Julian Assange, el fundador de Wikileaks que filtró los secretos de EE. UU. y escapó de la justicia refugiándose en la embajada de Ecuador en Londres hace siete años, salió ayer de ese edificio convertido en un anciano.
Costaba reconocer que ese hombre de barba blanca que ayer fue arrastrado fuera de la embajada, era el mismo que en 2010 revolcó el panorama global al poner en evidencia las violaciones de derechos humanos de los soldados estadounidenses en Afganistán e Irak, al punto de ser considerado un héroe y un perseguido por el entonces presidente de Ecuador Rafael Correa, quien le concedió el asilo.
Pero, ayer, Assange perdió incluso ese refugio convertido en cárcel. El sucesor de Correa, Lenín Moreno, decidió retirarle la protección diplomática y la nacionalidad que le habían concedido en 2017 y permitir que la Policía londinense entrara por su perseguido.
Las razones de Ecuador
“Le hemos quitado el asilo a este malcriado y ventajosamente nos hemos librado de una piedra en el zapato”, dijo el presidente Moreno. En efecto, de acuerdo con Mario Arroyave, profesor de Relaciones Internacionales de la U. Javeriana, en los últimos meses Assange se convirtió en un elemento incómodo para el Ejecutivo ecuatoriano, que cambió de línea política con la llegada de Moreno.
A este factor se sumó una insistente resistencia del hacker a guardar silencio. En 2016, por ejemplo, su portal reveló miles de mensajes secretos de la campaña a la Presidencia de Estados Unidos de la demócrata Hillary Clinton, los cuales terminaron contribuyendo a la victoria del republicano Donald Trump.
Luego, en 2017, apoyó abiertamente el referendo independentista catalán. Su última transgresión fue en contra del propio gobierno ecuatoriano. Wikileaks difundió información sobre las investigaciones de corrupción en contra del presidente Lenín Moreno.
Además, según afirmó a la agencia AFP la ministra del Interior ecuatoriana, María Paula Romo, tendrían suficiente evidencia de que el fundador de Wikileaks y un anónimo en territorio ecuatoriano habrían estado colaborando para desestabilizar al gobierno.
Todas estas acciones justificarían, desde la posición oficial, la pérdida de la protección diplomática de Assange. Esta lectura es compartida por Carlos Estarellas, profesor de Derecho Internacional de la Universidad Católica de Ecuador, quien señala que el gobierno estaba en facultad tanto de retirar la protección diplomática como de permitir el ingreso de fuerzas armadas extranjeras –en este caso la policía británica– a la embajada, que de acuerdo a las normas internacionales es considerada territorio ecuatoriano.
Sin embargo, para Ricardo Abello, experto en Derecho Internacional de la U. del Rosario, la decisión de Ecuador plantea un precedente preocupante en el que, en principio, un Estado considera a una persona como un asilado y, luego de una transición política, decide cambiar de opinión.
Ajuste de cuentas
Mientras era arrastrado fuera de la embajada por los uniformados, las imágenes difundidas por AFP permitieron ver que Assange sostenía un libro, que, a la vez, era un mensaje codificado. Se trata de la historia del “Estado de Seguridad Nacional”, obra del estadounidense Gore Vidal, reconocido por sus críticas hacia su propio país, al que describió como un “rastrero Estado imperial”.
Assange, quien en sus filtraciones reveló los abusos de los soldados estadounidenses en Afganistán e Irak, decidió hacer un guiño al país que –según reveló ayer el Departamento de Justicia– lo solicita en extradición por “conspiración”.
Por el momento, el hacker ya afrontó su primera condena, por parte de Reino Unido, por violar la libertad condicional con la que contaba en 2012 cuando huyó a la embajada de Ecuador. De acuerdo con el diario El País, Assange debería pagar una pena de 1 año en Gran Bretaña antes de que se defina su extradición.
Entonces, según Wikileaks, el informático se arriesgaría a la cadena perpetua en Estados Unidos, mientras que de acuerdo con el Departamento de Justicia de ese país, enfrentaría tan solo 5 años de prisión. En cualquier caso, la batalla legal recién comienza. Ahora que se quedó sin protectores, la justicia llamará a responder al “Robin Hood” informático que se aventuró a revelar sus secretos