El 11 de septiembre no solo es una fecha que partió en dos la historia de Estados Unidos por la caída de las Torres Gemelas en Nueva York en 2001, también es un día que dividió –y sigue dividiendo– a los chilenos: el golpe militar contra el presidente Salvador Allende en 1973. Han pasado 50 años.
Por esas épocas, cerca del tercer aniversario de Allende en el poder, el país austral vivía una crisis económica que generó desabastecimiento de alimentos (por el que el Gobierno culpó a un grupo de empresarios de conspirar) y una inflación de tres dígitos. Así mismo, la crispación política sumía a Chile en una profunda polarización entre seguidores del presidente y opositores que pedían su salida.
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Fue entonces como ese 11 de septiembre de 1973 el Palacio de La Moneda (sede presidencial) fue bombardeado por los militares y lo dejó envuelto en llamas. El ataque dejó al mandatario muerto de un balazo (aún se discute si Allende se suicidó o si lo asesinaron en medio de la toma) y a los militares conquistando el poder.
“Misión cumplida. Moneda tomada. Presidente muerto” fue el mensaje que las tropas militares –al mando del general Auguto Pinochet, nombrado comandante en jefe del Ejército por Allende 19 días antes– entregó a las 2 de la tarde informando sobre la suerte que corrió Allende, el primer presidente socialista elegido por voto popular.
Así Chile, aunque dejó atrás la crisis económica que vivía, se adentró en una dictadura militar de 17 años (se extendió hasta 1990) al mando de Pinochet que dejó miles de muertos y desaparecidos y una brecha insalvable entre los críticos y defensores de ese periodo de la historia.
Una fractura que se profundiza hasta estos días, cuando Gabriel Boric –otrora líder estudiantil que lideró marchas en 2011– lleva un año y medio en el poder. Recientemente, la oposición en ese país se abstuvo de adherir al compromiso para “defender la democracia de las amenazas autoritarias” impulsado por el presidente y que fue suscrito por cuatro expresidentes posdictadura.
La imagen de Pinochet ahora
El 70 % de la población actual de Chile nació después del golpe de Estado. Según la encuestadora Activa Research, el 60 % de los jóvenes nacidos en democracia tiene un concepto negativo sobre Augusto Pinochet, contra el 12 % que tiene una opinión favorable.
“El general se tomó la Presidencia y la nación, y lo hizo en base a sus pensamientos. No creo que haya estado bien”, afirma Cristian Duarte, un programador de 25 años.
Por el contrario, Alexánder Bustamente, estudiante de secundaria de 18 años, piensa que Pinochet fue importante para Chile. “Algunos le llaman dictador, pero igual hizo cosas buenas”.
Justamente, fueron los jóvenes los que sacudieron a Chile en 2019 con multitudinarias protestas que terminaron en un plebiscito y en una constituyente.
De ese malestar emergió el gobierno de izquierda de Boric, que fracasó en el intento de cambiar la Constitución de la dictadura, promulgada en 1980. El Partido Republicano tomó el timón en las urnas y guía el proceso constituyente.
“Las confianzas de los más jóvenes (...) se mueven de manera muy líquida de un lado a otro. En un gran volumen son jóvenes antipolítica que votan por lo que les sirve”, sostiene Rodrigo Espinoza, analista de la Universidad Diego Portales. Lo cierto es que los jóvenes “ven el golpe y la dictadura como una conversación de pasado y no de futuro”, sostiene Espinoza.
Allende y Pinochet “viven” aún
En Chile gobiernan los herederos y seguidores políticos de Allende, pero el Partido Republicano, que reivindica a Pinochet, ganó protagonismo en medio de su oposición a Boric. Por lo cual, 50 años después, ambos personajes se han revalorizado políticamente.
“Este resurgimiento” de la imagen de Pinochet “desde una perspectiva histórica es un péndulo”, dice a AFP la historiadora Patricia Arancibia.
Un 40 % de los chilenos cree que Allende fue el responsable de llevar a Chile al golpe de Estado, mientras la mitad tiene una imagen negativa del general Pinochet, según el estudio de Activa Research.
En plena Guerra Fría, Allende quiso impulsar el socialismo en Chile. Su experimento llamó la atención en América Latina y Europa, pero alertó a Estados Unidos, que tenía conocimiento del golpe militar que se avecinaba, según los documentos que recientemente desclasificó el Departamento de Estado de Estados Unidos.
Pero la figura de Allende resurgió y está presente en “Boric y su generación, los millennials, (que) tienen una visión más bien mítica y positiva sobre un presidente que se suicida y es sucedido por una dictadura militar horrorosa”, sostiene Eduardo Labarca, autor de “Salvador Allende: Biografía sentimental”.
Asesinatos y desaparecidos
Por otra parte, según informes de derechos humanos, la dictadura dejó 1.747 personas muertas y detuvo e hizo desaparecer a otras 1.469, de las cuales se ha logrado identificar a 307. Todavía se desconoce el paradero de 1.162, cuya búsqueda recién la asumió el Estado chileno.
Ejemplo de esto es el caso de Emilia Vásquez, de cuyo hijo –Miguel Heredia, militante de izquierda de 23 años capturado en 1973– no volvió a saber.
“Cuando me dijeron que lo habían tirado al mar fue lo más impactante porque siempre lo quise encontrar con vida”, señala la mujer que hoy tiene 87 años.
Desde 1998, la justicia chilena comenzó a investigar las violaciones de derechos humanos ocurridos en esa época. Por lo cual, actualmente están condenados y en prisión unos 250 agentes de la dictadura militar, entre ellos los responsables de la tortura y del asesinato del popular cantante y autor Víctor Jara.
Augusto Pinochet murió en 2006 a los 91 años y los últimos años de su vida enfrentó procesos ante la justicia en Chile y en Reino Unido, que lo tuvo en detención preventiva en septiembre de 2000 y en enero de 2005. Sin embargo, sus problemas de salud imposibilitaron que las acciones judiciales en su contra prosperaran.
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