Ya es oficial: Joe Biden es el candidato del Partido Demócrata para las elecciones de noviembre en Estados Unidos. Su fórmula vicepresidencial es Kamala Harris y ambos disputarán los comicios contra el republicano Donald Trump y su dupla Mike Pence, quienes buscan la reelección.
“El fin de este capítulo de oscuridad en América termina hoy. Esta es una batalla que vamos a ganar y lo haremos juntos”. Con esas palabras, el demócrata aceptó ayer su nominación como candidato, en el discurso que pronunció al cierre de la convención de su partido, un evento que se realizó durante toda esta semana de manera virtual.
El miércoles, en el tercer día de la convención demócrata, todos pensaron que sería el exmandatario Barack Obama quien daría las palabras de cierre. Pero no ocurrió así. El Nobel de Paz y primer afroamericano en el cargo cedió su lugar a Harris. Esa decisión es parte del simbolismo que hoy marca al partido: la antorcha está en sus manos.
Y es que Biden, de 77 años, ha pasado los últimos meses encerrado por la pandemia. Esta semana salió para ser avalado por el partido como candidato en la convención virtual, en la que se presentó así: “Soy el esposo de Jill Biden”. Su vida familiar, cuenta el analista político de American University, Emilio Viano, es un punto que le permite tener popularidad entre los votantes porque siempre se ha mostrado como un hombre hogareño.
Durante sus 36 años en el Senado tuvo la costumbre de tomar el tren para llegar a casa en las noches, por tan tarde que saliera, y así levantarse en las mañanas a compartir el desayuno con su familia. Su primera esposa y madre de tres de sus hijos, Neilia Hunter, falleció para la Navidad de 1972 en un accidente de tránsito que también cobró la vida de su pequeña Naomi. Casi una década después, Jill apareció en la vida de Biden, se casaron y tuvieron un hijo. Otro de sus descendientes, Beau, falleció en 2015 tras perder la batalla contra el cáncer.
Biden se convirtió en vicepresidente en 2009 y fue el fiel compañero de Obama en sus 8 años en el poder. Mientras en 2012 trabajó para llevar al primer afroamericano a la Casa Blanca, hoy esos roles se invirtieron y es este último quien hace campaña para que el nombre de su compañero esté en el Despacho Oval. “Con Biden eligieron a una persona de centro, moderada, y esa decisión podría desalentar a los demócratas de izquierda para salir a votar en noviembre”, afirma el internacionalista de la U. Externado, David Castrillón.