Una serie de confesiones se conocieron este lunes por parte de José Irizarry, un exagente de la DEA en Estados Unidos que fue condenado a 12 años de prisión por distintos hechos de corrupción al interior de esa entidad.
Irizarry, conocido como el agente más corrupto de la DEA, se declaró culpable, después de tres años de investigaciones en su contra, de robar millones de dólares de los operativos de lavado de dinero del narcotráfico para financiar viajes de lujo al extranjero, restaurantes elegantes, asientos VIP en eventos deportivos y libertinaje durante casi diez años.
Sin embargo, le dijo al Miami Herald que no actuó solo, sino que lo hizo con otros compañeros de la DEA.
“Teníamos libre acceso para hacer lo que quisiéramos. Generábamos colectas de dinero en los lugares a los que queríamos ir y una vez que llegamos allí, se trataba de beber y de chicas”, aseguró el exagente.
En las confesiones de José Irizarry llama la atención lo que dijo sobre el motivo por el que hacían estas actividades ilegales y es que los agentes de la DEA de todo el mundo “comprendían” que no hay nada que puedan hacer para ganar la guerra contra las drogas.
“No se puede ganar una guerra imposible de ganar. La DEA lo sabe y los agentes lo saben. Hay tanta droga saliendo de Colombia y hay tanto dinero. Sabemos que no estamos haciendo una diferencia. La guerra contra las drogas era un juego muy divertido el que estábamos jugando”, agregó.
Recientemente, los investigadores del Departamento de Justicia de Estados Unidos han comenzado a estudiar las confesiones que ha hecho, por lo cual ha interrogado a docenas de agentes y fiscales actuales y antiguos de la DEA acusados por Irizarry de pasar por alto sus excesos y extralimitaciones y hasta de participar en ello.
Según los fiscales investigadores, Irizarry financió su vida de lujo con 9 millones de dólares que él y sus cómplices colombianos desviaron de las investigaciones de lavado de dinero.
Durante las pesquisas, se estableció que hubo una serie de agentes implicados en el uso indebido de las ganancias de operaciones encubiertas o mientras se asociaban con narcotraficantes, incluyendo fiestas sexuales en Colombia.
Hasta el momento, a pesar de estas declaraciones, no han acusado a ningún otro agente de la Administración para el Control de Drogas.