Deliciosos los chicles ¡no!... Pero, ¿qué diablos hacemos con ese caucho insípido cuando nos empieza a desencajar la mandíbula? Lo más fácil es tirarlo a la calle escupiéndolo por la ventana del auto.
O pegarlo disimuladamente en la mesa del bar. O, en el peor de los casos, dejarlo en las sillas para que quien llegue se siente en él y se lo lleve para la casa.
No. Esto es lo que generalmente la gente maleducada hace con los chicles. Qué bueno sería que cuando ya el famoso cauchito cumplió su función, sacáramos una servilleta, lo envolviéramos ahí y luego lo depositáramos en un tarro de basura.
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