Es común que Jacobo, a sus tres años, desee estar con mamá y papá en todo momento.
Sin embargo, hay instantes donde el pequeño quiere jugar con sus amiguitos, estar con ellos, prestarles juguetes y tener "conversaciones interesantes" con niños de su misma edad.
Para que Jacobo pueda aprender el valor de la amistad, a expresarse con palabras y de compartir, es preciso que socialice con sus pares, o sea, con chicos de su misma edad.
Estar juntos es clave
"La socialización es importante ya que permite aprender a compartir en sana convivencia con los demás. Es entender que el mundo se mueve con normas y límites que los niños en la primera infancia aprenden jugando", asegura Olga Lucía Viveros, directora del Kínder Pinocho.
Así, el chico en esa primera infancia aprende a esperar los turnos, a ser paciente a expresar los sentimientos y se inicia la creación de lazos de camaradería y afecto con personas diferentes a la familia.
Los jardines infantiles son los espacios que ofrecen aquellos primeros pinitos sociales a los más pequeños de la casa.
Todas las acciones que realizan en su primer salón de clases les ayudan a formar aquellas dimensiones del ser humano. Dejan la pena, la timidez y además inician ese proceso de agilidad motriz e intelectual que potencian más adelante, en la primaria.
Pautas para la vida
Socializar les ayuda a conseguir sus primeros amiguitos.
Según explica la licenciada en educación preescolar Lina Marcela Rodríguez, en los preescolares se refuerzan aquellas pautas y hábitos que solo aprenden con sus pares y pocas veces con los adultos.
"Su proceso debe seguir en el preescolar. Es una etapa que necesitan. Claro está que hay aspectos claves evolutivos como su identidad individual y autonomía que se deben apoyar, pero lo primero es que aquellos valores sociales se trabajen", opina la coordinadora pedagógica del Jardín Infantil Vida Nueva.
Los maestros son los mediadores, sin ellos aquella socialización se convertiría en peleas y lloriqueos sin control.
El elemento de aprendizaje en esta etapa es el juego, que debe de ser el vehículo para socializar, a través de este los niños encuentran las diferencias que hay entre sus amigos y deben a empezar a comunicarse más con las palabras y menos con los gestos que usan en su hogar.
"Los niños se comportan diferente cuando están con los papás a como lo hacen cuando se encuentran con niños de su misma edad. Ellos aprenden muchas cosas que no pueden aprender en el ambiente familiar", agrega Cristina Zuluaga, directora del Jardín Infantil Chiquilandia.
En fin, es recomendable que el pequeño de la casa inicie desde temprana edad esa socialización que los padres de familia no le pueden dar y que solo jugando con sus nuevos amigos recibirán.
Como papá y mamá no tenga miedo. Su hijo con el paso de los cursos en el preescolar se transformará en una personita sociable a la que le harán falta sus papás, pero también sus amigos.
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