De cumpleaños, Helenita Vargas pidió un hígado. Primero, acomodó las velitas, muchas, algunos dicen que 79. Luego, con un gesto casi teatral, contuvo la respiración, sacó de adentro un viento seco y sopló.
En medio de la celebración, Helenita había hecho el intento de cantar con un hilo de voz, al lado de Fernando Gamboa y Roberto Gómez, dos íntimos a los que con una suerte de inocencia y risa aún llama "mis maridos".
¿Puedo pedir un deseo?, preguntó. "Claro", le dijo Guillermo Fernández de Soto, otro de aquellos que no se despega de Helenita desde hace 40 años.
Y entonces dijo "que aparezca mi hígado". Eso fue como a las 9:00 de la noche del 3 de marzo de 2009. Para ese día, completaba un año esperando el trasplante. Todos se fueron de la fiesta y Helenita, muy débil por aquellos días, se acostó.
A las 4:30 de la madrugada del día siguiente, Guillermo recuerda que entró la llamada o más bien el milagro, depende como se mire. "Era la hermana de Helenita, Alicia, a la que le dicen la 'Monja', para contarme que habían llamado de la Fundación Valle de Lilí, de Cali, para informar que había aparecido un donante".
19 de Marzo de 2009.
"Tuve la buena suerte de escuchar a Helenita por teléfono, ella en Cali, yo en San Francisco. Confesó que no pasó un buen día y también admite que su nuevo hígado funciona perfectamente. Los otros tres minutos los dedicó a agradecer a los amigos...me tocó decirle: Helenita, te tengo que dejar, debo salir...era mentira, se me iba quebrando la voz".
Sofía Helena Vargas Marulanda odia que le digan Helena o Sofía. "¡Pero así, a muerte. Tiene que ser Helenita!", dice Pilar Ibarra Vargas, su única hija. Lo cuenta desde California, E.U., unos segundos después de haber dicho que su madre, pese a estar en recuperación, no puede contestar entrevistas. "Intentemos por correo electrónico", propone.
Era una niña, de 16 años, cuando Helenita se le presentó a su ídolo Agustín Lara, en el hoy demolido hotel Alférez Real, para decirle, "escúcheme, yo quiero cantar". Cantó y Lara, como si fuera un profeta, la bendijo.
Seguía siendo niña, de 17, para la fecha en la que fue elegida reina de Belleza, cosa de la que se arrepiente. "Me daba pena que me miraran la cola", dijo en una entrevista el año pasado.
A esa edad era demasiado joven también para casarse a escondidas con un senador de la República, que la triplicaba en años. La misma Pilar recuerda que "fue un amor de perros".
El doctor Hernán Isaías Ibarra era tan viejo, que había sido uno de los hombres más cercanos de Jorge Eliécer Gaitán. El Concejo de Cali hasta le puso a una de las calles su nombre. "La ciudad está en deuda de rendir un brillante y merecido homenaje a uno de los más grandes hombres públicos con los que ha contado la ciudad y el Valle del Cauca", dice el decreto.
Pero si Helenita Vargas hoy supiera que la carrera 8 con la calle 25 y el puente sobre el río Cauca llevan ese nombre, seguro no pasaba por ahí. "¡Si es que nos fuimos a pasar la luna de miel a Pereira y el hijueputa llevó a la moza!", le confesó Helenita, cierto día en medio de una risotada, a Mario Fernando Prado, otro de sus grandes amigos.
29 de Abril de 2009.
"Otra vez está en su apartamento. Valiente, sufriendo, resistiendo las consecuencias del trasplante. Los médicos conceptúan que todo es normal. Helenita se siente feliz de estar en sus cuatro paredes, dice que está baja de ánimo pero cree, como esperamos todos, que está cerca su total recuperación. ¡Así se canta Helenita!".
Ha pasado tanto tiempo. Hace 35 años, Helenita llamó por teléfono a su guitarrista, Fernando Gamboa, para decirle: "Vente para acá que esta noche se va a presentar en el Intercontinental Alicia Juárez, la esposa de José Alfredo Jiménez. Trae la guitarra que queremos hacerle una atención", dijo.
A las 2:00 de la tarde Gamboa recuerda haber llegado a la reunión. Más tarde, rememora haber escuchado cantar rancheras y, al final, haber visto correr trago de mano en mano a más no poder. A las 8:00 de la noche, Helenita, algo confusa, se acordó: ¡Alicia, tu presentación!".
Alicia y sus músicos salieron corriendo para el Intercontinental, tambaleándose de lado a lado. "La mexicana estaba completamente rascada", se acuerda Gamboa. Esa noche, según la prensa de esos años, fue el gran fracaso de la Juárez ante un público que entre dientes rumoraba, "¿estará borracha?".
Mayo 12 de 2009.
"Coincidencialmente el domingo, Día de la Madre hablé con Helenita. La verdad, la escuché de mejor semblante, sentí una entonación en su voz como cuando se prepara para el concierto".
Helenita puede que desde enero no camine, y que ahora ande sobre una silla de ruedas. Pero si de algo está seguro Roberto Gómez es que Helenita no ha perdido el humor.
Llevan 25 años acordándose del día en que, luego de una presentación, terminaran en un andén detrás del Hotel Nutibara en Medellín. Estaban Helenita, Roberto y el inefable tanguero Ángel Cárdenas.
Eran las 5:00 de la mañana. Roberto tocaba, Ángel cantaba y Helenita lloraba. En esas pasó un borrachito, que muerto de la perra dijo: "yo les colaboro", y tiró un billete de cinco pesos.
Hay una falsa creencia que es preciso desvirtuar. Y en eso coinciden los mejores amigos de Helenita. Una cosa es que la "Ronca de oro" no se subiera a una tarima sin pasarse por la boca un brandy, y otra muy diferente que tuviera problemas de alcohol. Los médicos han dicho incluso que lo del trasplante se debió a una cirrosis biliar primaria. "Es una enfermedad autoinmune que atacó el órgano y de ahí la operación", dice Pilar.
Agosto 25 de 2009.
"Otra vez hablé con Helenita. Su salud es perfecta, eso era lo que estábamos buscando, fíjense como la energía positiva, al igual que las oraciones, hacen su trabajo".
¿Es posible olvidarse de María de los guardias? Hace un par de años, Helenita hacía fila en un supermercado, cuando una señora, muy segura de sí, la abordó.
"Quiere que le diga una cosa señora, usted se me parece tanto a Helenita Vargas", dijo. Entonces, con algo de orgullo patrio, Helenita contestó: "Pues le cuento que yo soy la que canta María de los guardias". La mujer dijo algo así como que se fuera a cañar a otro lado. "Y pa' eso que ese día estaba bien despintada, con una cara de c...que al final no me creyó", contó después Helenita.
Uno de los momentos más aciagos en la carrera de esta mujer que cuando se casó por segunda vez conoció el amor sincero, tuvo que ver con la pérdida progresiva de su voz.
Luis Guillermo Restrepo, otro de sus compinches, se acuerda que Helenita duró dos años sin cantar. En septiembre del año pasado se reunieron Hernán Duque, Uldarico Minotta, el "Mono" Velasco y otros, para grabar un disco aficionado.
En el estudio de grabación Paranova Films, de Cali, se apareció, casi que en andas, Helenita Vargas. Todo estaba dispuesto para el silencio incómodo y obligado de la cantante. El ingeniero de sonido, recuerdan los protagonistas de la escena, no daba un peso por el resultado del disco. En algún momento, alguien comenzó a tocar "Mi huella", el bolero de toda la vida de Helenita.
"Si dices que nunca te acuerdas de mi, esconde la cara no sabes fingir. Verían tu mirada tan llena de mi, que con tus mentiras los harás reír si dices que nunca te acuerdas de mi. Porque fueron tantos, tantos, tantos y tantos los besos que una vez te di, que aunque te lavaras y de piel cambiaras seguiría mi huella palpitando en ti".
De algún lado, del pecho o a lo mejor del alma, Helenita comenzó a sacar un canto suave y pertinaz. Nadie lo podía creer. Sus cuerdas vocales se deslizaron hasta seguir con "Golondrinas", el tango de Gardel. Los instrumentos se fundieron con la voz y el milagro se hizo otra vez. La atmósfera que se creó fue tal, que los músicos no aguantaron y terminaron llorando.
29 de Junio de 2010.
"Tuve suerte, hablé con Helenita, está en este momento en manos cuidadosas en Cali, donde le prodigan todo el amor posible, allí la quieren como la queremos todos los colombianos. Me atendió por ser yo el vocero de sus admiradores y me pidió que les dijera que gracias a todos nosotros, su salud es buena. Esto dijo, no quise preguntarle nada más, no quise fatigarla": Jorge Valencia Rosas, fan y amigo de toda la vida.
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