Si hay una posición geográfica donde ha estado siempre el diseñador Christian Colorado es el sur. Nació en el sur del Valle de Aburrá, en el municipio de Caldas. En el barrio Kennedy, al sur de Bogotá, vive actualmente y tiene su taller. “Los del sur” es el nombre de su más reciente colección: la presentó en los eventos paralelos a la Semana de la Moda de Nueva York. Una propuesta con la que hizo un Time Lapse de los lugares donde la vida lo ha puesto.
—Recuerdo que cuando niño compraba ropa en la iglesia del barrio y nunca conseguía de mi talla, entonces la ajustaba, por eso mis colecciones no tienen tallas fijas, sino que se ajustan al cuerpo con ganchos, cuerdas o pinzas.
Christian es aficionado a los números: tiene varios tatuados en la piel. En sus colecciones hay una relación con los múltiplos del siete. En “Los del sur”, por ejemplo, fueron 70 metros de tela y 21 salidas. Utilizó elementos como cucharas, cucharones, tenedores, destapadores de gaseosa, llaves y ganchos de ropa. También algunas herraduras con las que le hizo un homenaje a su familia que colecciona estas piezas.
Tiene un ojo bastante afinado y a cada cosa que se le cruza le encuentra una oportunidad para transformarla en moda: en camisetas, sacos, pantalones, carteras. Pocas veces se va por materiales convencionales. Las primeras colecciones las hizo con retazos.
—Hay mucho negro en su trabajo, ¿cuál es esa conexión?
—Uso mucho las emociones a la hora de trabajar, yo hago todo con las manos, el corazón y la cabeza, entonces ese color me transmite melancolía y yo lo que hago es darle vida de alguna manera, también porque me exige demasiado para ser creativo y eso a mí me encanta.
Para “Los del sur” todas las chaquetas las cortó y cosió él. Es de los que todavía se sienta y hace, no ha perdido la fascinación por crear. Toda la colección fue producida con un solo textil, el paño.
En los acabados gran parte combina terminados high-end de la sastrería artesanal con crudos que representan la obra negra: eso tan común en las casas del sur de Colombia. La propuesta de estilismo se enfocó en las uñas, las hizo ver sucias para representar el orgullo obrero que también aprendió en su adolescencia.
—¿Cómo fueron sus inicios en la moda?
—Recuerdo a mis tías diciendo que sería el que soy el día de hoy. Los primeros vestidos los hacía para las muñecas de mis primas, porque no crecí con hermanas mujeres. Una tía que tenía un taller de confección me pasaba retazos para comenzar a coser. También hice accesorios con chaquiritas y con retazos de jean, hacía bolsos que mi mamá los usaba y me ayudaba a vender en la empresa donde trabajaba. Luego ella montó un taller donde aprendí a entubar pantalones y le cogí la lógica a los patrones. Le hacía la ropa a mi hermana para que fuera a la oficina.
A los 18 años Christian ya vendía sus creaciones en una feria en el barrio 20 de Julio de Bogotá, al sur de la ciudad. Más adelante estudió diseño para la industria de la moda en el Sena, allí fue donde comenzó a soñar con ser un diseñador de alta costura. En 2015 nació su marca: su primera pasarela nacional fue en Colombiamoda 2016 y el debut internacional en la Semana de la Moda de El Salvador en 2017 (esa fue la primera vez que salió del país).
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—¿A cuáles personalidades ha vestido?
—El primero fue Maluma que usó una chaqueta que hice, se la puso para un concierto con Carlos Vives. El año pasado hicimos un proyecto con Piso 21. He vestido muchas veces a Pipe Bueno, también a J Balvin y Jowell & Randy, pero la verdad a mí no me gusta el reguetón.
—¿A qué suena su vida?
—A “Los caminos de la vida” de Los Diablitos.
Justamente “Los caminos de la vida” de Los Diablitos fue una de las dos canciones que sonó en su pasarela en Nueva York: puso a los asistentes a escuchar vallenato. Música nostálgica y muy colombiana, porque también hizo parte de esa playlist “El camino de la vida” del Trío América.
Christian Colorado es un diseñador del folclor cotidiano de los barrios. Esa es la esencia que lo inspira y por el contrario, dice, se aleja mucho del folclor tradicional o de las artesanías. Prefiere más bien lo que ha sentido en la piel, lo que sus ojos han visto en las calles que ha recorrido en sus 34 años de vida.
—¿Qué planes vienen más adelante?
—Voy a abrir la primera tienda física en Colombia, en Bogotá, antes de mitad de año.