Los franceses tienen una semana con una decisión crucial, el 7 de julio es la segunda vuelta de las elecciones parlamentarias anticipadas en donde este país podría ser llevado a tener el primer gobierno de ultraderecha desde la Segunda Guerra Mundial luego de la ocupación Nazi, o podría tener un parlamento sin una mayoría clara.
Debido a este panorama, la alianza de centroderecha del presidente Emmanuel Macron y la coalición de izquierdas iniciaron una semana de campaña decisiva en Francia para evitar la llegada de un nuevo gobierno de extrema derecha en la Unión Europea.
“La extrema derecha está a las puertas del poder”, “ningún voto debe ir a RN”, fue lo que advirtió el primer ministro de Francia, Gabriel Attal, sin embargo, esta posibilidad no sería tan fácil.
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Francia escoge a sus 577 diputados en sendas circunscripciones uninominales, con un sistema mayoritario a dos vueltas. Al balotaje pueden acceder en cada circunscripción dos, tres o más candidatos.
Agrupación Nacional podría obtener la mayoría simple e incluso absoluta de esos diputados a la Asamblea Nacional en el balotaje previsto para ese 7 de julio, dejando el camino libre a un gobierno ultraderechista.
Varias formaciones políticas francesas han intentado construir un frente unido para bloquear el camino del partido de extrema derecha al gobierno.
“Tras la conmoción, hacer frente unidos”, llamó el lunes pasado en portada el diario de izquierda Liberátion, allí aparecía una imagen en blanco y negro del candidato a primer ministro de extrema derecha, Jordan Bardella, de 28 años.
Los partidos franceses han aplicado tradicionalmente la política del “cordón sanitario” para aislar al partido heredero del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen, conocida por comentarios racistas y antisemitas.
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El resultado en esta primera vuelta ha dejado un gran impacto en las bolsas europeas y en el euro, que subieron desde inicio de esta semana, también generó reacciones internacionales.
Pedro Sánchez, jefe del gobierno español, dijo que mantiene “la esperanza en la movilización de la izquierda francesa”, en Reino Unido, Keith Starmer, jefe del Partido Laborista, afirmó como una “lección” de los comicios franceses que se debe “responder a las preocupaciones cotidianas” de los electores.
Por su parte, Estados Unidos declaró que planea mantener su estrecha cooperación con Francia pese al resultado histórico de la extrema derecha en esta primera ronda.
Rusia también se manifestó y dijo que sigue “muy de cerca las elecciones de Francia”. Detractores de Le Pen la consideran cercana a la política de Vladimir Putin, sin embargo, su partido ha asegurado que apoya a Kiev y quiere evitar una escalada con Moscú.
Las votaciones para los 577 escaños en la Asamblea Nacional de Francia consta de un proceso de dos rondas, de la primera ronda pasan a la siguiente los dos primeros candidatos y cualquiera que haya registrado más del 12,5% de los votantes registrados en las circunscripciones.
En esa primera ronda, el partido de extrema derecha de Marine Le Pen lograron un tercio de los votos, mientras que la coalición de centroizquierda e izquierda dura, Nuevo Frente Popular (NFP), ocupó el segundo lugar. La alianza centrista del presidente Emmanuel Macron terminó en tercer lugar con el 20% de los votos.
Para que el partido de extrema derecha no llegue al poder, la coalición de izquierda y la alianza de Macron retirarían candidatos en distritos donde terminaron en tercer lugar para respaldar a otros candidatos opuestos a la ultraderecha, siendo esta una estrategia que ha funcionado en el pasado, aunque ahora el partido de Le Pen cuenta con un apoyo amplio en todo Francia.