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A Escobar Montoya

  • José Guillermo Ánjel R. | José Guillermo Ánjel R.
    José Guillermo Ánjel R. | José Guillermo Ánjel R.
13 de agosto de 2010
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Recordado y admirado Javier, la muerte resulta siendo una ecuación en que, a partir de un episodio (vivir), nos igualamos (o integramos) con la eternidad o, en conceptos químicos, hacemos parte de esa gran molécula que carece de fin y que, en resumidas cuentas, es el universo o al menos lo que imaginamos de él a partir de la palabra infinito. Le digo esto porque usted era un buen matemático, un buscador de reacciones a partir de las impurezas (que son las que producen el hecho químico, como dice Primo Levi en El sistema periódico ). Quizá por esto, por provocador, por ver en lo insignificante lo que tenía significado, a usted lo llamaban sus alumnos el "loco" Escobar. En nuestro medio la locura con bases es síntoma de genialidad. La sin bases, sería una estado crítico político. Pero no se trata de leerlo a usted a partir de lo que destruye la humanidad sino referenciándolo en lo que la hace posible: ser.

Y usted, querido Javier, era. De aquí su interés por descubrir a partir de la lógica matemática, que no solo estaba compuesta por números y símbolos sino por una arquitectura que propiciaba espacios de literatura, arte, física, filosofía y tango. Porque la vida no es un guardarse en una botella con formol sino un expandirse como un cuerpo que evoluciona y, al hacerse preguntas, sufre adaptaciones, reposos y movimientos nuevos y en direcciones distintas. De aquí lo interesante que era hablar con usted, siempre respetuoso, introduciéndolo a uno a la espacialidad. Se dice que en las catedrales el hombre se sentía en contacto con la infinitud. Con usted, uno entraba en otros infinitos, en la real música de las esferas, y en un espacio en el que los movimientos no eran simples giros sino firuletes inesperados, como bailando el canyengue.

Y es claro, el universo es una danza. Usted usaba zapatos de danzarín. Y en ese moverse, está lo que es y lo que hay detrás, que es la incertidumbre (por eso le gustaba a usted lo cuántico y el teorema de Fermat, hacer teatro y bailar el tango). Pero su trabajo, recordado Javier Escobar Montoya, que se fundamentó en la geometría como el de Spinoza (¿qué son la química y la física sino sistemas more geométricos?), trasciende lo matemático y lo lleva a lo estético y lo ético, como bien lo escribió en su libro Estética, ética y lógica por los caminos del álgebra , texto que escribió con María V. Vélez T., y en el que hace una propuesta: podemos ser más humanos, buscando la belleza, a través de las formulaciones del matemático George Boole. En fin, es una pena que usted haya muerto. Pero, a la vez, su vida fue una enseñanza precisa. Vale.

Javier Escobar Montoya (Medellín 1941-2010), ingeniero químico de la UPB y profesor de la Escuela de Ingenierías de esta misma universidad. Autor de varios libros de matemáticas y de esculturas como La cinta de Moebius y el Hipercubus. Miembro del Seminario amigos de la física y tanguero. Vivió.

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