En Sabaneta, municipio del sur del Valle de Aburrá, se crea un rincón de Francia. En la cima apartada, donde se construye, por ahora hay silencio rasgado a intervalos por los equipos de construcción y algún que otro diálogo telefónico de los transeúntes o los obreros al filo de las excavaciones.
No será este un pedazo de París bohemio, sino un souvenir, un producto kitsch construido en los altos de la calle 61 sur.
Allí, la torre Eiffel, la dama de hierro que originalmente tiene 300 metros, se encogerá hasta llegar a 42 metros (dieciséis niveles).
La empresa Brazzo constructores señala que excederá las dimensiones del Cristo Redentor de Río de Janeiro, Brasil, y se aproximará, por menos de diez metros, a las del Coliseo Romano de Italia y de la Estatua de la Libertad en Estados Unidos.
La torre hace parte de un plan mayor llamado París Parque Residencial, y estará rodeada de apartamentos, de hasta $338 millones.
Se trata, además, del primer proyecto inmobiliario temático en el área metropolitana del Valle de Aburrá.
El desarrollo del plan tiene lugar en un lote de 7.665 metros cuadrados, donde se construirán tres torres con aproximadamente 250 apartamentos.
Hasta el momento, la fecha de entrega de la primera torre está para septiembre del 2019.
Ciudad de las luces
Al menos seis personas, consultadas por EL COLOMBIANO en las cercanías del proyecto, admitieron ignorar su existencia y, por tanto, no se formaron un criterio al respecto.
Solo Rubén Gallego, taxista de profesión, dijo que estaba de acuerdo con lo que sugiriera progreso en las ciudades, incluso si está en contra de las tendencias en Sabaneta de levantar grandes edificios.
La constructora de la Eiffel paisa se anuncia como una empresa iniciada en Medellín desde 1990, bajo el nombre de CJ Ingenieros Ltda. Cuenta, pues, con más de 27 años en el gremio. La acompaña en sus funciones, Pulso Promotora Temática, dedicada al diseño y ventas de proyectos inmobiliarios.
No es la primera vez que en Sabaneta se pretende erigir una obra grandilocuente. Hace unos años se planeó hacer allí la torre más elevada del país, con unos 80 niveles se denominaría Faro-Monarca.
Génesis
Melisa Santamaría, directora administrativa del proyecto, comentó que el nacimiento del mismo, se originó en la visita de un grupo de promotores a la torre Eiffel.
Durante el ascenso se encontraron a una niña que lloraba porque no quiere dejar la emblemática estructura. La niña insistió en llevársela a su casa. El proyecto es, al parecer, una respuesta a ese deseo infantil.
Federico Ortiz Velásquez, arquitecto de la Universidad Nacional, opinó sin embargo que la construcción de una torre Eiffel en el Valle de Aburrá es muestra del poder desenfrenado que tienen las constructoras, y que se estaba dejando a unos pocos particulares la decisión de cosas muy importantes como la imagen de la ciudad.
“Creo que este proyecto se ideó desconociendo mucho el contexto y la arquitectura local. No aporta nada a las personas, solo son ganas increíbles de llamar la atención, que tal vez sean el reflejo de la sociedad contemporánea”, dijo.