En nueve de los 45 gobiernos que ha tenido EE. UU., los vicepresidentes han tomado las riendas del país porque el mandatario murió o renunció. En otros dos casos, luego de dejar ese cargo, su llegada a la Casa Blanca fue porque recibieron las banderas de sus partidos y ganaron las elecciones siguientes.
Quienes ocupan esa plaza, sin duda, están un paso más cerca del poder, y hoy, las dos fórmulas para los comicios de este año se enfrentan en su primer y único debate. A un costado está Kamala Harris, compañera de Joe Biden en el Partido Demócrata; al otro, Mike Pence, actual vicepresidente y coequipero de Donald Trump en el Republicano.
La cita será en la ciudad de Salt Lake, estado Utah, a las 8 de la noche y, al igual que el debate presidencial, tendrá transmisión internacional. En el encuentro ambos están llamados a terminar de convencer a la ciudadanía sobre su decisión de cara a los comicios del martes 3 de noviembre.
Las encuestas apuntan a que Biden es el favorito, con 9 puntos de ventaja, según Real Clear Politics, pero nada es definitivo. No hay que olvidar que hace cuatro años, en la contienda de 2016, todo indicaba que Hillary Clinton se quedaría con el triunfo, pero no lo consiguió.
En el contexto actual, “Harris es nueva, pero no novata. Ella le apuesta a sensibilizar al electorado, ser la voz de los que no la tienen y decir que estamos en un tiempo de cambios. En contraste, Pence es la línea del continuismo, un conservador de raíz”, asegura la directora de la Escuela de Relaciones Internacionales de la U. Externado, Paula Ruiz.
El relato de sus carreras es, en sí, un contraste. Harris nació en una familia migrante con descendencia afro, mientras que Pence es un político del establecimiento que le sirve a los republicanos como un polo a tierra en el mandato de Donald Trump.
Aún en medio de una colectividad progresista, Biden es un político de centro y su fórmula le permite atraer a los votantes que tienen una ideología más direccionada a la izquierda. En los republicanos el contexto es diferente, pues ante las irreverencias de Trump, su coequipero es un hombre tradicional y de partido que sirve como un voto de confianza para los republicanos y jala al cinturón religioso de la colectividad.
“Esta noche vamos a ver cómo se solidifican las posturas de ambos candidatos. Sin embargo, no hay que olvidar que los debates no se tratan de quién presenta las mejores ideas, sino de cuál es la persona que logra proyectar mejor su imagen”, afirma el docente de política internacional de la U. Javeriana, Alejandro Bohórquez Keeney.