El amor propiamente no es un valor. Amor es un sustantivo abstracto. Existe en la mente con fundamento en la realidad. Existen personas que aman. El distintivo de la persona es amar. "No somos personas, nos hacemos personas amando" (Max Scheler). Existen dos personas, Dios y el hombre. Dios ama. El hombre ama.
Amar es dar, más aún, darse. Quien ama convierte la relación en unión, en comunión, en comunidad. El amor todo lo cree, el amor todo lo espera; el amor lo es todo, el amor es eterno, el amor no pasará jamás, escribió S. Pablo. "El amor sólo tiene una palabra, que aun diciéndola siempre, no la repite jamás" (S. Bernardo). El amor vuelve eterno el instante. Dios es amor, eterno presente.
Todo lo que llamamos valor, como alegría, gentileza, respeto, comprensión, acogida, generosidad, lo es en la medida en que procede del amor. De lo contrario es apariencia, engaño. Quien ama despliega recursos infinitos para expresar su amor. Es alegre, gentil, respetuoso, comprensivo, acogedor, generoso. Infinitas son las buenas actitudes del amor.
El sustantivo amor procede del verbo amar. Amar es el infinitivo, forma no personal del verbo. Existen el amante y el amado, participios de presente y de pasado del verbo amar. Amante es el que participa de la acción del verbo amar, y amado el que la recibe. Amante es el que ama, y amado aquel a quien se ama.
El Cántico Espiritual comienza así: "¿Adónde te escondiste / Amado?" Se refiere a Dios. Dios es el Amado del poeta, y éste, su amante. Dios, por amar al hombre, es su Amante, y aquel a quien ama, es su amado. Amantes y amados a la vez. Los versos de S. Juan de la Cruz dejan arrobado al lector.
"¡Oh cristalina fuente / si en esos tus semblantes plateados / formases de repente / los ojos deseados / que tengo en mis entrañas dibujados!" Quien lo ama, se vuelve Dios por participación.
El amor es el valor de todos los valores. Dios es amor y el hombre, imagen y semejanza suya, es amor.
Hablar del valor y del amor es hablar de Dios y del hombre. Por ser amor, el hombre está llamado a ser uno con Dios. Dios y el hombre son los valores que hacen todo valioso. Quien mira con los ojos de Dios, descubre el milagro del amor, fundamento de todos los valores.
*Monticelo, Centro de Mística
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