Con megaciudades bloqueadas, cifras de infección en aumento y protestas masivas de chinos que se niegan a seguir encerrados, la política del “cero covid” del gigante asiático llegó a un punto muerto en que las autoridades intentan contener el virus y al mismo tiempo mantener viva la economía y el ánimo colectivo.
Este fin de semana, miles de ciudadanos salieron a las calles de Pekín, Shanghái y Beijing para protestar contra las cuarentenas y las restricciones a la movilidad que rigen en buena parte del país.
Y es que, pese a que la inmensa mayoría del mundo levantó la mayoría de las restricciones y empezó a vivir la “nueva normalidad”, en China los habitantes tienen que presentar una prueba negativa de covid con menos de 24 horas de antigüedad si quieren ingresar a comercios, parques y supermercados.
De hecho, en las principales ciudades hay restricciones para ir a las instituciones educativas y se obligó a las empresas a implementar teletrabajo hasta nuevo aviso.
“Nada de test covid, queremos comer”, “esto no es una vida normal” y “levanten el confinamiento” son algunas de las frases que se escuchan en las calles de China desde hace por lo menos una semana.
Las historias sobre los excesos en las medidas de restricción están por todos lados. Una francesa que vive en Pekín se encontró atrapada en el departamento de su novio el lunes por la mañana después de pasar la noche. ¿La razón? Uno de los vecinos dio positivo, lo que llevó al confinamiento de todo el edificio durante cinco días.
“Cada noche pensamos que podríamos quedar atrapados en nuestro departamento a la mañana siguiente”, comenta la joven, que desea permanecer en el anonimato para evitar posibles problemas.
“Lo único que nos queda es la libertad de caminar por la calle y respirar aire fresco”, prosigue.
Las colas a veces se extienden a lo largo de decenas de metros frente a los pequeños puestos de pruebas PCR esparcidos por todo Pekín.
China: harta del encierro
Las protestas se dan en medio del hartazgo de la población por la estrategia gubernamental de cero tolerancia con el covid.
China es la última gran economía que mantiene la estrategia de “cero covid”, con confinamientos, extensas cuarentenas y test masivos para erradicar los focos de contagio apenas aparecen.
El domingo, China registró 39.506 contagios locales de covid-19, una cifra récord para este país de 1.400 millones de habitantes.
Después de las protestas, las autoridades dijeron el sábado que Urumqi “había reducido las transmisiones sociales a cero” y que restaurarían la “vida normal” en áreas de bajo riesgo de forma ordenada.
En Shanghái, una ciudad de más de 25 millones de personas y que soportó este año un confinamiento de dos meses que provocó escasez de alimentos, cientos de personas marcharon en silencio por el centro de la megalópolis.
Según explicó un testigo a la AFP, los manifestantes mostraban hojas en blanco –un gesto que se ha convertido en un símbolo de protesta contra la censura en China– y flores blancas.
La policía llegó luego y los dispersó, dijo el testigo, que requirió el anonimato.
Múltiples testigos afirmaron que la policía de Shanghái, que no quiso hacer declaraciones, se llevó a varias personas por la fuerza.
Y es que las restricciones del régimen chino son tan estrictas, que este domingo también se confirmó que la televisión nacional está censurando las imágenes del mundial del fútbol en la que salen hinchas sin tapabocas.
Según información verificada por medios internacionales, “la televisión china, al retransmitir los partidos del Mundial de fútbol, ya no saca a espectadores sin mascarilla en sus imágenes, después de que ese tipo de planos causaran enfado entre ciudadanos hartos de las restricciones contra el covid-19”, dijo la AFP.
Para evitar que los telespectadores chinos vean al público de los estadios sin mascarilla, la cadena deportiva de la CCTV reemplazó sistemáticamente, en la retransmisión del partido Japón-Costa Rica, las imágenes en que aparecía gente sentada demasiado junta con planos de jugadores o planos del público tomados lo suficientemente lejos como para que no se distinguieran las caras.
En cambio, en internet sí se podía ver la retransmisión no censurada, incluso en Douyin, la versión china de TikTok.
De hecho, en los últimos cinco días fue muy compartida en la red de mensajería WeChat una carta abierta que planteaba si China está “en el mismo planeta” que Catar, cuestionando la política sanitaria del gobierno chino. Una misiva que, sin embargo, acabó siendo censurada por las autoridades.
¿Relajamiento de medidas?
Lo cierto es que el descontento social ha llevado a que buena parte de los mandatarios locales sientan la necesidad de relajar las medidas. Pese a eso, China es un país que funciona con un poder extremadamente centralizado en el que el presidente, Xi Jinping, es el único autorizado para ordenar cambios en la “política cero”.
“La mayoría de los funcionarios en China saben que la política tal como está ya no tiene sentido, pero nadie puede dejar de aplicarla ya que es la política de Xi y debe mantenerse”, explicó Steve Tsang, director del Instituto SOAS de China en Londres.
Alfred Wu, profesor asociado de la Escuela de Políticas Públicas Lee Kuan Yew de Singapur, detalló que había una tensión creciente entre los objetivos del gobierno central y los de los funcionarios locales.
“El enfado proviene en realidad de los habitantes y también de los funcionarios públicos locales”, cuyos recursos y tiempo se emplean de forma abrumadora en las medidas de “cero covid”, subrayó Wu.
Para Huang, experto en salud en el Consejo de Relaciones Internacionales –un grupo de reflexión estadounidense–, un nuevo año de cero covid provocaría “un trastorno de la economía china y podría hacer que las tensiones sociales llegaran a un punto de ruptura, lo que amenazaría la estabilidad del régimen e incluso podría provocar una crisis de legitimidad”.
Por ahora, las intensas manifestaciones se siguen combinando con cifras récord en ese país, que ha hecho todo lo posible por no perder el control de la pandemia que nació en sus entrañas