Los jóvenes homosexuales pueden convertirse en sacerdotes en Italia, pero no si “apoyan la llamada cultura gay”, según las nuevas normas, muy restrictivas, publicadas por la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) y aprobadas por el Vaticano.
Si bien subrayan la importancia del celibato, estas nuevas reglas, que entraron en vigor el pasado jueves 9 de enero, abren la puerta de los seminarios a los gays, excepto si hacen de su homosexualidad un estandarte, lo que de hecho los obliga a ocultar su orientación sexual.
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“En cuanto a las personas con tendencias homosexuales que se orientan hacia el seminario o descubren tal situación durante su formación [...], la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir en el seminario o en el sacerdocio a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la llamada cultura gay”, recoge el documento de 68 páginas.
Estas reglas recuerdan la política del “Don’t ask, don’t tell” (No preguntes, No digas) aplicada durante años por el ejército estadounidense, que obligaba a los soldados gays a vivir con el temor de ser expulsados si eran descubiertos.
Mientras que las leyes que despenalizan la homosexualidad y legalizan las uniones homosexuales se generalizaron en Occidente, la Iglesia Católica todavía no se ha puesto al día en ese asunto.
El papa Francisco utilizó dos veces en 2024 un término vulgar e insultante hacia los gays, aconsejando a los homosexuales que deseen ser sacerdotes acudir a un “psicólogo”.
En junio, durante un encuentro privado con 200 sacerdotes en la universidad Pontificia Salesiana de Roma, el papa argentino usó el término “frociaggine”.