Por Sergio Villamizar - Colprensa
Tras cada una de las más de 1.500 funciones que ha realizado de La Pelota de Letras desde su estreno en 2004, el comediante Andrés López suele salir a encontrarse con el público, tomarse fotos, dar autógrafos e intercambiar algunas palabras.
Son en esos momentos de retroalimentación en los que Andrés puede darse cuenta del impacto que ha logrado y la permanencia de una obra que no pierde vigencia, que a través del humor toca algunas de las raíces más profundas de las familias colombianas.
A su memoria llega cuando la presentó por primera vez a un pequeño público en el desaparecido Hard Rock Café de Bogotá, con una puesta en escena que sabía que gustaría bastante, pero jamás se imaginó el alcance que tendría.
La Pelota de Letras cumple 20 años y por eso Andrés López vuelve con el López Tour 2024. Una celebración que ya comenzó con una nueva temporada en Bogotá y que continuará en distintas ciudades del país. Por ahora no hay fecha para Medellín, pero las anunciará próximamente.
20 años de La pelota de letras, una obra clave en la historia de la comedia en el teatro colombiano...
“Este forajido se metió en todo tipo de discotecas por allá en el año 1996 y venía contando cuentos desde 1990, por lo que han sido 34 años parado en las tablas, en el concreto, en lo que salga, contando cuentos. Yo ante todo, cuentero, siempre cuentero, entonces lo que hice fue combinar los cuentos, y siempre, a esos cuentos, les ocurría la comedia, porque la gente siempre se reía de los cuentos que yo contaba.
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Ese tipo de pasiones requieren de una buena dosis de terquedad...
“Eso me caracteriza, soy muy terco, pero terco gourmet. Eso me hizo serpentear las distintas situaciones y tumbar murallas, por lo que uno hace es lo que dice Kike Santander en la canción de Gloria Estefan: ‘Abriendo puertas, cerrando heridas’”.
¿Por qué una obra como La pelota de letras no ha perdido vigencia en 20 años?
“Creo que tanto La pelota de letras como Llegar a Marte son obras que se hacen con amor y rigor. Una de las frases de Octavio Paz es que a los latinoamericanos nos hace falta rigor, y esa frase me llegó hondo, en verdad hay que tener rigor y ver el verdadero origen de las cosas.
Siempre esperamos que en otro país inventen las cosas para que nosotros hagamos la versión colombiana, y quise empezar desde el origen, desde la hoja en blanco. Yo realmente no pretendía hacer o traer el stand up comedy a Colombia, que en Estados Unidos no es considerado un género académico, simplemente es una manera de pararse y hacer las cosas dentro del ecosistema de los actores de teatro y sus circuitos”.
¿Qué esperaba?
“Poder hacer cosas nuevas, narraciones nuevas. Sentarme, escribir, recoger lo que decían en las fiestas mis amigos, las películas que veíamos, lo que pensábamos de la vida, lo que nos decían los papás, los abuelos. Era ver la familia y la gente se reencuentra con eso en la obra, y más allá de sentirse identificada, lo que quiere es revisitar ciertos estados de familia, ciertos momentos, como que vuelven a visitar la familia, al papá, vuelven a tener un diálogo con sus hijos, incluso con los que ya no están.
Me ha parecido maravilloso que con La pelota de letras se acompaña a parientes que están en hospitales y se están despidiendo”.
Se estaba formando como comediante...
“Primero me formé como artista, como un coleccionista de asombros que va por la calle y no da por sentadas las cosas, que todo le parece extraordinario, ese algo que te golpea la percepción y no lo puedes dejar por sentado y tienes que preguntar todo acerca de ello. Ese ha sido el éxito de 20 años de temporada de la misma comedia cambiante, porque es una estructura que constantemente saca ramas, porque cuando la escribí no había internet público en 1993, sin redes sociales, y de todo eso hay que hablarlo”.
¿Cómo ha sido esa constante actualización de La Pelota de Letras?
“Nadie se baña dos veces en la misma comedia. Fue el mismo ejercicio de las obras de William Shakespeare, no creo que él se hubiese sentado a escribir todas las obras que conocemos y luego enviárselas a los actores. Creo que fue todo un proceso gradual como una especie de bola de nieve para ver realmente las cosas que funcionan en un escenario y sustentan la estructura de una obra de teatro.
Por eso, las obras de Shakespeare son tan largas porque son una colección de todo lo que funcionaba en un escenario. En el caso de La Pelota de Letras es la colección de mis asombros, de lo que puedo comunicar y construir un diálogo, porque una comedia no es un monólogo, el público actúa con el actor”.
Dicen que hacer comedia es algo muy serio...
“Hacer arte es algo muy serio, y la comedia es de lo más exigente, o haces reír o te bajas, y no solamente es hacer reír, porque hacer reír realmente es la parte fácil, el cómo hacer reír es lo difícil.
Un cuentero amigo mío me decía que habían dos risas. Había una que ‘rían por qué, y otra ‘Por que ría’ (porquería), yo soy del bando ‘rían por qué’, que exista un motivo del por qué de la risa, que al final sientan que hubo un manejo de emociones, porque la otra está en la caducidad de la misma porquería, que siempre es la misma, eso no ha cambiado, el facilismo es el mismo. Siempre me ha interesado que exista una risa de impacto, una risa conspirativa, como que las cosas cambien”.
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¿Cómo las nuevas generaciones de comediantes han utilizado el camino que usted abrió con La Pelota de Letras?
“Yo hice mi patrón de ejecución y ya está en cada persona ver cómo lo interpreta. Para mí fue un camino de décadas, tortuoso, de puertas cerradas. A mí me tocó en discotecas con el público más difícil que es el que no sabía lo que yo estaba haciendo. Me tocó todos los tipos de escenarios, todo tipo de situaciones, lo he visto todo. Son 34 años de tareas, así que sé el origen de todos los chistes. Ya está en cada cual encontrar las puertas abiertas.
El actor y comediante español Agustín Jiménez una vez me dijo: ‘En el escenario se para mi mejor yo’, pero la construcción de ese ‘mejor yo’, cuesta trabajo, y para ello se requiere lo que decía Octavio Paz, ‘tengamos rigor’, comprometido con comprender las audiencias, las telarañas que nos quieren imponer, formando siempre primero al artista.
Cuando alguien se me acerca y me dice que quiere ser comediante, siempre le digo que primero cambie el deseo, porque primero debe desear ser artista, y después elige”.
Tras 20 años, cientos de funciones, ¿Cómo mantener la chispa en cada una de las funciones de La Pelota de Letras?
“Lo que me mantiene en los escenarios es el deseo de la audiencia, del público que quiera que yo me pare ahí. Una sola persona que quiera disfrutarlo, que quiera ver el show, para mí es suficiente, es mi trabajo.
Si no se tiene gente interesada ir al show, gente recogiendo los mensajes que he enviado en una botella, haría otra cosa, pero existe una afinidad y es lo que me impulsa a seguir llevándola a escena durante 20 años, todos los fines de semana, con más de cien funciones al año, porque dejé de contar funciones hace años, como en el gremio de los aviadores, quienes dicen que no importan las horas de vuelo, la siguiente es la importante. Ocurre lo mismo en el teatro, no importa la cantidad de veces que te has presentado, la más importante es la siguiente presentación”.