La exfiscal general de Venezuela, Luisa Ortega Díaz, lanzó ayer en Brasil una serie de señalamientos por corrupción contra los personajes claves del régimen chavista: Diosdado Cabello y Tarek William Saab.
A Cabello, número dos del chavismo, lo acusó de haber recibido más de 100 millones de dólares en sobornos por parte de la constructora brasileña Odebrecht. Al actual fiscal general —nombrado por la polémica Asamblea Nacional Constituyente que la expulsó a ella— lo señaló de estar en seis expedientes por corrupción en Venezuela, relacionados con el desfalco de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa).
Ortega Díaz hace estas acusaciones en un foro regional de fiscales del Mercosur —ente del que Venezuela fue suspendida recientemente—, realizado en Brasilia. La jurista explicó que Cabello recibió los sobornos mediante una empresa propiedad de sus primos, Luis Alfredo Campos y Jerson Jesús Campos, denominada TSE Arietis y radicada en España. Agregó que tiene constancia de esos pagos y que compartirá la evidencia.
Pero no se quedó allí, ya que también aseguró que tiene pruebas que “comprometen” al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Declaró a periodistas que Maduro sería dueño de la empresa mexicana contratada por el Estado venezolano para la distribución de las bolsas CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción), sin dar más detalles.
Ortega recalcó que entregará las pruebas sobre todas sus acusaciones a las autoridades de distintos países, entre ellos Estados Unidos, Brasil, Colombia y España, “para que se investigue en virtud del principio de jurisdicción universal”.
Lucha jurídica y aún política
En la edición de ayer, expertos dentro y fuera de Venezuela explicaron a EL COLOMBIANO que la exfiscal general se encuentra ante la disyuntiva de pedir asilo político para blindarse frente a Maduro, quien busca una circular roja de Interpol en su contra —lo que implicaría dejar de hacer declaraciones públicas sobre el régimen, como otros líderes venezolanos exiliados—, o esperar que sin esa figura le baste para evitar una captura, teniendo en cuenta la solidaridad de la mayoría de los gobiernos de la región y su oposición a la dictadura.
Pero mientras que Ortega Díaz toma una decisión, ya empieza a dejar implicaciones en toda la región.
¿Qué dicen los analistas? Nelly Arenas, politóloga y docente de la Universidad Central de Venezuela, afirmó que quedó latente el hecho de que la jurista tenía como objetivo acercarse al lugar neurálgico de la investigación por Odebrecht, para darle no solo más alcance a lo que presuntamente ha logrado con sus pesquisas, sino para que sus palabras tengan resonancia en el continente. “Brasil, el gigante regional, es el lugar indicado que ella ve para seguir tomando acciones que refuercen el aislamiento internacional del régimen de Nicolás Maduro. Si bien ella sigue siendo de izquierda, se confiesa apegada al ideario de Chávez, y mantiene vínculos con muchos líderes izquierdistas —aunque deslindados del chavismo, como el exguerrillero Douglas Bravo—, pretende atacar el pilar más débil del régimen, que es la arista internacional”, explicó.
Todos embarrados
Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, argumentó que las denuncias de Ortega Díaz en Brasil, un país que fue el eje en años anteriores de los gobiernos de izquierda en la región, “demuestran que muchos de esos gobiernos se comportaron de forma similar o peor que la derecha o el liberalismo que tanto criticaron”.
Recalcó un accionar por parte del régimen venezolano para explicar parte de lo que ha sido la estrategia del chavismo durante sus 18 años de hegemonía: “seguramente las acusaciones en contra de la fiscal y su esposo Germán Ferrer puedan tener asidero y deben ser investigadas, pero las hace solo cuando se percata que dichas personas se deslindan de sus políticas y por eso ataca su imagen”.
Con él coincidió Arenas, para quien si desde 2007 presuntamente ocurrían estos delitos, el régimen sería igualmente culpable. De cualquier forma el pulso entre la disidente y el régimen consolida sus dimensiones internacionales.