Cada dos años, el Parque de Exposiciones Porte de Versailles se convierte en el epicentro de la actividad automotriz. El futuro de esta industria se refleja en los espacios de exhibición de las diferentes marcas que participan del Salón del Automóvil.
Y aunque este año algunas marcas como Ford, Volvo, Rolls Royce o Bentley optaron por no estar, aduciendo altos costos y un impacto no tan fuerte, la muestra francesa sigue como una de las más importantes para conocer qué tendencias vienen para el mundo de las cuatro ruedas.
Los cuestionamientos a la industria del automóvil por su aporte ambiental, y la sombra del caso Volkswagen con sus pruebas falseadas en los motores diésel para lograr pasar pruebas de emisiones americanas y europeas, hacen que una de las vetas que explotan en esta muestra las marcas sea la de los carros eléctricos, como primera apuesta por una movilidad más ambiental.
Uno de los retos en este campo está dado por la autonomía de los vehículos. Y al listón que puso la firma Tesla, al presentar en meses recientes su modelo X, que tiene una autonomía superior a los 540 kilómetros, una de las primeras respuestas se escuchó esta semana en la apertura del Salón de París.
Daimler presentó la que sería su nueva división EQ, orientada al desarrollo, diseño y fabricación de carros con tecnología eléctrica en su totalidad y con la mira
de presentar modelos que puedan tener autonomías de largo alcance.
También Volskwagen, intentando paliar en algo aún los efectos de su dieselgate, se enfocó en su presentación en las tecnologías eléctricas, con su prototipo compacto I.D.
Claro que la combustión tradicional (gasolina o diésel) no esta ni menos en desuso.
Carros tradicionales de Hyundai, con el renovado i30; BMW, que presentó el X2; Mini; Skoda, con la SUV Kodiaq; y cerca de 90 lanzamientos más hacen parte de este auto show en el que diseño y la tecnología ponen a rodar la movilidad futura.