En Birmania (Myanmar), un pequeño país del Sudeste asiático, una minoría con fuerte concentración de musulmanes (los rohinyás) está siendo exterminada de manera sistemática por la mayoría nacional budista y bajo la mirada del gobierno central.
Por eso, Naciones Unidas anunció que abogará por la creación de una estructura que colecte y preserve evidencias de los abusos cometidos contra esta comunidad. La entidad buscará que las más altas esferas del ejecutivo birmano se responsabilicen por estos crímenes.
“La rendición de cuentas para los líderes civiles del Estado es importante, no solo los militares. No estoy señalando a una persona específica del Gobierno, pero la complicidad es importante, saber algo y no intervenir para detener o prevenir es parte de la rendición de cuentas”, dijo ayer la relatora especial de ONU sobre Birmania, Yanghee Lee.
Aunque no hay forma de saber si estas acciones funcionarán y exactamente cómo se ejecutarán, el politólogo e internacionalista de la Universidad del Rosario, Mauricio Jaramillo, señaló que la ONU está haciendo lo que nadie más quiere hacer frente a este problema: reconocer que existe, y argumentó que dicho llamamiento será efectivo sobre las potencias occidentales.
“Este llamado puede lograr que las grandes potencias, como Estados Unidos y la Unión Europea, que han apoyado la democratización en Birmania, hagan presión sobre el gobierno de ese país. La ONU quiere poner este tema en la agenda de los países occidentales de peso para ponerle punto final a una crisis de vieja data”.
Añadió, además, que la ONU no puede obligar a los estados a tomar decisiones de ningún tipo y señaló que el llamado que está haciendo la organización está dentro de lo que ella misma puede hacer, nada más.