Entrar a la habitación de César Ramírez es ingresar a un museo de figuras.
Superman, Batman, Hulk, Spawn y Darth Vader se encuentran ubicados en las vitrinas que César instaló en las paredes de su habitación y que ahora están recubiertas por más de 1.700 personajes de los cómics, el cine y la televisión.
Las hay pequeñas como el dedo índice y otras altas y pesadas, tanto que pusieron en aprietos a su dueño para bajarlas de su ubicación en el museo y tomarles un par de fotos para este artículo.
“Yo siempre digo que no es que me haya nacido la idea de una colección, sino que nunca murió mi gusto por los superhéroes. En un intercambio que hice a Suiza conocí que el universo que rodea a los cómics era más amplio. Allí me di cuenta que los juguetes que tenía en mi casa para jugar podrían iniciar mi colección”, explicó César.
De unas cuantas a 1.700
De regreso a Colombia y con 18 años, el coleccionista, ahora docente de la Universidad Pontificia Bolivariana, quiso recuperar aquellos juguetes con los que jugaba, ya que algunos habían viajado a Bogotá, entregados a su sobrina.
“Cuando fui a rescatar mis juguetes la encontré jugando con Han Solo de Star wars, al que tenía como Ken de su Barbie (risas). Una figura que en buenas condiciones y en su caja podría valer ahora $2.400 dólares”, dice.
Con el rescate de Han, algo parecido a la misión suicida que Luke y la princesa Leia realizan para salvar a su amigo de Darth Vader, César retomó su colección e inició la búsqueda de los muñecos que ahora ocupan el 80 por ciento de su pieza.
Una colección que cumple 22 años y en la que Batman es el personaje que manda.
Es su superhéroe favorito y por ello tiene unas 200 figuras de él, empezando con las de Adam West cuando lo interpretó en la serie de televisión hasta las figuras de acción que salieron de los filmes del Caballero de la noche, dirigidos por Christopher Nolan.
El hombre murciélago está en todas las formas: sin su máscara, con capa, sin ella y obviamente acompañado de Robín y los villanos de Ciudad Gótica.
Aunque no están solos, pues el universo de Star wars, Spawn y los superhéroes de Marvel y DC también tienen su puesto en las vitrinas a las que no les queda un espacio vacío para ubicar una figura más, o eso parece. “Siempre estoy buscando nuevos personajes. Si sale uno nuevo de Batman no dudo en conseguirlo”, expresa César.
Recuerda también que una compilación nunca está completa, y que una buena colección no es la que más figuras tiene. “El coleccionista le da su valor”, dice César.
Karla y su futura casa museo
Karla no tiene tantas figuras como el anterior coleccionista, pero va en el proceso.
A mi llegada, me ofrece gaseosa en su cocina y me doy cuenta que los clásicos cuadros de flores y frutas que acompañan esta zona de la casa fueron reemplazados por Spider-Man, Capitán América, Mario Bros y Donkey Kong.
“Yo quiero tener la casa llena de mi colección”, sostiene Karla, mientras me doy cuenta que hasta la cama de su perro pincher tiene los símbolos de Batman.
Los cuadros de paisajes no están. En cambio, Thor y la Mujer maravilla ocupan las paredes del futuro templo a los superhéroes y el universo de Star wars. “Mi colección la inicié desde pequeña con unos muñecos pequeños: Iron man y el Capitán América. Los mantenía en mis bolsillos escondidos pues veían raro que las niñas jugaran con juguetes de niños, aunque eso ha cambiado mucho”, cuenta.
Su habitación es el epicentro de la colección. Allí, alrededor del televisor están Hulk, Birdman, Flecha verde y los Lego de Star wars, los juguetes que más disfruta.
“Llegar del trabajo cansada o aburrida y poder destapar un lego y armarlo me alegra el día”, comenta Karla, que cuenta en su colección con unas 60 figuras muy ordenadas, algunas resguardadas en urnas transparentes.
Varios de los objetos que colecciona no se pueden conseguir aquí y como su colega también lo hace, importa aquellos que le hacen falta. Uno de ellos es un casco a tamaño real de Boba Fett, cazarrecompensas en las película de Star wars. Pieza que le costó unos 180 mil pesos.
“Es raro ver una mujer coleccionista. Y pues como mujer me gustan los zapatos (risas), pero la pasión especial y esa atracción son los juguetes, las figuras de acción”, agrega.
Los cómics son también parte del museo, y aunque no son muñecos, fueron la chispa para iniciar con las figuras como pasó también en el caso de César.
“Yo me vine a vivir sola y cuando empecé la colección, mi mamá era una que me decía ‘¿por qué no te comprás un jarrón? ¿Ese muñeco te costó 80 mil pesos? Con ese dinero me compro un candelabro divino’. Pero yo le decía a ella que quería tener de decoración a Hulk y a Capitán América”.
Karla es consciente que viene en el proceso de crecimiento como coleccionista, aprendiendo de personas que como Carlos Granda, llevan consigo la marca del hijo de Criptón en su colección.
Superman
A diferencia de los anteriores coleccionistas, Granda, dibujante de cómics, tiene a Superman como el personaje rey de su recopilación con 200 piezas. Su estudio está decorado del Hombre manos de tijera, uno de los primeros coleccionables que tuvo, como también de Flash, el Guasón, Depredador, Alien, Caballeros del zodiaco y Dragon Ball. Más de mil, asegura.
Sin embargo, una de las figuras que más quiere y recuerda es la de un juego de mesa que consiguió una tarde en Vizcaya. “Salí de cine y me puse a mirar la vitrina de una tienda que vendía juegos. Allí tenían una figura pequeña que me gustó mucho. Les escribí en un papelito que estaba interesado, se los tiré por debajo de la puerta y al otro día regresé. Me dijeron en un principio que no la vendían porque era para exhibir, pero luego de insistir un poco me la vendieron en 8 mil pesos”, recuerda Granda.
Pero su sorpresa fue mayor cuando después en un viaje a la Comic Con en Estados Unidos volvió a ver la misma pieza, dándose cuenta que esta era exclusiva e importante. El valor: $250 dólares.
Este coleccionista no guarda ninguno de sus personajes en la caja. Para él, es necesario sentir cada ficha de su museo personal y que las personas que vayan a su estudio puedan verlas y tenerlas en su mano. “Mis figuras me sirven como inspiración cuando voy a crear. Estar rodeado de ellas me ayuda a pensar”, añade el dibujante de cómics.
En fin, Los tres coleccionistas concuerdan en que más que el valor comercial que podrían tener sus figuras, es más grande el valor sentimental. El orgullo, la pasión y el amor que le tienen a cada una de las piezas de su colección no tiene límites, así como nunca lo tendrán sus colecciones.
90
mil pesos le costó el
Hombre manos de tijera
a Carlos Granda,
una de las primeras
figuras que tuvo.