“Lo mejor de Altavoz fue irnos”. Esta opinión no parecería de alguien que hubiera asistido a la celebración de los 20 años del festival de música más importante de Medellín, sino que —más bien— al decadente final de un evento barrial. Sin embargo, este fue uno de los comentario sobre la pasada versión del Festival musical Altavoz y lastimosamente no fue el único. Así lo dejan ver principalmente la serie de quejas que sobre el mismo han publicado en redes sociales asistentes, participantes y hasta el Staff del evento.
Empecemos nombrando lo inicial, si bien el cartel de artistas que el Altavoz anuncia para su evento internacional nunca ha estado exento de polémica, el de 2023 (que se desarrollaría entre el 6 y el 10 de diciembre) tal vez sea el que tenga más voces disonantes, teniendo en cuenta que sería la celebración de dos décadas del Festival que vio crecer y consagrar grandes bandas del país.
Sin embargo, el asunto más desconcertante fue el cambio abrupto de lugar. El jueves 7 de diciembre, cuando el Festival ya había arrancado, la Alcaldía de Medellín anunció a última hora que Altavoz ya no se iba a hacer como siempre en el estadio Cincuentenario sino en el Hangar Park, pese a que en la grama de la cancha ya se había instalado el protector del suelo.
Qué polémica, porque la carpa “gigante” —con menor capacidad que la cancha del nororiente— fue un regalazo que le entregó la Alcaldía de Quintero a la empresa de eventos Cyan, una de sus contratistas consentidas.
En entrevista con EL COLOMBIANO, el director de Altavoz Fest, Felipe Grajales, aseguró que el cambio de locación fue una recomendación de Metroparques y se debió a que en el Parque Norte justo en esas fechas debían hacer un mantenimiento de energía, lo que afectaba el evento.
Es decir, Metroparques le dijo a la secretaría de Cultura que mejor no hicieran el evento en uno de sus parques, el Parque Norte, sino que se lo llevaran para la carpa arrendada a un privado. Sin embargo, el director de Altavoz dice que hacerlo en el Hangar fue más barato que en el Parque Norte, pues allí también había que pagar alquiler.
No se puede pasar por alto que Cyan le paga $29 millones al mes a la Alcaldía para hacer eventos en el Juan Pablo II, pero la misma Cyan puede cobrar por alquilarlo hasta $100 millones al día. ¿Cuánto pagó la Secretaría de Cultura para poner el Festival Altavoz allí? Aún no se sabe.
Pero bueno. Desde que haya un buen show y una buena logística todo está bien. El problema es que también hubo quejas sobre estos puntos. “El ingreso fue 'peye', parecían dos eventos distintos. El otro escenario bien lejos del principal. A varios artistas les tocó caminar desde el principal hasta la tarima alterna con sus instrumentos en la mano”, se quejó un asistente.
“Llegamos como a la 1:00 p.m. y no habían dado apertura de puertas para el público. Apenas estaban trapeando el suelo de la tarima principal (...) Los camerinos de la tarima alterna eran el mismo tierrero, sin ventilación, estaban las bandas alistándose y todavía estaban medio organizando esas carpas de camerinos. ¿Y la alimentación?, pues un burrito con papitas y un juguito de cajita. Una de las pocas personas de logística que fue amable me dijo 'Me da pesar de todos estos muchachos como los tienen'”, relató uno de los miembros que acompañaba algunas bandas locales.
El balance de una de las artistas que se presentó fue el de un evento supremamente equivocado, con mal sonido e irrespetuoso con los artistas por el poco tiempo que les dieron. “La gente quedó insatisfecha por tantas cosas sobre todo el sonido que fue nefasto. La gente quiere revivir lo que siempre se vive en el Altavoz, cosa que no se logró. Este año ni transmisión de Telemedellín hubo. Se sintió como un evento aparte, lejano”, dijo.
Otro de los duros momentos de las jornadas tuvo que ver con la presentación de la banda Testament, una de las leyendas vivas del Metal mundial. Pese a que los asistentes resaltaron la energía de la banda californiana, el sonido fue tan desastroso que opacó la experiencia de verla en acción. “En el poso de prensa se oía decente la banda pero por momentos a Chuck Billy se le vio incómodo con el sonido y le falló un micrófono”, comentó otro asistente.
Pero no todo fue un desastre, como positivo se resalta la participación del público así como de las bandas locales e internacionales que —sin importar tanto contratiempo— la dieron toda en el escenario para dejar contentos a sus fanáticos.