El panorama político de Francia atraviesa un periodo de incertidumbre tras la reciente renuncia del Primer Ministro Gabriel Attal. A pesar de haber ofrecido su dimisión la semana pasada, Attal continuará en el cargo de forma interina, tal como solicitó el presidente Emmanuel Macron, hasta que se forme un nuevo gobierno.
Le puede interesar: Macron advierte una “guerra civil” si gana la extrema derecha o la izquierda radical
La dimisión de Attal se produjo tras la derrota de la alianza centrista Ensemble, liderada por Macron, en la segunda vuelta de las elecciones parlamentarias anticipadas. Aunque el presidente inicialmente rechazó la renuncia de Attal, solicitando que permaneciera en el cargo para mantener la estabilidad, finalmente aceptó la dimisión ocho días después, durante una reunión en el Elíseo de París.
En un comunicado emitido este martes, el Elíseo subrayó la importancia de la colaboración entre las fuerzas republicanas para construir la unidad en torno a proyectos y acciones que beneficien al pueblo francés.
De acuerdo con la constitución francesa, corresponde al presidente designar al primer ministro. Sin embargo, la constitución no especifica ni el proceso exacto ni el plazo para dicha designación. Mientras tanto, los legisladores franceses se reunirán este jueves 18 de julio para elegir al presidente de la Asamblea Nacional, en un proceso que podría requerir hasta tres votaciones si las dos primeras no arrojan un ganador claro.
Attal, junto con otros ministros que también son legisladores, participarán en esta elección, lo que podría resultar crucial en un parlamento tan dividido.
La renuncia de Attal abre la puerta para que Macron designe a un sucesor, aunque no hay un candidato obvio en el horizonte. La recién elegida Asamblea Nacional se reunirá por primera vez este jueves, pero el país se enfrenta a un periodo de limbo político tras unas elecciones que resultaron en un parlamento sin mayorías claras.
A pesar del punto muerto electoral, los resultados fueron interpretados como una victoria para la izquierda francesa evidenciando el deseo de los votantes de impedir que la extrema derecha acceda al poder.
En la primera vuelta, el partido Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen obtuvo una ventaja significativa, generando temores sobre la posibilidad de un gobierno de extrema derecha. Sin embargo, tras una serie de retiradas estratégicas por parte de candidatos centristas y de izquierda, el RN cayó al tercer lugar en la segunda vuelta, mientras que la alianza de izquierda Nuevo Frente Popular (NFP) emergió como el bloque con mayor cantidad de escaños.
Tradicionalmente, el presidente de Francia nombra a un primer ministro del grupo parlamentario más grande. No obstante, aún no está claro cuál de los partidos del NFP podría asumir este rol. La alianza, formada apresuradamente días antes de las elecciones convocadas por Macron, incluye una amplia gama de partidos, desde el extremo izquierdo hasta socialistas moderados, lo que podría complicar la elección de un candidato unificado.
Francia Insumisa, el partido con mayor número de escaños dentro del NFP, sería el candidato natural para proponer al próximo primer ministro. Sin embargo, Macron ha dejado claro que no colaborará con su líder, Jean-Luc Mélenchon, a quien considera tan extremista como el RN.
Incluso si Macron nombra a un primer ministro del NFP, este necesitará formar una coalición adicional, probablemente con Ensemble, para poder gobernar de manera efectiva.
Otra opción viable sería la formación de un gobierno tecnocrático, con un primer ministro ajeno a la política tradicional. Este enfoque fue adoptado por Italia cuando nombró a Mario Draghi, exdirector del Banco Central Europeo, como primer ministro.
Lea más: La izquierda celebra en París su inesperada victoria electoral
El futuro político de Francia permanece incierto mientras el país espera la formación de un nuevo gobierno que pueda superar las divisiones actuales y avanzar en proyectos clave para la nación.