El día más feliz en la vida de Miguel Ángel*, de 10 años, fue cuando conoció el mar de Tolú. Sus ojos color miel aún brillan al recordarlo.
Miguel Ángel, nacido un 11 de septiembre, es uno de los 15 pequeños que hacen parte de la Fundación Niños del Sol, que alberga a menores portadores del VIH, hijos de padres con Sida o que requieren protección.
Las fotos que adornan una de las paredes de la sala de la casa, ubicada en Envigado, dan testimonio del paseo y de la labor de María Cecilia Ortiz Cancino, alma del hogar y a quien cariñosamente llaman Mami. Los cinco millones de pesos para cancelar la excursión se los donó la Fundación Clásico de Ejecutivos.
Ejemplo de vida
La Mami conoció el VIH en 1991, cuando una de sus amigas del alma resultó positiva, al lado de su hija de cuatro años (la primera menor diagnosticada en Colombia) y su esposo. La niña perdió la batalla y murió. El marido falleció, dos años después, en un accidente de tránsito.
Este drama, que sentía como suyo, la llevó a tocar puertas, asesorarse y buscar ayuda. En esa tarea llegó a la Fundación Eudes. "Era muy difícil porque no había medicinas y los pacientes no tenían Sisbén", recuerda y revela que en ese momento se "enamoró de la pandemia". Ver la cara de los pacientes, con ese miedo a la muerte y tan débiles, la llevó a convertirse en voluntaria.
En 1996 decidió retirarse de su empleo en el departamento de mercadeo de EL COLOMBIANO, para dedicar todas sus energías a la Fundación como directora.
En una Navidad de 2004 invitó a dos niños de Eudes para que compartieran las fiestas de fin de año con sus hijos Ana Cristina, Paula Andrea y Camilo, que la apoyan en su misión. Los padres de los pequeños, portadores de VIH, desaparecieron. Tras la coyuntura y el matrimonio de sus hijos, decidió vender su apartamento en El Poblado y con su pensión de 292 mil pesos abrió la Fundación. "Estás loca", le decían los escépticos.
De lo que recibe de pensión, más algunos ingresos que llegan por el Plan Padrino (donación de 10 mil pesos mensuales de 80 voluntarios, aunque sólo 20 lo hacen cumplido) y 200 mil pesos que le consigna su hermana Ligia y otras contribuciones esporádicas de amigos y familiares, debe pagar millón y medio de pesos de arriendo y demás gastos del hogar. Pese a la escasez y sin el apoyo estatal, no pierde la fe y sostiene que siempre alguien toca la puerta para dejarle mercado.
Miguel Ángel, quien piensa que sufre una enfermedad en la sangre, dice que tiene tres mamás: La virgen María, su madre biológica y María Cecilia. "Ella es muy buena, dejó sus comodidades para cuidarnos", reflexiona.
María Cecilia se siente orgullosa de los chiquitines. "Sueño con verlos convertidos en profesionales y terminar mis días al lado de ellos, mis tres hijos y mis nietos". Sus ojos azules se iluminan cuando cuenta que los dos mayores, con quienes comenzó el proyecto, ya están en bachillerato.
Aunque no le gusta pensar en el futuro, pues prefiere vivir el presente, está segura que mientras tenga fuerzas seguirá cobijando todas las noches, como un ángel de la guardia, a muchos niños como Miguel Ángel, porque es lo que la hace feliz.
* Nombre cambiado para proteger la identidad.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
