Pierde sentido aquello de “ojos que no ven, corazón que no siente” cuando de salud visual se debe hablar. Y más al recordar lo que la Organización Mundial de la Salud -OMS- estimó en un estudio global divulgado a finales de 2019: en el mundo hay 2.200 millones de personas con deficiencia visual o ceguera. Y subrayó que en más de 1.000 millones el daño pudo evitarse.
Miopía, hipermetropía y cataratas son de los problemas más comunes entre esas personas que por falta de atención y tratamiento quedan resignadas a vivir en esas circunstancias, con limitaciones para el desarrollo individual, la vida en sociedad y el desempeño en misiones cotidianas. Calculaba entonces la OMS que atender las necesidades insatisfechas de esos 1.000 millones de personas demandaba US$ 14.300 millones.
Ante una realidad inquietante como esa, que se pudo agravar como consecuencia de la pandemia, la Clínica de Oftalmología Sandiego hace el llamado a prestarle atención a la calidad de la visión. La conducta correcta en todo ser humano es que a los seis meses de vida inicien los chequeos, señaló Diego Armando Alzate, jefe de Óptica y Laboratorio.
Y al menos cada dos años, en el caso de los niños, deberían continuar las revisiones hasta cumplidos los seis años. Y en adelante, lo recomendable es visitar al oftalmólogo una vez al año para tener certeza sobre el correcto funcionamiento y la atención o tratamiento oportunos en caso de alguna novedad.
El directivo de la Clínica Oftalmológica Sandiego subrayó que un examen completo permitirá establecer el tipo de solución ante eventuales defectos refractivos que el paciente pueda tener o si sencillamente basta con una protección. Y que opte por lentes o una cirugía, de ser el caso. Recomendó buscar atención pronta cuando aparezcan algunas señales de alarma. Por ejemplo, estar viendo cocuyitos o sentir picazón son motivos para visitar al especialista y no aplazar la revisión.
Muy importante, además de la disciplina con las evaluaciones del especialista, son los buenos hábitos. Puntualmente, la utilización ya muy frecuente de dispositivos móviles tendría que hacerse con alguna protección y evitar que las luces lleguen directamente a los ojos. Además, adoptar límites de tiempo para hacer pausas al menos cada 20 minutos. “Eso lo que hace es que relaja un poco los músculos que mueven el cristalino y ayudan al enfoque, y evita que no se queden rígidos y en una posición”, explicó el jefe de Óptica y Laboratorio de la Clínica de Oftalmología Sandiego.
Miopía, hipermetropía y astigmatismo son las enfermedades más comunes. De la primera (dificultad para ver de lejos) se están observando crecimientos considerables, lo que está relacionado con las costumbres en el uso de teléfonos, tabletas, computadores, etc. “Al tener todo el tiempo enfocada la visión con las pantallas cerca, los músculos que abrazan el cristalino se ponen rígidos en una posición y nos perjudica la visión lejana”, detalló.
Y entre los buenos hábitos, son fundamentales la sana alimentación (basada en verduras, frutas y granos). También, la protección con lentes especiales, preferiblemente gafas formuladas; y utilizar gotas hidratantes. No sobra recordar la conveniencia de no omitir la visita al especialista si aparece alguna molestia o irritación, que puede ser considerada mínima, como consecuencia del ingreso de alguna partícula o un bicho al ojo. O incluso ante el enrojecimiento, el parpadeo, la sensación de cansancio, dolores de cabeza constantes o síntomas como la visión borrosa u opaca.