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La constitución del 91 tuvo un sello galanista

16 de agosto de 2009
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Me han preguntado si el galanismo aún existe en Colombia. La respuesta a esta inquietud la encuentro en una idea que repetía Luis Carlos Galán con frecuencia: "A los hombres se les puede eliminar pero a las ideas no".

En ese sentido diría que el galanismo, como seguimiento de un líder, fue un producto no buscado por el Nuevo Liberalismo y que como tal tuvo vigencia mientras Luis Carlos Galán estuvo presente.

El galanismo como una declaración de principios y un programa político sí ha trascendido y de manera sutil hoy la sociedad colombiana vive, se apropia y defiende ese legado. La razón de ello es simple y emocionante, las ideas de Galán llenaron de contenido la Constitución de 1991.

Hoy buena parte del marco constitucional que tenemos responde al ideario de Galán. Los ejes de su pensamiento son, al igual que en la Constitución, el valor intrínseco del individuo y la importancia de la democracia.

Ya en 1985 en el programa del Nuevo Liberalismo se recogía la necesidad de hacer que quienes ejercen la responsabilidad política ante los ciudadanos rindan cuentas y abran nuevos espacios de participación directa.

En este contexto, se proponía la elección popular de gobernadores y alcaldes, la democratización de los partidos y la creación de circunscripciones adecuadas para facilitar el acceso al poder de las minorías. Elementos que hoy hacen parte de nuestro ordenamiento constitucional.

Cambio en la visión política
La política para Galán era algo que iba más allá de la simple actividad partidista, era un compromiso personal con la solución de los problemas colectivos fundamentado en el diálogo y en la persuasión racional. Por ello, promovió romper con prácticas que desnaturalizan esta visión del hombre y la sociedad.

Galán luchó por eliminar actividades clientelistas como los auxilios parlamentarios, que abusan de la necesidad para obtener votos; buscó la financiación de las campañas por el Estado y los topes para evitar que la decisión electoral obedezca al impacto publicitario y no al contenido programático e insistió en la necesidad de un estatuto que diera garantías al ejercicio de la oposición, para garantizar la pluralidad necesaria en la construcción de la opinión y de las leyes.

La reforma de las conductas políticas debe ir acompañada de la consolidación del Estado de Derecho y el consecuente rechazo a la cultura de la ilegalidad en todas sus manifestaciones.

En este sentido acercar la ley al ciudadano y el fortalecimiento de la justicia eran fundamentales, Galán propuso que la reforma a los códigos como el penal, dejara de ser privilegio de una comisión de técnicos y fuera producto de un proceso que involucrara la participación ciudadana devolviendo la discusión al Congreso.

La justicia, debía ser fortalecida en su independencia, profesionalización, administración y presupuesto. Los jueces debían tener la certeza de que contarían con condiciones de vida y seguridad dignas y sus puestos no estarían sometidos al vaivén político.

Todas estas propuestas encontraron respuesta en la Constitución de 1991, así como sus planteamientos para la mujer, la juventud y las minorías étnicas. Para Galán, el ser humano era el centro y fin de cualquier lucha política, y su maestro sobre este tema fue un campesino de Landázuri Santander quien le dijo: "doctor Galán: yo antes que Liberal, soy colombiano, pero antes que colombiano soy un ser humano".

* Especial para EL COLOMBIANO
Senador de la República, hijo de Luis Carlos Galán

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