3
clasificaciones a Juegos Olímpicos tiene el antioqueño Sebastián Villa en su carrera. Estuvo en Londres, Río y Tokio.
10
fue el puesto que ocupó Daniel Restrepo en el Mundial de natación de 2023.
Pararse en la plataforma de clavados, ubicada a 10 metros del suelo en el complejo acuático César Villa Zapata de Medellín, es paralizante. Las manos sudan frío. El corazón se acelera. En el estómago se sienten “mariposas”. Los músculos del cuerpo se tensionan por los nervios.
El cerebro, siguiendo un instinto de supervivencia, les ordena a las piernas que no se acerquen al borde desde el que se lanzan los clavadistas. También le indica a los ojos que, para evitar la sensación de mareo que genera el vértigo, no miren hacia abajo. Por lo menos que no lo hagan mientras la manos, en un reflejo absurdo, no estén agarradas de una de las barandas de hierro que hay alrededor.
Pero el sobresalto no es solo por la altura, que es considerable. Solo para que el lector se haga una idea, desde la plataforma se ve pasar, varios metros por debajo, el tren del metro que circula por la Línea B y hace el recorrido desde la estación San Antonio hasta San Javier.
No. Ese no es el único motivo por el cual los sentidos se alteran. También se debe a que allá arriba —desde donde hay una vista privilegiada cuando el día está abierto y ni las nubes ni la contaminación del aire cubren el occidente de la ciudad— el viento se siente con mucha fuerza. Se observan con imponencia el Obelisco, las montañas de la comuna 13 y el pesebre de ladrillo que compone los barrios de las laderas de la ciudad.
Un reclamo por la igualdad
Las ráfagas violentas que golpean las piernas, los brazos, la espalda, pueden llevar a que quien está de pie en la plataforma pierda la estabilidad. Eso podría conducir a que, por decir algo, un grupo de periodistas que subieron las escalas para llegar hasta la tarima se lleven un buen susto o que clavadistas como el antioqueño Sebastián Villa (32 años), especialista en saltar desde los 10 metros y que ha participado en tres olimpiadas (Londres 2012, Río 2016, Tokio 2020) pierdan técnica y precisión en algún movimiento mientras se preparan para lanzarse a la piscina que tiene cinco metros de profundidad.
Otros factores que también pueden torpedear el entrenamiento de los nadadores de alto rendimiento son el ruido del entorno (los clavados son una práctica que requiere de una profunda concentración), y circunstancias ambientales como la lluvia, los rayos y los cambios de luz que se generan cuando una nube tapa el sol, o el día se abre de repente.
Por eso, los clavadistas paisas llevan varios años pidiendo a las autoridades que pongan una cubierta en la piscina para poder desarrollar de mejor manera sus prácticas. También, con el objetivo de que la adaptación a los escenarios en los que compiten, que sí la tienen, lleve menos tiempo. Eso les permitiría ahorrar recursos.
“Llevamos muchos años haciendo la solicitud, tratando de que se tome conciencia de la importancia que tiene que esto se haga. World Aquatics (ente rector de la natación a nivel internacional) ya no permite que haya competencias en piscinas descubiertas, precisamente porque el entorno afecta mucho el desarrollo de estas”, asegura, parado en la plataforma de 10 metros, Sebastián Villa, que lleva 24 años activo en el mundo de los clavados.
El cambio en la norma se tomó después de los Juegos Olímpicos de Río 2016. Desde entonces, todas las pruebas a nivel internacional se realizan en piscinas cubiertas.
Según Villa, eso no solo beneficiaría a los deportista en el día a día, sino que mejoraría su nivel de competencia y permitiría que Medellín albergue campeonatos que hacen parte del ciclo olímpico, como el selectivo nacional que se realizará el próximo 11 de abril en Pereira y en el que Sebastián buscará quedarse con el cupo de clavados en plataforma para representar a Colombia en París 2024.
Un salto de esperanza
En la mañana del jueves pasado, un sol tímido se empezó a abrir campo entre las nubes que cubrían el cielo de Medellín. Junto a Sebastián Villa, que es moreno, delgado, de cabello liso y una estatura de 1,64 metros, estaba parado el clavadista Daniel Restrepo García en la plataforma de 10 metros.
El deportista, que nació en la capital antioqueña hace 24 años, es blanco, con músculos marcados, cabello bien motilado y mide 1,70 metros. Se especializó, desde que cumplió los 18, en el salto de trampolín de 3 metros.
Precisamente en esa prueba, Restrepo García, amable y cercano a la gente, representará a Colombia en los Juegos Olímpicos que empezarán el próximo 26 de julio e irán hasta el 11 de agosto en Francia.
El paisa, que estudia Producción Musical porque, además del agua tiene una afición grande por los sonidos desde que era pequeño, se clasificó a las justas multideportivas en julio de 2023, cuando después de hacer buenos saltos desde el trampolín en todas las rondas, se metió en la final del Mundial de natación que se realizó en Fukuoka, Japón. Terminó décimo.
“En ese momento mucha gente no daba un peso por mí debido a mi lesión (ruptura en el anillo fibroso y algunas hernias en los discos de la columna). Estaba cogiendo nivel, poniéndome a punto. Entrenaba un poco limitado por la lesión de columna. En el torneo me ayudó mucho la experiencia. Eso me tranquilizó para sacar adelante la competencia. Estuve entre los mejores del mundo, que es algo complejo de lograr y más cuando no estás en tu 100% en lo físico, técnico y psicológico”, recordó Daniel, quien participará en sus segundas olimpiadas de mayores (las primeras fueron en Tokio 2021).
Entrenar entre amigos
Aunque son de generaciones diferentes, Sebastián y Daniel son amigos. El menor siempre sintió admiración por el primero, a quien veía entrenando en la plataforma de 10 metros para participar en Juegos Panamericanos, Centroamericanos y Suramericanos, en los que ha logrado medallas.
Villa, que cuando su homónimo futbolista tuvo problemas por el presunto maltrato de su pareja en Argentina tenía que poner en sus redes sociales que él era el bueno para que no lo insultaran, ha sido medallista de bronce en la prueba de 10 metros en las ediciones de 2011 y 2023 de los Juegos Panamericanos.
Por eso, siempre ha sido uno de los referentes a nivel nacional en esta prueba que Restrepo también realizó desde que empezó su proceso en los clavados, hasta octubre de 2018 cuando se quedó con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Buenos Aires, Argentina, en salto de trampolín de 3 metros.
Después se especializó solo en esa competencia, para la que, junto con Sebastián y los demás clavadistas que hacen parte de la Liga de Natación de Antioquia, se entrena todos los días con la obsesión de alcanzar su mejor forma física y meterse entre los mejores clavadistas de los Olímpicos.
Tal es la obsesión de Daniel por hacer un buen papel en París que, desde que clasificó a los Juegos, detuvo de manera parcial sus estudios y se dedicó de lleno a prepararse para las olimpiadas.
Diario llega desde temprano a la unidad deportiva Atanasio Girardot. Hace ejercicios de acondicionamiento físico con sus compañeros. Después, cuando el día ya se ha despejado y la temperatura ambiente aumenta un poco, se cambia y empieza a hacer trabajos específicos de clavados.
El jueves, por ejemplo, debía hacer 20 saltos, que él mismo, analizando sus movimientos y teniendo en cuenta la fila que pueda haber para subirse al trampolín, ya que con ellos también entrenan deportistas en formación, determina cuánto tiempo se demorará haciéndolos.
Un entrenamiento de un clavadista que tiene nivel para las olimpiadas puede durar entre 5 y 6 horas al día. “Siento que aún no estoy al 100%, pero estoy cerca. Mi lesión limita un poco porque es permanente; sin embargo, con el trabajo de fisioterapia, el proceso médico, trabajando de manera consciente y positivo es algo que se saca adelante”.
Un deportista maduro
“A mí siempre me han dado miedo las alturas. No me gusta asomarme por lo balcones. Cuando yo era pequeño no salía de mi casa, que quedaba en un tercer piso. Ahora, a pesar de que llevo 24 años siendo clavadista, aún me sigue dando un poco de susto. Pero cuando me tengo que lanzar al agua me siento en mi zona, sé qué hacer”, asegura Villa.
Aunque no siempre fue así. Sebastián recuerda que cuando le dijo a su mamá que se quería inscribir en clavados, después de haber estado en BMX, gimnasia y patinaje, entre otras disciplinas, ella no lo quería dejar por su temor a las alturas.
Luego reflexionó y, recordando que a ella no le brindaron el apoyo suficiente para ser deportista de alto rendimiento cuando practicaba natación, decidió no cometer el mismo error con su hijo. Lo inscribió a las clases en el complejo acuático.
La primera vez que subió a la plataforma de 10 metros quedó petrificado. Fue en un compartir que su entrenador organizó con los compañeros y, cuando estaba comiendo, se le cayó una servilleta. Villa no pudo tan siquiera mirar hacia los lados. Pero con el tiempo le fue tomando confianza a saltar desde esa distancia.
El primer gran recuerdo que tiene son los Juegos Suramericanos de 2010 en Medellín. Después se dedicó de lleno a mejorar sus movimientos como deportista. Pero eso cambió con el tiempo.
Después de que su presencia se volvió habitual en las olimpiadas empezó a estudiar. Ahora es administrador de empresas y recientemente finalizó una maestría en dirección de entidades deportivas en la Escuela Universitaria Real Madrid. Por eso trabaja en la parte administrativa del Inder de Envigado.
“Ahora que soy un deportista más maduro y la vida le va cambiando mucho a uno, mi idea es llevar una carrera doble: ser atleta olímpico, pero a la vez trabajar en el sector deporte”, dice Villa.
Y agrega que se prepara con ilusión para lograr el cupo a París. Quiere ser finalista allí. Se ha venido preparando para eso durante este ciclo completo que le ha dejado momentos de alegría. Además, está orgulloso por su carrera de 24 años, en la que él y sus compañeros han tenido que sortear escollos, como tener que subirse diariamente a una plataforma de 10 metros sin cubierta, con todos los riesgos que esto implica, para seguir luchando por su sueño olímpico.
La adrenalina del salto
A las 11:00 de la mañana el sol ya estaba en su apogeo en el occidente de Medellín. Sebastián Villa se paró, de espaldas, en la punta de la plataforma de 10 metros. Abrió los brazos, cerró los ojos, se concentró, respiró profundo y se lanzó hacia la piscina. Dio un par de vueltas en el aire antes de entrar, con el cuerpo recto, al agua de la pileta.
Mientras tanto, Daniel Restrepo bajó las escalas hasta el trampolín de tres metros. Se fijó en la rigidez que tenía el aparato, que es uno de los que más se utiliza en el escenario. Vio que estaba correcto. Caminó hasta la punta. Metió un par de brincos con la técnica precisa y luego se lanzó al agua mientras daba, en tiempo récord, dos vueltas acrobáticas en el aire.
Luego se paró, en una de las plataformas de tres metros, un debutante en el mundo de los clavados. Las manos le sudaban frío. El corazón se le aceleró más de lo normal. Los músculos de las piernas se pusieron tensos. El tipo se veía desesperado mientras miraba la piscina y calculaba la caída.
Adentro lo esperaba Villa, para ayudarlo a salir. Después de tanto pensarlo se lanzó. La adrenalina se apoderó de su cuerpo. Sintió un vacío en el pecho y después la calma de entrar al agua. Todo en un segundo. Desde las plataformas de clavados del Complejo Acuático César Villa Zapata de Medellín la vida se ve diferente.
¿Cuántos cupos tiene la natación?
Hasta el momento, Colombia tiene 40 deportistas clasificados a los Juegos Olímpicos de París 2024. De esos cupos, solo dos pertenecen a la natación. Además del antioqueño Daniel Restrepo, a las olimpiadas también clasificó el nadador risaraldense Luis Felipe Uribe, quien tiene 22 años y compite en salto de trampolín tres metros.
10
fue el puesto que ocupó Daniel Restrepo en el Mundial de natación de 2023.
3
clasificaciones a Juegos Olímpicos tiene el antioqueño Sebastián Villa en su carrera. Estuvo en Londres, Río y Tokio.