a percibir que le es mucho menos beneficioso en términos de valor el moverse en moto que en transporte público” apunta Pava, agregando que en materia de accidentalidad también es crucial que se fortalezcan las herramientas de vigilancia en las vías, a raíz de las dificultades para incrementar el número de agentes de tránsito.

No obstante, la urgentóloga Suárez propone que la medida más eficaz puede ser la de concientizar a las personas de los riesgos que implican estos vehículos, para que manejen con más cuidado.

“Todo vehículo va a tener un riesgo, bien sea un carro, una moto o una bicicleta. Pero si usted cumple las normas, tiene su casco, su chaqueta, si va por su carril y respeta las normas de seguridad, en teoría no debería haber tanto accidente. Yo creo que debemos concientizar a las personas de la importancia de seguir las normas y de autocuidarse, porque, aunque la mayoría de los accidentes son leves, las consecuencias también pueden ser gigantes”, apunta la médica.

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