"Me siento como si despertara de un mal sueño", fueron las palabras de doña Ana Julia, madre de Julio César Buitrago, policía secuestrado por la guerrilla de las Farc hace diez años. "Ahora viene una nueva vida, en la que recuperaremos el tiempo perdido, el tiempo que duró la pesadilla del secuestro", agregó.
Esta mujer, de 69 años de edad, celebró el rescate en un hogar humilde ubicado al occidente de la capital colombiana con un rostro sonriente y los ojos mojados de la emoción. Su hija Estella Buitrago y su esposo Bernabé Buitrago, compartieron con ella la alegría por el retorno al hogar de su hijo Julio César Buitrago, secuestrado por las Farc el 3 de agosto de 1998.
En medio de la emoción por la noticia doña Ana Julia anunció que con una gran fiesta celebrará el reencuentro con su hijo, "una fiesta en la que recuperaremos las risas perdidas en diez años", dijo.
Entre llamadas de los diversos medios de comunicación y las luces de las cámaras, doña Ana Julia comentó que nunca perdió la esperanza de volver a ver a su hijo y que hoy entiende que esperar con calma da resultados.
"Esperé, lloré muchas veces durante el secuestro de mi hijo, sentí la soledad más de una vez, pero persistí hoy me siento renovada. Es como si mi hijo hubiera vuelto a nacer", comentó.
En la casa del cabo las paredes habla de él. En ellas están colgadas las condecoraciones que recibió siendo parte de la Policía Nacional. También está su alcoba intacta, una pequeña y oscura habitación víctima de la soledad que perduró allí durante su cautiverio.
Lágrimas
Por su parte, Bernabé Buitrago, padre de Julio César Buitrago, de ochenta años de edad, quien dijo sentirse feliz por el rescate de su hijo y de los otros 14 secuestrados. Lloró con la noticia, mientras sostenía el retrato de su hijo que acompañó por diez años la sala de su casa junto a las velas que representaban la luz de esperanza de su regreso.
Sin embargo, Don Bernabé no se mostró muy positivo sobre la paz del país. "Puede que la liberación de los secuestrados sea un gran paso que disminuye la guerra en Colombia, pero hay que recordar que aún hay gente secuestrada a la que no podemos olvidar y mientras haya gente lejos de su hogar no podemos hablar de paz en Colombia".
En este humilde hogar la alegría desbordó los pasillos que recibieron a conocidos y familiares de Julio César Buitrago que esperan ansiosos su regreso. En medio de ellos estaban ‘las niñas’, sus sobrinas, quienes no tiene total conciencia de lo que pasa sólo sonríen, presienten que tienen un motivo para estar felices, no conocieron a su tío.
Pero sin duda, quienes más aguardan el final feliz de estos diez años de cautiverio son las hijas de Julio César Buitrago, a quienes no conoció y que hoy son casi señoritas, con diez y doce años de edad. Ellas sólo atinan a decir: "qué rico, vamos a conocer a papá".