Solo basta con inclinarse debajo de un bonsái y mirar hacia arriba para sentirse infinitamente pequeño ante la inmensidad de las ramas que de su tallo reverberan, una imagen fácil de comprobar por estos días de Feria de Flores en el Centro Comercial San Diego, que desde el 20 de julio y hasta 13 de agosto aloja la versión número 26 de Expo Bonsái Florece.
Como es habitual, año tras año, la muestra resalta, a través de 250 ejemplares, la propuesta del budismo zen de desvincular la mente del proceso creativo en el cultivo de un árbol dentro de una maceta, permitiendo que las manos actúen sin la intervención de la cabeza, pues de esa manera moldear los bonsáis no se trata de imponer los caprichos sobre el ejemplar, sino de descubrir su naturaleza y su carácter para permitir que se exprese en todo su esplendor.
“Los bonsáis son árboles que por alguna razón no le interesan a nadie, entonces uno los recolecta, los dignifica, los ubica en una escuela y los convierte en una obra de arte en el tiempo, y ese tiempo puede ser tres meses, tres años, treinta años, es un proceso en el que se encuentra placer más en el hacer que en el tener, porque las personas van encontrando satisfacción al encontrarse en contacto con la naturaleza: quitándoles las ramas que le estorban, proporcionándoles nutrientes, regándolos”, dice Oswaldo Copeland Osorio, director de la exposición.
Además, Expo Bonsái Florece está inspirada en la filosofía japonesa kaizen, que se refiere a un sistema de mejora continua en el que los pequeños pero constantes pasos acumulan grandes beneficios a largo plazo, una filosofía que compagina perfecto con lo que implica cultivar un árbol o transitar con él un camino en constante evolución, donde el cuidado de las raíces, la forma del tallo, las ramas y sus texturas son protagonistas.
En esta oportunidad los visitantes de la exposición, distribuida por todo el centro comercial, podrán encontrarse árboles yamadoris (extraídos de la naturaleza para su cultivo en maceta como bonsái) de gran formato, con alturas de hasta un metro con 50 centímetros, otros con hasta 70 años, otros florecidos y con frutos, e incluso algunos que han llegado desde lugares lejanos.
Sin contar con que dentro de su programación se incluyen cuatro talleres y conversatorios gratuitos que tienen lugar todos los sábados hasta el 12 de agosto, a las cuatro de la tarde, en la plazoleta principal.
“La exposición lleva 26 años y cuando empezó muy poca gente sabía algo sobre el mundo del bonsái. Creo que el centro comercial se la jugó en su época creyendo e invirtiendo mucha energía y mucho dinero en posicionar esta exposición, y hoy cualquier persona del común en Medellín te habla de bonsáis. Se ha generado una cultura de respeto por la naturaleza. En las primeras exposiciones colocábamos avisos, “No toque”, “No pase”, ahora no ponemos nada y no se daña un árbol o no se pierde un gajo, y esa es una de las cosas más bonitas, así que la invitación es a que vengan y sigan disfrutando de este regalo de la naturaleza”, concluye Oswaldo.
Algunos de los bonsáis que le robarán el aliento en Expo Bonsái Florece:
El bonsái más antiguo: es un pino estrella de 70 años.
El que viene de más lejos: un pino negro, traído de Japón hace 44 años.
El que tiene el tronco más extraño: un enebro de la China, Juniperus Chinensis, que por la forma en que se desarrolló y por su logro estético es considerado “la joya de la corona”.
El que florece todo el año en Medellín: un carbonero.
El que usan para reforestar los bosques de Colombia: el ciprés.