Enrique Tarrio, el cabecilla del grupo de extrema derecha que se convirtió en una especie de ejército del magnate Donald Trump, fue condenado este jueves –junto a otros cuatro cómplices– por la toma violenta al Capitolio Nacional de Washington, registrada el 6 de enero del 2021.
En efecto, un tribunal de la capital de Estados Unidos encontró culpables a los cuatro militantes de Proud Boys –como se denominan los promotores del asalto al Congreso– del delito de sedición, el cual se cometió cuando intentaron impedir de forma violenta que el legislativo ratificara la victoria de Joe Biden como Presidente y, por ende, la derrota de su guía político: el republicano Trump.
En el proceso había un quinto implicado, pero sobre este no hubo acuerdo entre el jurado en cuanto a si condenarlo o no por sedición. Pero, en todo caso, los cinco fueron declarados culpables de obstruir el trabajo del Congreso y de destrucción de bienes públicos.
Desde el asalto del 6 de enero de 2021, más de 950 partidarios de Donald Trump han sido arrestados y acusados de sembrar el caos en el Capitolio. En otros juicios, concluidos entre noviembre y enero pasados, seis miembros de otra milicia de extrema derecha, los Oath Keepers, fueron condenados por sedición, sancionable con hasta 20 años de prisión. Esa vez también fue sentenciado su líder y fundador, Stewart Rhodes.
En Estados Unidos el delito de sedición implica planificar el uso de la fuerza para oponerse al Gobierno, por lo que es difícil de probar y se aplica muy pocas veces.
El juicio de los cinco integrantes de los Proud Boys comenzó en diciembre, en un tribunal de la capital federal.
Y fue en ese contexto que Enrique Tarrio, el jefe de esta milicia de ultraderecha, fue arrestado en Miami en marzo de 2022. Eso sí, durante el juicio se corroboró que no estuvo en el 6 de enero del 2021 –día del ataque–, pero era sospechoso de liderar esa toma violenta al Capitolio.
Según el expediente, Enrique Tarrio habló con Stewart Rhodes el 5 de enero –24 horas antes del asalto– en un estacionamiento subterráneo en Washington y se mantuvo en contacto con miembros de los Proud Boys que entraron en el Capitolio. Los otros cuatro sí estaban acusados de haber participado directamente en el asalto al Capitolio.
En un video, se puede ver a uno de ellos, Dominic Pezzola (sobre quien no se ha dado la sentencia por sedición), con un escudo antidisturbios robado a la Policía de Washington y rompiendo una ventana del Capitolio. También se le condenó por robo en una propiedad del Estado.
Los otros tres sentenciados son Ethan Nordean, Zachary Rehl y Joseph Biggs.
Lo que se sabe de ellos, de acuerdo con las pesquisas judiciales, es que Nordean –de Auburn (Washington)– era líder de una facción de los Proud Boys; Rehl dirigía otra célula del grupo en Filadelfia; y Biggs –de Ormond Beach (Florida)– se autodenominaba organizador del este grupo ultraderechista. Pezzolae, el quitno señalado este jueves, era un miembro del grupo de Rochester, en Nueva York.
El fiscal Conor Mulroe, en su alegato final, advirtió que los autodenominados Proud Boys estaban “alineados detrás de Donald Trump y dispuestos a cometer actos violentos en su nombre”, por lo que –según él– se consideraban “el ejército de Trump” y estaban dispuestos a una “guerra total”.
En ese contexto, ya se sabe que el día de la toma al Capitolio –por la que el mismo Trump está procesado– hubo cinco muertos vinculados directa o indirectamente con el ataque y 140 policías heridos.
Una investigación no vinculante de un comité parlamentario recomendó que se presenten cargos penales contra Trump por llamar a la insurrección y por conspiración contra el Estado.
Y Trump, por su parte, lo considera una maniobra para entorpecer su candidatura presidencial en 2024.
Lo que pasó el 6 de enero en Washington
El ataque al Capitolio de Estados Unidos se registró el 6 de enero de 2021, cuando miles de simpatizantes del magnate republicano Donald Trump se congregaron en Washington para protestar por el resultado de las elecciones de 2020 que ganó Joe Biden. La protesta terminó en un asalto al Congreso estadounidense y dejó como resultado cinco muertos vinculados directa o indirectamente con el ataque y 140 policías heridos. Y un fiscal especial, Jack Smith, está investigando el papel del expresidente republicano, por lo que –cuando termine las pesquisas– podría decidir inculparlo o no por el caos que se desató.