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Y si tiene fiebre por las series ¡no es el único!

2018 marcó un récord en número de producciones televisivas de este tipo: 495. Los usuarios, beneficiados con la oferta, viven una adicción “seriéfila” no vista.

  • 2018 marcó un récord en número de producciones televisivas de este tipo: 495. Los usuarios, beneficiados con la oferta, viven una adicción “seriéfila” no vista. FOTO Sstock
    2018 marcó un récord en número de producciones televisivas de este tipo: 495. Los usuarios, beneficiados con la oferta, viven una adicción “seriéfila” no vista. FOTO Sstock
  • Se emitió de 2004 a 2010 por el canal AXN en Colombia. Actualmente se puede ver en Netflix. FOTO Cortesía
    Se emitió de 2004 a 2010 por el canal AXN en Colombia. Actualmente se puede ver en Netflix. FOTO Cortesía
  • Se vio de 2008 a 2013 por AMC. Actualmente en Netflix. FOTO Cortesía
    Se vio de 2008 a 2013 por AMC. Actualmente en Netflix. FOTO Cortesía
  • Se puede ver en Netflix. Estuvo al aire de 2007 a 2015 por AMC. FOTO Cortesía
    Se puede ver en Netflix. Estuvo al aire de 2007 a 2015 por AMC. FOTO Cortesía
  • Se emite por HBO que tiene en su aplicación las 7 temporadas anteriores. FOTO Cortesía HBO
    Se emite por HBO que tiene en su aplicación las 7 temporadas anteriores. FOTO Cortesía HBO
05 de enero de 2019
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Una reja, como de un castillo, se eleva. Tres hombres a caballo, vestidos de negro, con antorchas, emergen hacia un espacio sombrío, frío y lúgubre. Salen al mundo exterior, tan blanco como la nieve que lo rodea. No hay más. Es invierno. Un muro inmenso separa el espacio.

En el camino uno de los hombres se desvía y encuentra cuerpos desmembrados que forman una figura en el suelo. Lo que ocurre después es miedo, caos y muerte.

Así arranca la primera temporada de Juego de Tronos, la serie que, según la escritora, investigadora y PhD en Comunicación María del Mar Grandío Pérez, es la que ha desencadenado un mayor fenómeno social y transmedia en el mundo en los últimos ocho años. Así lo explica en su libro Adictos a las series: 50 años de lecciones de los fans.

Pero esto no empezó con Juego de Tronos. Según Grandío Pérez, que haya televidentes apasionados con una producción de televisión es connatural a su existencia: “desde Star Trek hace 50 años hasta nuestros días”.

¿Qué explica la manía hoy?

Hay un tema inicial de oferta y demanda. Un reciente estudio de FX Networks reseñado por la revista Variety confirmó que en 2018 se emitieron 495 series originales entre estrenos y continuación de temporadas (sin incluir dramas diurnos, programas especiales de un episodio, en idiomas distintos al inglés y contenidos para niños). Y de esa cifra, 160 se estrenaron en plataformas en línea (Netflix, Amazon Prime, Hulu, Facebook Watch, Youtube Premium o Crackle).

La investigación detalla que entre 2014 y 2018 hubo un aumento del 27 % en cuanto a producciones que se vieron en televisión en general (canales pagados, de cable, emisión en vivo y en línea), pero lo que más sorprende es el hecho de que en ese mismo período el incremento en las series originales y disponibles a través de plataformas de internet creció 385 %. Para Fabiola Ávila Morales, periodista especializada en televisión del portal Sensacine México, esta cantidad da pie a una “edad de oro que ha hecho que personalidades que solo se dedicaban al cine se unan a la televisión, siendo Julia Roberts y la serie Homecoming los casos más recientes”. Si ya había fiebre, esto dispara el termómetro.

La calidad es vital

Un segundo punto lo trae el crítico de series de Barcelona y académico, Toni de la Torre, autor de varios libros sobre el tema (Series de culto, La historia de las series, Series que no me dejan dormir). Él explica que las razones de esta “locura” tienen mucho que ver con “el salto cualitativo que las series han dado en los últimos años. El tipo de historias que cuentan son valientes y arriesgadas, implican al espectador y lo atrapan con propuestas nunca vistas”.

Dicen críticos de cine y televisión como Paula Chaparro que no hay que generalizar en que todas las series son buenas, pero sí se nota un esfuerzo en competir directamente con la industria cinematográfica. Allí hay dos argumentos diferenciadores: el de grandes inversiones que antes no se daban y el cambio de estatus de los guionistas y creadores, hoy conocidos como showrunners (ver glosario).

Cuenta De la Torre en su libro, Series de culto, que esa edad de oro de la televisión coincide con la consolidación de la figura del autor en el medio televisivo. “Los dos grandes nombres que contribuyen a esta nueva forma de autoría son David Chase y J.J. Abrams. El primero se convierte en el autor en mayúsculas para la industria de la televisión con Los Soprano (6 temporadas de 1999 a 2007), que marcó un punto de inflexión por el elevado grado de excelencia que se exigió al programa y al espectador. El segundo, con Lost, consiguió dotarse de un aura de genio creador con una cuidada puesta en escena”.

Y el tema fue sucesivo porque de esos equipos de trabajo salieron nuevos talentos que crearon títulos como 24, Homeland, Breaking Bad y Mad Men.

Se mueven las emociones

Hay un tercer atractivo con las series de ficción: son auténticos universos de emociones capaces de generar “acérrimos fenómenos a su alrededor”, apunta Grandío Pérez.

Las series plantean temas humanos trascendentales, relevantes y críticos. “No son tan largas como una telenovela ni tan cortas como una película, no agota la trama en poco tiempo y son capaces de dosificarla”, precisa Johnny Orejuela Gómez, jefe del departamento de Psicología de la Universidad Eafit.

Los espectadores se identifican o con la historia o con los personajes. Todo va a depender de su posición subjetiva. Por ejemplo, Chaparro, cuenta cómo The Walking Dead no la enganchó, “lo intenté varias veces, incluso hice maratón (ver glosario) de la primera temporada a ver si de pronto pasaba algo en mí, y nada”.

La especialista Ávila Morales asegura que no se puede precisar si hay temáticas que marquen diferencia porque para no ir muy lejos, unas series de médicos funcionan y otras no. “Igual pasa con las de abogados, policías o familias. Hay ahora un auge por los asesinos seriales y las llamadas narcoseries, pero considero que la apuesta es crear personajes que sean fuertes, débiles o ambos y que generen empatía con el público”.

El vehículo del disfrute seriéfilo son los personajes y los universos representados, resume Grandío Pérez. Son el elemento adictivo, que engancha y no suelta. Esto remonta a la necesidad humana de contar historias y de escucharlas como reflejo de la vida. “Eso se llama involvement (hacer parte de), según los académicos anglosajones”.

Desde el punto de vista psicológico, interpreta Orejuela, la historia personal de cada quien, lo que lo moviliza, lo que tiene valor y sentido en su vida y lo que está alineado con su contexto cultural tiene mucho que ver con que se enganche con una serie o no.

¿Por qué no se puede parar?

Las plataformas de servicio en línea dan la posibilidad de ver toda una temporada en forma continua. Hay tanto nivel de tensión que es difícil detenerse, “mantiene a la persona en vilo episodio tras episodio, es un fenómeno adictivo y lo será en la medida en que logre captar las posibilidades de identificación del televidente”, concreta Orejuela.

Esto se llama binge-watching (ver glosario) y se popularizó en febrero de 2013 cuando Netflix estrenó en línea y de manera completa la primera temporada de House of Cards (13 episodios). Se hizo habitual ver series así, llegaba la era de personalizar el consumo.

Un informe de 2018 realizado por Deloitte y reseñado por Forbes concluyó que los milenials (nacidos entre 1980 y 1996) y los centenials (de 1996 a 2011) lideran la tendencia de ver series sin parar. Allí hay un juego entre el deseo, la necesidad y la gratificación. “Cuando un espectador está enganchado ha llegado a un punto de no retorno en la experiencia audiovisual y continuará hasta el final de la propuesta narrativa”, especifica Grandío Pérez, quien anota que además hay un vacío cuando un capítulo se acaba y hay que esperar ocho días para continuarla o cuando una serie termina definitivamente. Es un duelo similar al fin de una relación amorosa.

Cuando se acabó Breaking Bad, por ejemplo, generó 1,24 millones de trinos, 22.373 mensajes por minuto con la etiqueta #GoodbyeBreakingBad (Adiós Breaking Bad). El vacío que quedó en los espectadores se analizó como el que deja cualquier situación satisfactoria que termina en la vida.

Al usuario de series actual se le califica como omnívoro: “es un consumidor caracterizado por tener un amplio y diverso catálogo. Hay espacio tanto para el arte elevado como para la televisión comercial”, dice Grandío Pérez. Y el fenómeno pareciera no va a decaer. Mientras haya televisión que no deje dormir, la pantalla seguirá encendida en la plataforma que sea.

Y volviendo a esos caballeros medievales que emergieron del muro para traer uno de los universos más populares de las series –el de Juego de Tronos– el fanatismo se agudiza. Los espectadores (12,1 millones de personas que vieron el último capítulo), siguen a la espera de saber qué pasará con Jon Snow. Si no sabe quién es este personaje y ni siquiera ha escuchado su nombre, es posible que haya vivido en una cueva o un iglú los últimos ocho años, es que solo así puede ser inmune a la fiebre de las series.

Series de culto que han marcado la historia reciente de la televisión

Lost y el punto de inflexión narrativo

En su libro Adictos a las series: 50 años de lecciones de los fans, María del Mar Grandío Pérez asegura que Lost ha sido una de las series más importantes de la historia reciente de la televisión. Es la primera ficción seriada con una audiencia social simultánea y universal. Tiene ese componente adictivo que empuja a la audiencia a consumir más y más. “Lost fue un carrusel de emociones guiados por sus creadores (J.J Abrams y D. Lindelof). Con todo este coctel explosivo lleno de agujeros y personajes traumatizados en busca de sentido, la lógica era que este mundo saltara de la pantalla a la realidad. Y así lo hizo. De la mano de los fans. Fue una serie tremendamente adictiva”, con ella llegaron las descargas masivas semanales en internet en todo el mundo. Los seguidores tenían que ver pronto la serie, ya que internet se llenaba de teorías y spoilers (ver glosario) del capítulo emitido.

Se emitió de 2004 a 2010 por el canal AXN en Colombia. Actualmente se puede ver en Netflix. FOTO Cortesía
Se emitió de 2004 a 2010 por el canal AXN en Colombia. Actualmente se puede ver en Netflix. FOTO Cortesía

Breaking bad y su oscuridad

Breaking Bad, explica Toni de la Torre en su libro Las series que no me dejan dormir, rompe una regla en la mayoría de ficciones según la cual el personaje bueno tiene un final feliz y el malo acaba mal. “Aquí es el noble quien está destinado a llevar una vida de pobreza y dolor mientras otros muchos, más mezquinos que él, viven en una posición de bienestar. La serie de Vince Gilligan (que fue guionista de Archivos X) habla de la venganza, de devolverle la puñalada a la vida, que es injusta por naturaleza (...) Breaking bad une diversas tramas en una mezcla que empieza con un flashforward (secuencia de sucesos primaria en una historia que es interrumpida por la inter jección de una escena que representa un acontecimiento futuro) muy potente y que es difícil de digerir incluso para los que tienen un estómago acostumbrado a altas dosis de nihilismo y guiones sombríos”.

Se vio de 2008 a 2013 por AMC. Actualmente en Netflix. FOTO Cortesía
Se vio de 2008 a 2013 por AMC. Actualmente en Netflix. FOTO Cortesía

Mad men y su comunidad de seguidores

Pequeños, pero refinados, así define Grandío Pérez a los seguidores de Mad Men, otra serie que movió fibras emocionales en los espectadores “al retratar una sociedad en la que no importa tanto la verdad sino el estatus, con personajes que van consumiéndose prácticamente hasta el final, muriendo poco a poco en sus noventa y dos episodios. Nunca tuvo grandes números, pero su canal AMC quería una serie de nicho que permitiera generar una gran marca de contenido audiovisual, algo que ya estaba haciendo HBO. Para la crítica Paula Chaparro la época en la que se desarrollaba la trama le encantaba, pero el reparto ni la motivó ni el tema le causó curiosidad. Para su productora los ratings no eran lo más importante. Según Grandío Pérez “Mad Men no fue masiva porque nunca fue fácil de ver. La serie fue un producto para paladares refinados, pero instaurada en la cultura popular”.

Se puede ver en Netflix. Estuvo al aire de 2007 a 2015 por AMC. FOTO Cortesía
Se puede ver en Netflix. Estuvo al aire de 2007 a 2015 por AMC. FOTO Cortesía

Juego de tronos y el final se acerca

Explica Grandío Pérez que Juego de Tronos se ha coronado como la serie más vista, la más pirateada y la que más conversación en la red ha generado. Tendrá su final definitivo en abril de 2019.

“Las claves de su éxito las encontramos en una de las mejores narrativas televisivas del momento, la espectacularidad de una superproducción y haberse dirigido al espectador propio de la cultura audiovisual actual, compuesta de múltiples fenómenos fan. HBO ofreció un producto audiovisual tremendamente ambicioso desde el punto de vista de su producción que no iba a dirigirse a un grupo selecto de audiencia, sino al espectador propio de la nueva cultura y narrativa audiovisual contemporánea. Basada en los libros de George R.R. Martin, tiene que lidiar con dos tipos de audiencia que deben vivir en completa armonía: los lectores de los libros y los espectadores televisivos”.

$!Se emite por HBO que tiene en su aplicación las 7 temporadas anteriores. FOTO Cortesía HBO
Se emite por HBO que tiene en su aplicación las 7 temporadas anteriores. FOTO Cortesía HBO
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