Alberto Fujimori murió con 86 años y con los deseos de volver a acumular –por tercera vez– el poder en Perú. En la tarde de este miércoles se confirmó su deceso tras padecer varias complicaciones de salud por un cáncer que llevaba a cuestas.
El hombre fue condenado a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad, pero en diciembre del año pasado el Tribunal Constitucional de Perú ordenó que el político fuera excarcelado de la prisión de Barbadillo, en la que estaba recluido en Lima desde 2007. Alegaron razones humanitarias.
Lea más: Murió Alberto Fujimori, el controvertido expresidente de Perú, a sus 86 años
Cuando el político se vio libre, empezó a ventilar sus deseos de aspirar a un tercer periodo presidencial. Revivió miedos y pasiones. En Perú las percepciones de Fujimori no son tibias: muchos lo consideran como el hombre que salvó a Perú del terrorismo y del colapso económico, otros, afirman que fue un autoritario que abusó del poder y de las instituciones democráticas.
“Mi padre y yo hemos conversado y decidido juntos que él será el candidato presidencial en 2026”, dijo Keiko Fujimori en un mensaje publicado en sus redes sociales en julio pasado.
A Fujimori lo apodaban “El Chino”. Pero era de origen japonés. Gobernó al Perú con mano de hierro entre 1990 y 2000. Bajo su mandato luchó a sangre y fuego contra la guerrilla maoísta del Sendero Luminoso. Envió a una prisión bajo tierra al máximo comandante de ese grupo, Abimael Guzmán. También se enfrentó con los Túpac Amaru.
Ascendió al poder, por primera vez, en unas elecciones en las que derrotó al escritor Mario Vargas Llosa. Después fue reelegido en dos ocasiones que tuvieron el tufillo de fraude.
En la memoria del pueblo peruano está el 5 de abril de 1992. El país que heredó tenía una inflación que alcanzaba el 7.000% y las medidas económicas que tomó tenían descontentos a los sectores sindicales y al Legislativo. Ese día el mandatario –con el espaldarazo de las Fuerzas Armadas– se dio un autogolpe de Estado y acumuló el control de los demás poderes: cerró el Congreso, intervino el poder judicial y el Tribunal de Garantías Constitucionales.
“Soy inocente de todos los cargos que me señalan”, siempre fue la insistencia de Fujimori cuando la prensa o los tribunales lo cuestionaban por sus formas autoritarias.
Era católico, estudió agronomía, se especializó en matemáticas y fue docente universitario antes de saltar a la política. Se casó en 1974 con Susana Higuchi y el matrimonio les duró hasta 1994 cuando la mujer denunció haber sido torturada por organismos del Estado. En esa familia nacieron Keiko Sofía, Hiro Alberto, Sacha Marcela y Kenyi Gerardo.
La década en la que gobernó Fujimori acumuló índices de popularidad arriba, mientras, en la sombra, los agentes del Estado cometían violaciones de derechos humanos. Al “Chino” lo condenaron a 25 años por dos matanzas de civiles durante su mandato.
Con el poder acumulado, el hombre que nació en 1938 quería acceder, por tercera vez al poder. Y lo logró parcialmente. El 28 de mayo se presentó a unas elecciones sin rival –Alejandro Toledo se retiró al considerar que no había garantías– y alcanzó a posesionarse.
Cunado Fujimori llevaba mes y medio en el poder, se difundió un video que todavía en Perú consideran como uno de los mayores escándalos de corrupción en la historia. El jefe de inteligencia, Vladimiro Montesinos, aparecía entregándole dinero en efectivo a un congresista. “El Chino” se vio olbligado a convocar a nuevas elecciones en las que, prometió, no iba a participar.
En medio de la crisis política, Fujimori aprovechó un viaje diplomático a Panamá y desde allí se fugó hacia Japón, la tierra de sus padres. El 19 de noviembre del 2000, desde el exterior, anunció su dimisión al cargo. Sus intenciones de acumular poder los acercaron a Perú y el 21 de septiembre de 2007 lo capturaron.
Pese a las condenas, el fujimorismo tenía porción mayoritaria en el Congreso y, esas mismas razones, lo llevaron a pretender aspirar al poder presidencial.