Nora, la enfermera que cura el alma

Trabaja desde hace 29 años en el Pablo Tobón Uribe. Hoy en día hace parte de la unidad de oncología. Ella cuenta su historia.

  • Nora Elisa Quintero empezó haciendo aseo en el Pablo Tobón Uribe y ahora es enfermera especialista en oncología. FOTO EL COLOMBIANO
    Nora Elisa Quintero empezó haciendo aseo en el Pablo Tobón Uribe y ahora es enfermera especialista en oncología. FOTO EL COLOMBIANO
  • Nora, la enfermera que cura el alma
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Mi nombre es Nora Elisa Quintero Urrego. Soy enfermera y laboro en el hospital Pablo Tobón Uribe en la unidad de cancerología, en el área de quimioterapia.

Nací el 12 de enero de 1971 en la vereda El Guayabo del corregimiento de Sucre, municipio de Olaya, Antioquia. Hago parte de una familia muy humilde, tengo siete hermanos. Recuerdo que la situación económica era muy difícil. Cuando tenía 10 años, un tío que vivía acá en Medellín convenció a mi padre para que nos viniéramos del campo y nos colaboró unos meses con vivienda. Era una pieza pequeña, con una mesa para poner un fogón, el baño y el lavadero, solo teníamos 2 camas y un clóset. Ahí nos acomodábamos todos. Incluso, una de mis hermanas y yo dormíamos debajo de la cama porque no había más espacio. Cuando mi padre y mis hermanos consiguieron empleo, mi tío les alquiló una casita un poco más grande con 2 alcobas y la situación económica era diferente. Éramos una familia muy unida, vivíamos en armonía.

Estudié la primaria y el bachillerato en instituciones del gobierno. Compartía los zapatos con mi hermana: ella estudiaba en la mañana y debía salir corriendo para que yo alcanzara a ponérmelos y llegar a tiempo al colegio. Es más, me gradué con ellos ya rotos, la plantilla era de cartón.

Al graduarme mi mayor anhelo era conseguir empleo para aportar económicamente en la casa y mejorar nuestra situación. Sin embargo, estuve 6 meses haciendo cursos de peluquería, máquina plana y fileteadora porque no tenía oportunidad de estudiar una carrera donde tuviera que pagar.

Cierto día, mi padre, que trabajaba en un vivero, me dijo que el jefe me quería contratar para cubrir unas vacaciones y acepté para desempeñar el cargo de vendedora y cajera. Cuando llevaba 15 días una amiga que trabajaba en el hospital Pablo Tobón Uribe me comentó que había varias oportunidades. Le entregué mi hoja de vida. Así fue como mi primer día de trabajo fue el 27 de agosto de 1990. Empecé haciendo aseo.

A los cinco meses me ofrecieron la posibilidad de trabajar en el conmutador como recepcionista y allí estuve 10 meses, siempre con la mente positiva de lograr muchas cosas y poder estudiar. Me presenté a una convocatoria interna para trabajar como ayudante de servicio y durante un año estuve en urgencias y consulta externa. Fue así como en 1993 el hospital me dio la oportunidad de estudiar auxiliar de enfermería. Por esa razón, trabajé con pacientes adultos en hospitalización y con niños. Esto me ha ayudado en adquirir mayores habilidades para brindar la mejor atención.

En agosto de 1994 me casé con Uriel Álvarez Guzmán y tengo tres hijos: Juliana, Laura y Emmanuel. Tengo una nieta, María Paz, mi niña tiene tres años y es la responsable de hacer palpitar mi corazón.

Volvamos a mi trabajo. Llevaba ocho años desempeñando mi labor cuando me aceptaron en la Universidad de Antioquia para realizar la profesionalización en enfermería. Me gradué en 2006 y trabajé en el servicio de hospitalización. De ahí pasé a la unidad de cancerología donde en ese entonces había una vacante. Aquí estoy desde julio de 2007, cada vez con mayor vocación de servicio, sentido de pertenencia y pasión por brindar cuidados de enfermería con calidad al paciente oncológico y sus familias y sin dejar de lado el anhelo por especializarme más en esta área.

No he dejado de estudiar. En enero del 2016 me gradué como enfermera especialista en oncología. Actualmente es donde desempeño un rol asistencial y administrativo con mucha responsabilidad y compromiso, un servicio en el que juega un papel importante mis sentimientos y mis emociones debido a la complejidad de las situaciones de salud que enfrentan mis pacientes. Las experiencias vividas, me permiten tener equilibrio emocional y aprendizaje para brindar el mejor acompañamiento y apoyo a los enfermos de cáncer.

Las experiencias de vida y de salud de los pacientes fortalecen mi vida personal, familiar, social. Sus enseñanzas me permiten ser mejor persona y lograr brindar la mejor compañía.

Entre mis retos están seguir fortaleciendo el conocimiento y aprendizaje en lo que competa mi labor profesional, seguir luchando por ser mejor persona, tener hábitos de vida saludables y disfrutar al máximo las oportunidades de compartir en familia. Sueño también con dar conferencias en mi barrio sobre la importancia de cuidar la vida. Para mi trabajo, sueño con un mejor sistema de salud en el que se garantice la calidad de la atención. Si pudiera cambiar algo, haría eso: que todos los usuarios que lleguen a los hospitales sean bien atendidos.

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