El expresidente argentino Carlos Menem (1989-1999) falleció ayer a los 90 años, en el Sanatorio Los Arcos de la ciudad de Buenos Aires, donde se encontraba internado desde el 15 de diciembre pasado para ser sometido a un control médico prostático y donde se le diagnosticó una infección urinaria que complicó sus problemas cardíacos.
Menem, quien gobernó Argentina entre julio de 1989 y diciembre de 1999, es el símbolo de una época en Argentina. Su particular estilo para ejercer el poder, su gestión de la economía y las acusaciones de corrupción en su contra marcaron un periodo elogiado por unos y demonizado por otros, incluso por compañeros políticos.
Menem inició su mandato en medio de la hiperinflación y el estallido social que habían llevado a Raúl Alfonsín (1983-1989) a adelantar varios meses los comicios y el traspaso del mando, pero también con frustrados levantamientos militares. Controvertidos fueron los indultos que firmó en favor tanto de militares que participaron de la dictadura, como de los líderes de las guerrillas de izquierda.
Durante su gestión, mientras se convertía en una especie de 'showman' -recordada es su carrera a 200 kilómetros por hora en su Ferrari, sus promesas de viajes a la estratósfera, la expulsión de la residencia presidencial a su mujer e hijos o sus recibimientos a Madonna y los Rolling Stones- la economía registró profundas transformaciones, con una gran apertura comercial y un intenso proceso de privatizaciones de empresas públicas.
Para derrotar la inflación, algo que consiguió, en 1991 se implantó el famoso "uno a uno" que mantuvo durante más de una década la paridad entre el peso y el dólar. Años de "pizza con champán", como se conoció después a ese tiempo de euforia.
Para muchos, ese modelo, que funcionó durante su primer mandato, pero en el segundo -tras su reelección en 1995- dio muestras de agotamiento con aumento del desempleo, sentó las bases de la grave crisis desatada en 2001, durante el mandato del conservador Fernando de la Rúa.