Para algunos es como la cereza del pastel, otros lo han comparado con el postre de una buena cena o la emoción de la llegada después del esfuerzo de una maratón. Es el último capítulo de una serie, el final de una historia que usualmente acompañó a la audiencia por varios años y como tal merece ser contada de la mejor manera. Y en eso radica su importancia.
En mayo, Damon Lindelof, uno de los showrunners más famosos de la televisión, era recordado al conmemorarse 10 años del último episodio de Lost, una de las mejores series de todos los tiempos, coinciden en ellos críticos y seguidores.
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La revista Rolling Stone incluyó a Lost en las 100 mejores de la historia. En esa remembranza volvió el fantasma que lo persigue, el decepcionante desenlace que según la máster en narrativas seriales Paula Bateman Castaño, parecía que no tenía nada que ver con lo que se había establecido temporada tras temporada. “Ese es un ejemplo perfecto de cómo un final polémico puede mancillar el legado y enturbiar el significado global de lo que fue sin duda un fenómeno histórico de la pequeña pantalla”, señalaba una reseña de Efe en el aniversario.
¿Por qué es importante?
El cierre de cualquier historia audiovisual es tan valioso como el comienzo. El reconocido libretista antioqueño César Augusto Betancur, conocido como Pucheros, precisa que “esos capítulos son especiales, el primero y el último son a los que más tiempo le dedica el escritor”.
Al indagar si un libretista tiene claro el final de una serie desde que comienza, Pucheros cree que no y lo mismo piensa Paula Bateman. “Es muy difícil porque las series, sobre todo las americanas, buscan tener por lo menos siete temporadas, entonces tú tienes que irle metiendo la ficha y mirar cada año a ver qué más te inventas, es muy complejo que alguien tenga claro cómo va terminar en esas condiciones”, dice la especialista.
A la hora de crear ese cierre y cuando las series son de la vida de alguien o de algún suceso conocido (Chernobyl, Luis Miguel, The Crown, por ejemplo) son más definidos los momentos que puede tener ese fin, pero “si es algo que yo estoy inventando y los personajes son creación mía, el final depende de mí, yo invento y decido cómo voy a terminar”, indica Betancur.
Y aún sabiendo que ese desenlace es tan importante, ¿por qué hay unos que generan disgusto en la audiencia y se convierten en controversiales? “Yo creo que eso tiene que ver –comenta el libretista– con que son tan exitosas que cualquier remate que le pongan va a generar debate y ahora más al calor de las redes sociales, siempre habrá división”.
Esa popularidad de programas como Game of Thrones o Lost son un arma de doble filo, complementa Bateman, porque la gente empieza a generar hipótesis sobre el fin y sacan toda clase de teorías locas, complejas y hasta bien desarrolladas. “Para los seguidores es maravilloso porque les genera mucha interacción, para las series también porque les da publicidad, pero para los creadores no tanto porque es todo un reto”. Así explica un poco lo que pasó con ambas series, “tratando de sorprender con un final que nadie se esperaba y eso muchas veces es peor porque no sigue el hilo conductor que se venía utilizando desde antes y pasan cosas que van en contra de los arcos dramáticos de los personajes y de la consistencia que se venía manejando, terminan siendo un desastre”.
A los lectores de EL COLOMBIANO se les preguntó en Facebook y Twitter qué series tuvieron un final grandioso y cuáles no tanto, y en compañía con críticos y especialistas quedaron estas ocho reseñas.
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Las que no gustaron
Lost
Un final lleno de desencanto para quienes siguieron la serie. Bateman explica que los escritores, “por querer hacer algo distinto, que nadie más había pensado, terminaron inventándose ese cierre que a nadie gustó y a la mayoría frustró. Parecía que no tenía nada que ver con lo que se había establecido”. La serie terminó en mayo de 2010 después de seis temporadas.