Una vez Trump llegue ante el tribunal de Georgia, le tomaran las huellas dactilares y dos fotografías que lo registrarán formalmente como acusado: una de frente y otra de perfil como a los criminales.
Trump, que ya ha sido acusado tres veces en distintas causas penales, ha logrado evitar hasta ahora el humillante ritual de las fotografías cuando se presentó en Nueva York, Florida y Washington.
Pero el sheriff del condado de Fulton, Patrick Labat, dijo a principios de mes que quería tratar a todos los acusados por igual. “Poco importa su estatus”, afirmó.
El procedimiento, al que ya se sometieron el pasado martes dos de los 19 acusados, entre ellos el abogado John Eastman, también implica registrar una serie de datos para los archivos de la administración penitenciaria, como la altura, el peso y el color de la piel y de los ojos.
La cárcel a la que llegará Trump
En un comunicado de su equipo de campaña publicado el martes, Donald Trump expresó su indignación por tener que presentarse el jueves en una “prisión violenta”. En julio, el Departamento de Justicia anunció la apertura de una investigación sobre las condiciones de detención en la cárcel de Fulton, también conocida como Rice Street.
El secretario de Justicia, Merrick Garland, justificó la decisión alegando “graves acusaciones de condiciones inseguras e insalubres, uso excesivo de la fuerza y violencia carcelaria, discriminación contra reclusos con problemas de salud mental y falta de atención médica”.
El fiscal federal Ryan Buchanan añadió, que las celdas “mugrientas llenas de insectos, la violencia desenfrenada que genera muertos y heridos y el uso excesivo de la fuerza por parte de los agentes son motivo de grave preocupación y justifican una investigación exhaustiva”.
Según la prensa local, la prisión alberga a más de 2.500 reclusos, es decir, más del doble de su capacidad cuando se inauguró en 1989. Quince personas murieron en su interior el año pasado y cuatro desde principios de julio.
Recientemente el condado de Fulton alcanzó un acuerdo de 4 millones de dólares para indemnizar a la familia de un recluso sin hogar que padecía esquizofrenia y fue hallado muerto en una celda infestada de piojos y chinches.
Una autopsia encargada por la familia concluyó que su muerte fue causada por “complicaciones debidas a una negligencia grave”. Demostró que el preso, de 35 años, estaba desnutrido y deshidratado.
Se prevé que Trump pase poco tiempo en esta cárcel y lo hará bajo fuerte protección. La oficina del sheriff anunció el lunes que durante su estancia la zona estará acordonada y no se podrá entrar ni salir de ella.
Entrega en medio del debate
El Partido Republicano celebró anoche su primer debate para las elecciones de 2024 sin Trump, quien es el claro favorito pese a las causas penales que cursan en su contra. Aunque ha decidió no participar, el expresidente estuvo en mente de todos.
Trump prefirió saltarse este debate debido a su gran ventaja en los sondeos sobre la intención de voto de los republicanos. Y es que pese a cuatro acusaciones penales en menos de seis meses, el millonario aplasta prácticamente a todos sus rivales en la carrera por la nominación.
Con cada inculpación se embolsa millones de dólares en donaciones de simpatizantes convencidos, como él, de que es víctima de una “caza de brujas”.
Comenzando por el gobernador de Florida, Ron DeSantis, el exvicepresidente Mike Pence y la exembajadora ante la ONU Nikki Haley, todos deseosos de acortar distancias en las encuestas con Trump.
Completan la lista el gobernador de Dakota del Norte Doug Burgum, el senador Tim Scott, el empresario Vivek Ramaswamy y los exgobernadores Chris Christie y Asa Hutchinson.
Este programa, que también se emitirá en la plataforma Rumble, corre el riesgo de quedar relegado a un segundo plano.
El ganador de las primarias republicanas se enfrentará al candidato demócrata, muy probablemente Joe Biden, el 5 de noviembre de 2024. Donald Trump ya se adelanta a esta posibilidad, compartiendo a diario una letanía de encuestas sobre un posible duelo con su sucesor, a quien acusa, sin pruebas, de orquestar sus problemas judiciales.
El presidente estadounidense, candidato a la reelección por los demócratas, evita por todos los medios comentar los problemas legales de su rival Trump para que no le acusen de instrumentalizar la justicia.
Biden ha optado por centrarse en su campaña, inundando el país de anuncios electorales, por ejemplo con 25 millones de dólares gastados en atraer el voto de latinos y afroestadounidenses.