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El terrorismo que el mundo heredó del 11 de septiembre

Se cumplen 15 años del atentado que dio un giro global sobre la seguridad y el miedo.

  • Las Torres Gemelas de Nueva York fueron impactadas por aviones secuestrados por miembros de Al Qaeda.
    Las Torres Gemelas de Nueva York fueron impactadas por aviones secuestrados por miembros de Al Qaeda.
  • Aunque provocó menos daños, muertos y heridos, el Pentágono, en Washington, también fue impactado.
    Aunque provocó menos daños, muertos y heridos, el Pentágono, en Washington, también fue impactado.
  • 15 años después del 11-S, el Gobierno de Estados Unidos reconstruyó una de las torres. Fotos ap
    15 años después del 11-S, el Gobierno de Estados Unidos reconstruyó una de las torres. Fotos ap
El terrorismo que el mundo heredó del 11 de septiembre
11 de septiembre de 2016
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P oco antes del 11 de septiembre de 2001, Gary LaFree, entonces un sociólogo entregado a la criminología, se obsesionaba construyendo una gran base de datos sobre ataques terroristas en todo el mundo, que ya sumaban 60.000.

En ese momento, dice, el interés por la investigación contra el terrorismo era ínfimo en la comunidad académica de Estados Unidos, y solo unos pocos le habían dedicado páginas a una serie de atentados con bombas en Oklahoma en 1995.

En la mañana de ese martes, la palabra terrorismo todavía era poco frecuente en los debates, aunque no para LaFree, que a las 8:46 de la mañana conversaba con un colega en la Universidad de Maryland sobre su tema, cuando el vuelo 11 de American Airlines se estrelló contra la Torre Norte del World Trade Center, en Nueva York.

“En este punto todavía sentía que era un tipo de accidente anormal. Sin embargo, poco después de que la segunda torre fue impactada, me di cuenta de que algo mucho más grande estaba teniendo lugar”, recuerda el experto, hoy director del Consorcio Nacional para el Estudio del Terrorismo.

A continuación, las cadenas de televisión alertaban que el Pentágono también estaba afectado, que había caos en el centro de la Gran Manzana, que las personas estaban evacuando la ciudad de Washington e incluso había rumores de que el Departamento de Estado había sido atacado.

Richard Muller, físico de la Universidad de California, que en 2008 escribiría un libro sobre por qué cayeron las Torres Gemelas, recuerda haber dicho, mientras observaba la transmisión de los hechos, que un avión de carga completa podría, por las leyes de la física, derribar esos edificios.

“Mi esposa se sorprendió; pensó que serían necesarios explosivos, pero yo insistía en que el combustible para aviones tiene más energía por tonelada que el TNT”, explica.

En efecto, ante los ojos de él y de millones de televidentes, la física cumplió sus preceptos y los edificios colapsaron.

Mientras tanto, en Nanuat, a una hora de Nueva York, John Feal, maestro de obra, trabajaba en una gran demolición con 200 hombres. “Oímos el golpe a la primera torre, pero como había tantas historias contradictorias, continuamos trabajando. Cuando escuchamos el segundo estallido, los envié a todos a casa, fui directamente a mi oficina, cargué maquinaria y herramientas pesadas y durante toda esa noche y madrugada me uní a una oleada de hombres que intentaba remover escombros y buscar a sobrevivientes entre asfixia, llanto y escalofríos”, relata.

Mientras levantaba toneladas de vigas de acero, Feal sentía que ni él ni sus compatriotas volverían a ser los mismos, y de hecho no lo fueron. En su caso, la caída de 8.000 libras de acero sobre el pie izquierdo lo llevaron a 11 semanas de hospitalización, a la amputación de su miembro y a 12 cirugías posteriores.

El haber inhalado entre las ruinas una mezcla de plomo, mercurio, asbesto, dioxin, bencina y otros 2.000 tóxicos mortales, también le produjo una tos prolongada que más tarde se volvió cáncer y que lo movió a crear la Fundación Feal, a la que pocos le creían el siglo pasado, “porque nadie quería aceptar que más allá de los 3.000 muertos y 6.000 heridos, habíamos otros”.

El líder ahora representa a los enfermos por asbesto y ha propuesto cuatro proyectos de ley en el Congreso de Estados Unidos que recuerdan el dolor físico que dejó el terrorismo, la “negligencia del Estado”, como él califica a “la falta de acción de nuestro gobierno federal para hacer justicia”, y el hecho de que Estados Unidos y el mundo cambiaron en esa fecha.

El giro también lo experimentó LaFree, para quien “ese día extraño” le hizo pensar que, por accidente y curiosidad, él estaba sentado sobre la más amplia base de datos no clasificados de terrorismo que cualquier otra persona tuviera en el planeta. “Tenía la sensación de que incluso entonces esto iba a cambiar mi vida de manera fundamental”, recuerda, y cuenta que incluso el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos y otras agencias federales acudieron a él preguntándole: “¿Qué carajos es el terrorismo y qué tanto podrá volvernos vulnerables?”.

La respuesta, dice, sigue en construcción, pero cada vez sugiere con más certeza que “aunque el terrorismo se transforma, no tiene planes de acabarse”.

La seguridad desde el 12-S

Justo después del atentado a las torres, que causó la muerte de 3.000 personas, dejó 9.000 heridos y se replicó ese mismo día en el intocable Pentágono de Washington y en el Estado de Virginia, Stephen Maurer, director del proyecto de Seguridad Nacional de la Universidad de Berkeley, confirmó que se trataba de un evento único para su generación, similar al desastre del transbordador espacial o al asesinato de John F. Kennedy.

“Por unos días, cosas realmente extraordinarias sucedieron. No había aviones en el cielo, los periódicos decían que tal vez esto iría a suceder cada par de semanas por el resto de nuestro tiempo, y luego, como una crisis financiera, nos preocupó menos y fue difícil recordar cuán profundamente se sintió ”, expresa Maurer.

No obstante, dice, aunque Estados Unidos tiene expertos en política exterior “cínicos”, Al Qaeda, el grupo al que responsabilizaron de los atentados, y todos los grupos de Medio Oriente, especialmente los yihadistas, capturaron la atención de ese país y del mundo.

La llamada Guerra contra el Terrorismo, que se anunció el 12 de septiembre de 2001, las posteriores invasiones a Irak y a Afganistán, fueron el comienzo de un tire y afloje que ha dejado miles de muertos, porque según el experto, “el terrorismo es tristemente repetitivo”.

“Los grupos creen alcanzar la idea tremendamente inverosímil de que matar a un número relativamente pequeño de personas puede cambiar el mundo. Tienen éxito y se vuelven lo suficientemente convincentes para atraer seguidores. Y entonces empiezan a fallar y a convertirse de nuevo en inverosímiles. Así que la gente deja la unión, y para entonces hay suficientes miembros como para que los ataques se prolonguen durante mucho tiempo, a pesar de que el propio grupo está condenado”, analiza Maurer , y explica que cuando Al Qaeda abrió la puerta, la dejaban dispuesta también a otros grupos como el Estado Islámico, impensables entonces.

En eso coincide John Marulanda, experto en seguridad internacional. Sin embargo dice, el terrorismo tiene posibilidades de evolucionar. De hecho, para él, el terrorismo del 11 de septiembre, al que llama moderno, difiere en algo del actual, el que comenzó desde los ataques de París en 2015, y al que bautizó “posmoderno”.

“El 11 de septiembre fue el comienzo clásico, pero el terrorismo de hoy ya no es piramidal. Ya no hay un solo jefe líder, que se descabezaba y el grupo se acaba. Es una especie de franquicia, cualquier persona en cualquier lugar del mundo puede estar convencido de cometer un atentado, sin pedirle permiso a sus jefes y además se busca instituir un estado soberano, con territorio y economía”, manifiesta Marulanda, para quien las redes sociales refuerzan esa transformación.

“El celular ahora sirve como medio de reclutamiento”, añade, y advierte que no obstante en los últimos años ha aumentado la amenaza de las armas biológicas. “Y esa sí que es una amenaza para todo el mundo”, concluye.

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