La guerra en Ucrania da un nuevo giro tras la decisión de Estados Unidos de permitir a Ucrania utilizar misiles de largo alcance para atacar objetivos dentro de Rusia.
Esta movida representa un cambio considerable en la política estadounidense y se produce a pocas semanas de la salida de Joe Biden de la Casa Blanca y la inminente llegada de Donald Trump, quien ha sido crítico de la ayuda militar a Kiev.
La tensión ha aumentado desde hace semanas y la escalada se toma como una respuesta de Washington al despliegue de soldados norcoreanos en territorio ruso, aliados ahora de Moscú.
El Kremlin no tardó en reaccionar. Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, calificó la decisión como “echar más leña al fuego” y aseguró que la decisión podría ocasionar “una implicación fundamentalmente nueva de Estados Unidos en este conflicto”.
Vladimir Putin, afirmó que Rusia se reserva la opción de utilizar armas nucleares en respuesta a un ataque contra su país o Bielorrusia, su aliada en el conflicto con Ucrania. “Nos reservamos el derecho de emplear armas nucleares en caso de agresión hacia Rusia o Bielorrusia”, declaró Putin.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski reaccionó a la noticia y aseguró que “los misiles hablarán por sí solos”, celebrando el apoyo de sus aliados en la OTAN.
Los misiles de largo alcance, que Ucrania pedía desde hace meses, podrían ser usados en la región rusa de Kursk, donde tropas norcoreanas ya habrían comenzado a combatir según las autoridades de Kiev. Estos misiles permitirían a Ucrania atacar bases desde las cuales Rusia lanza sus bombardeos, un paso que hasta ahora generaba cautela entre los aliados de la OTAN por temor a una escalada mayor.
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Mientras tanto, países como Francia y Alemania también evalúan su participación con el permiso a Ucrania. París no descarta que sus propios misiles de largo alcance sean usados por Kiev, y Berlín anunció la entrega de 4.000 drones equipados con inteligencia artificial para reforzar a las fuerzas ucranianas.
La situación es tal, que China adoptó un papel de mediador y llamó a un “rápido alto el fuego y una solución política” para evitar que la situación escale aún más.
La realidad de la guerra golpea con fuerza en ciudades como Odesa, donde recientemente un misil ruso impactó en la ciudad dejando 10 muertos y 43 heridos.
A esto se suma el bombardeo masivo del fin de semana contra infraestructuras energéticas ucranianas que dejó 11 muertos y apagones masivos. Con el invierno en puerta, este tipo de ataques representan un grave riesgo para la población civil.
Mientras tanto, el cambio de administración en Estados Unidos añade incertidumbre a la guerra. Joe Biden cierra su mandato con decisiones polémicas que podrían intensificar el conflicto, mientras Donald Trump, próximo a tomar posesión, ha prometido reducir el apoyo militar a Ucrania y buscar una salida más pragmática.
Con esta nueva escalada, el panorama se torna cada vez más incierto, y el camino hacia una resolución pacífica parece más lejano que nunca. A pesar de eso, el presidente ucraniano, afirma que la paz llegará a Ucrania en 2025 por la vía diplomática.