Días enteros destinados al juego, más de 80 pares de zapatos en el clóset -muchos de ellos sin usar-, jornadas extensas sentados frente al computador y un interés excesivo por el entorno laboral, hablan ya de una adicción.
No se pueden controlar. El deseo de consumir, comprar, hacer o tener es más poderoso que su propia fuerza de voluntad. Tanto así, que esos excesos condicionan las relaciones sociales, de pareja y hasta el bolsillo, algunos llegan a la ruina, el divorcio o las rupturas familiares.
Placer y evasión de situaciones molestas, dolorosas o incómodas son, -según el toxicólogo Hugo Gallego-, los argumentos de quienes tienen algún tipo de adicción. Esa que ellos, por su propia cuenta, se niegan a reconocer.
Y más peligroso que no reconocer las propias adicciones, los especialistas llaman la atención sobre aquellas de carácter psicológico que hoy emergen desde edades muy tempranas.
"En la actualidad han surgido las llamadas dependencias psicológicas, no químicas o sin sustancias, entre las que se destacan la ludopatía, la adicción a las compras, al trabajo, al sexo, al ejercicio físico y a las tecnologías, que empiezan a ser preocupación para la salud pública, por los problemas que ocasionan en la esfera psicosocial de los sujetos afectados por este tipo de problemáticas", subraya Miguel Ángel Sabogal García, presidente de la Asociación Colombiana para la Salud Mental.
Las más raras
Algunas resultan inverosímiles, pero existen, tal vez, tantas adicciones como personas en el mundo.
La pagofagía es una de ellas y es ese deseo incontrolable por comer hielo. Está también la filopatía o adicción a las personas.
Esta última hace parte de las adicciones emocionales, que se caracterizan por excesivas demandas afectivas, relaciones interpersonales estrechas y relaciones de pareja desequilibradas, "prevalece la sumisión y la idealización de la pareja con baja autoestima e imperiosa necesidad del otro, que lleva a comportamientos excesivos de aferramiento y temor a la soledad", indica Sabogal García.
La tanorexia o el deseo de broncearse todo el tiempo, también hace parte de la lista de adicciones algo desconocidas. Se suma la ergomania o adicción por el trabajo, la tricotilomanía o el deseo de arrancarse el pelo. La nomofobia o la dependencia al teléfono móvil llevada al extremo.
Así podrían nombrarse muchas más y la lista sería casi infinita.
Sin embargo, es importante saber que para el tratamiento de este tipo de patologías es necesaria una intervención mixta en la que intervengan psiquiátras y psicólogos. Los primeros para manejar la ansiedad y los segundos, para desarrollar una terapia cognitiva, en ella se trabaja sobre el pensamiento de las personas, que es obsesivo, y la ansiedad de tener las cosas es decir, la compulsión del comportamiento", explica Juan Carlos Posada, psicólogo.
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