La meta de Medellín para eliminar en 2030 los combustibles fósiles de sus calles es ambiciosa y requiere del aporte de la industria (empresas generadoras de energía y fabricantes de carros), comenta Jairo León García, secretario del World Energy Council – Colombia.
En Dinamarca y Reino Unido, agrega, el punto de llegada para esa transición está a 2020 y 2040, respectivamente.
Actualmente en la ciudad, según reporte de autoridades locales, ruedan 350 carros con esa tecnología por todo el Valle de Aburrá, cuando el parque automotor es de 1.300.000 vehículos.
Este es el panorama, en voz del experto internacional, y los retos para que Colombia marche al ritmo del mundo en cuanto a la movilidad libre de combustibles fósiles (los que generan CO2).
¿Qué se proyecta en términos de movilidad eléctrica?
“Hay quienes no quieren que los combustibles fósiles sean remplazados, pero existe una dinámica a nivel mundial para dar ese paso. En el contexto colombiano, hay una hoja de ruta que establece, a corto plazo, definir un plan de sustitución del combustible fósil y la destinación de los equipos desechados, pues la chatarrización no ha funcionado. Existen proyectos de incentivos para promover la movilidad eléctrica, tributarios, de parqueo, pero hay que darles un orden.
Un segundo plazo, es certificar los carros (que sean amigables con el ambiente), como se hace con las neveras, por ejemplo, y avanzar con las redes inteligentes, que aquí en Medellín hay mucha idea de eso, y se trata de conectar cargadores, vehículos y redes, poniendo franjas horarias en las que se pueda abastecer de energía más barato”.
¿Son accesibles los seguros y baterías?
“La gente empezará a ver que esto es masivo, cuando las industrias tengan capacidad de generar baterías (a bajos precios). La mayoría de los carros, el 50 % (del costo) es la batería. Ahora se avanza en reducir esos valores. Lo otro, aseguradores y financieros dicen que no aseguran eléctricos (por el tipo de tecnología), pero estos tienen más garantías”.
¿Están preparados los generadores para la demanda de vehículos?
“La Upme, que hace planeación, tiene proyectos de expansión, y empresas como EPM y Celsia, trabajan en eso. EPM, antes de la crisis de Hidroituango, había montado electrolineras. Sabe para dónde va y está adelantándose, seguros de que tendrán oportunidad de vender energía.
Las empresas grandes están metidas en lo de los vehículos eléctricos, que es un negocio. Ahora hay que pensar en que la energía tiene que cambiar para que no sea una producida solo con agua, sino con base renovable (solar y eólica).
El negocio de la energía va a cambiar. La digitalización implica que se hagan negocios sin intermediarios: si yo produzco y usted consume, nos vendemos. El nuevo modelo es amplio”.
¿Cómo está Colombia con respecto a otros países?
“En el 2016, 0,2 % de carros en el mundo eran eléctricos. China ya advirtió que en 2025 habrá ciudades en ese país en las que solo circularán carros eléctricos. El alcalde de San Francisco (Estados Unidos) ya dijo también que en poco tiempo habrá cero carros de combustibles fósiles.
A nosotros nos falta. Los gobiernos son temerosos y la tecnología va adelante de la regulación, mientras la de nosotros es prohibitiva”.
¿Cómo ve los incentivos?
“Ponen un tope para importar vehículos eléctricos. Y tiene que haber libertad para el que traiga este tipo de tecnologías, pues hoy como están las cosas el carro número 40.001 que pretendan traer a Colombia no se lo dejarán entrar (porque supera el tope permitido). Tenemos que hacer que la economía nuestra se articule con la industria eléctrica”.
¿Y qué falta para eso?
“Esto no lo hace el Gobierno ni la industria ni la comunidad, solos; requiere que se sienten a trabajar juntos. La industria mundial está bajando costos, pero es lento. Un carro en $95 millones es costoso. A la clase media le alcanza, si mucho, para comprar un carro de $45 millones”.